Uno de los hallazgos más relevantes de la investigación del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM fue el de una banda de jóvenes que de explotados pasaron a ser explotadores.

Aun cuando eran vigilados todo el día, un grupo de adolescentes de entre 14 y 16 años obligados a prostituirse en Mexicali, Baja California, logró escapar de sus captores. Tras la fuga se asentaron en la ciudad de Tijuana, pero muy pronto advirtieron que no conocían más forma de sobrevivir que los servicios sexuales.

Algunas entrevistas con estos menores incluidas en el estudio dan cuenta de su caso y de que iniciaron un negocio independiente con su propio cuerpo.

No obstante haber sido explotados violentamente en su pasado reciente, ahora reproducen los abusos de los que fueron víctimas y se han convertido en victimarios. Han comenzado a ubicar y reclutar menores en situación de calle en otras ciudades, sobre todo en Guadalajara, para incrementar sus servicios. Ya se les considera una banda fuerte en el negocio.

La investigación documenta que existen elementos para afirmar que este grupo, cuyo líder tiene apenas 16 años, goza de protección policiaca.

Estos chicos se instalaron en la garita de San Isidro, en Tijuana. Se prostituyen con aquellos que regresan a Estados Unidos tras una estancia en México, extranjeros y mexicanos que radican allá. Se trata de un caso aislado del cual no había precedente en la literatura social, asegura René Jiménez Ornelas, coordinador del estudio.