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García Bonilla defiende cronología sui géneris sobre el escritor

Rulfo nunca dejó de escribir, pero Pedro Páramo le pareció insuperable
 
Periódico La Jornada
Lunes 5 de abril de 2010, p. a14

Como un volumen fundamental para los estudiosos y admiradores del escritor Juan Rulfo, rico en información, notas, detalles, críticas y apreciaciones sobre la vida y la obra del autor de Pedro Páramo, es como define el investigador Roberto García Bonilla su libro Un tiempo suspendido. Cronología de la vida y la obra de Juan Rulfo.

Uno de los objetivos de este trabajo es confrontar, cotejar y complementar información conocida, pero que estaba dispersa.

A diferencia de las cronologías convencionales, en este caso la secuencia no es sucesiva, García Bonilla al apuntar ciertos datos, por ejemplo, de 1917, año del nacimiento de Rulfo, cita también opiniones vertidas en 1955 o 1986. Así el lector puede apreciar de manera simultánea distintos tiempos históricos respecto del hecho en cuestión.

Ese aparente rompecabezas pretende ofrecer la confrontación de críticas u opiniones, para que el lector pueda cotejar los datos, explicó el autor.

La cronología va desde breves notas biográficas sobre los bisabuelos de Rulfo, por lo que inicia en 1784 y no en 1917, su año natalicio; hasta la inauguración, en 2002, de una de las más amplias exposiciones del trabajo fotográfico que realizó el escritor y no en 1986, año de su fallecimiento.

A lo largo del libro se encuentran temas de interés para todos aquellos que admiran la obra de Juan Rulfo, como los recuerdos de su dolorosa niñez al pasar su infancia en un orfanato; el noviazgo del escritor con quien sería su esposa; su llegada a San Ildefonso, donde conoció a José Gorostiza y Carlos Fuentes; su relación con Efrén Hernández en la Secretaría de Gobernación.

De igual manera, se revelan detalles sobre su alcoholismo, su angustia cuando era algo así como un capataz de los obreros en Goodrich Euzkadi; también si fue Juan José Arreola quien le dio orden al texto final de Pedro Páramo, su conflictiva relación con Octavio Paz o sus viajes, ya como un escritor reconocido, por Europa y Latinoamérica.

A lo largo de todo el libro se encuentran bien fechados cada uno de los datos, las opiniones de unos y otros, año con año, a menudo mes con mes y de vez en cuando día a día, apuntó el escritor Carlos Blanco Aguinaga en el prólogo.

Mediante más de mil 200 referencias y citas sobre el escritor jaliciense y con una biblio-hemerografía que ocupa 140 páginas del libro, dividida en 14 temas, García Bonilla, tiene como afán también, “acabar con esa especie de rumorología en torno a la figura de Rulfo, pues amigos y enemigos durante mucho tiempo se quejaron de lo que se decía en torno a él eran verdades a medias.

En ocasiones fue el propio Rulfo quien dio distintas versiones de un mismo hecho, dependiendo de las circunstancias.

Por ejemplo, siempre se le preguntaba porqué no publicaba más, relata García Bonilla. En su momento, varias fueron las anécdotas que él platicó para explicar porqué no lo hacía. Desde que su tío el que le contaba las historias se había muerto, hasta el que él no tenía un oficio, como un carpintero, si no que escribía cuando lo deseaba, entre otras respuestas.

Como autor, expongo, no valoro; no doy una interpretación de los hechos que se narran; sin embargo, en el libro queda claro que Juan Rulfo no dejó de escribir, más bien lo que dejó fue de publicar.

Para García Bonilla, Rulfo ya no publicó porque Pedro Páramo le pareció insuperable; pero no dejó de escribir. Se tienen testimonios de la existencia de un texto titulado La Cordillera, que llegó hasta las prensas, pero no apareció.