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Los xinacates recorren las calles en busca de morralla “pal’ baño”
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Los xinacates recorren las calles del poblado de San Nicolás de los Ranchos, Puebla, pintados con grasa de cocina o aceite de coche, mezclados con pintura negraFoto José Carlo González
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En grupo atemorizan a visitantes y lugareños que cruzan en su caminoFoto José Carlo González
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Al terminar el tradicional festejo, decenas de jóvenes acuden a los baños públicos del poblado para despojarse de sus coloresFoto José Carlo González
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de marzo de 2010, p. 8

Como desde hace 60 años, cuatro semanas antes de Semana Santa, se realizó la tradicional fiesta del adiós a la carne en los poblados de San Nicolás de los Ranchos y San Pedro Yancuitlalpan, Puebla, en las faldas del volcán Popocatépetl, donde lugareños y visitantes presenciaron la celebración anual en la que se transmuta la tradición del carnaval de los xinacates; el sostén y las faldas, los nuevos elementos. La festividad inició el pasado domingo y concluyó el martes.

“Ese es el Miguel, el papá de los tlacoyos”, dice una de las señoras que huye despavorida de la horda de xinacates o tiznados que, desde el centro de San Nicolás de los Ranchos, viene intimidando a cuanta persona se les cruce al paso. Van rumbo al norte del pueblo para unirse a la fiesta del carnaval con los tradicionales huehues y maringuillas.

Doña Rosaura Hernández ha reconocido al pintado que porta una máscara de Blue Demon, penacho y botas vaqueras. Lo vi a la hora que se echó su refresco, porque se tuvo que quitar el paño, le comenta segura a otra mujer que va a su lado.

Sólo con el calzón

Otros jodidos, como también les llaman a estos particulares personajes, pues andan en cueros con el cuerpo teñido de una mezcla de pintura para cemento y aceite comestible, rodean a un motociclista a quien amenazan con abrazarlo si no les coopera “pal’ baño”, como dicen ahora. Antes, la gente que quería participar en el carnaval y no contaba con dinero para comprarse un traje de huehue tenía que salir a la calle sin más ropa que un calzón para pedir unas cuantas monedas para la compra de la vestimenta.

Pero los tiempos han cambiado como también ha mutado la tradición. Ahora, en la comunidad, al amparo del volcán, se pueden ver pintados con cascos, botas, sostén y hasta faldas, elementos que en los cinco años anteriores no se habían visto. Como también máscaras de algunos políticos famosos, como los ex presidentes Vicente Fox y Carlos Salinas de Gortari, los más socorridos; y de algunos personajes de los cómics, como Batman y El hombre araña.

Lo que ha perdurado son los chicotes o cadenas improvisadas que arrastran por el empedrado para causar mayor impacto entre los visitantes a San Pedro Yancuitlalpan y San Nicolás de los Ranchos. Por cierto, dos comunidades divididas por una calle y por rencillas históricas que, durante el carnaval, se vuelve el mejor pretexto para rivalizar entre los barrios.

Los pintados no van solos, recorren el pueblo en grupos para que la intimidación surta efecto. Sin embargo, esta advertencia únicamente la sabe aquel que ya conoce el carnaval, que se prepara con morralla de a peso, para poder salir limpio de la embestida.

Este consejo no fue tomado en cuenta por un grupo de turistas, quienes no pudieron bajar del microbús que procedía de Cholula, con la intención de ver otras maneras de festejar el adiós a la carne. Fueron atemorizados por una decena de xinacates.

Unos, con menos malicia, les dicen: “se van a mochar compadre o nos dan a la vueltecita”. Pero a los visitantes no les quedó de otra que armar la vaquita y juntar una cooperación de 30 pesos para poder transitar por el pueblo.

Es de llamar la atención que las personas que visten colores claros, son el blanco perfecto para los tiznados. Desde que los ven, se apersonan y piden sean saludados con un abrazo o, cuando menos, de mano.

El domingo fue día del tianguis tradicional, y este mismo temor también se apodera de las señoras y jovencitas que van por el mandado. Entre carnitas de cerdo, artesanías, verduras, molcajetes, ropa y zapatos, corren zigzagueantes para no ser alcanzadas por los pintados.

Con gozo y sin remordimiento

Eran las tres de la tarde y los rayos del sol caían sin piedad. A lo lejos se escuchaban los gritos y alaridos de los pintados, y los acordes de la banda de música que acompañó al grupo durante todo el día.

La Jornada estuvo conviviendo con los carnavaleros entrada la tarde; no obstante, para ellos la fiesta no tiene fin. Culmina hasta que el cuerpo no pueda efectuar movimiento alguno. Pero, mientras eso sucede, bailan y beben gozosamente. Sin remordimiento.

El carnaval es una vez por año y no hace daño, argumentan.

Debido a los incidentes que han ocurrido en ediciones anteriores, este año, por vez primera en medio siglo, el ayuntamiento de San Nicolás prohibió que se pinten los vehículos, que se detone pólvora y que se beba alcohol en exceso, pues ha derivado en enfrentamientos a cadenazos entre grupos de pintados.

En el ocaso del pasado martes se dio el remate del carnaval. La agrupación musical La Carcaña y la banda Los Hermanos Aguas amenizaron el baile popular.