Opinión
Ver día anteriorMiércoles 10 de marzo de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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México SA

Nadie acepta la paternidad del pacto secreto

Pastelazos de boñiga entre la pérfida clase política

M

ientras la pérfida clase política cierra filas para protegerse de las fechorías por ella cometidas (entre ellas, de manera destacada, mayores impuestos, precios y tarifas del sector público a los de siempre, a cambio de inmunidad electoral para el nene engominado del Edomex), los mexicanos de a pie ya no sienten lo duro ni lo tupido, sino lo constante del atraco de que son víctimas por parte de las bandas organizadas que se dan vuelo desde las más altas esferas del poder político. Bien han señalado algunos que por mucho menos de lo que aquí se han comido funcionarios, legisladores y dirigentes partidistas, sus pares en países medianamente civilizados, y con una democracia no tan tonta que la mexicana (Lujambio dixit) ya hubieran mordido el polvo y ganado boleto para instalarse en cualquier residencia del sistema penitenciario.

Pero aquí no pasa nada, aquí la clase gobernante puede cometer cualquier barbaridad y nada sucede, nada cambia y nadie sabe nada. Bastaría con citar el caso de los 49 niños muertos en la guardería ABC de Hermosillo y el obsceno cinismo de Juan Molinar Horcasitas (y el no menos impúdico de Eduardo Bours), quien cabildea comparecencias a modo para que este tema no se toque, y los inquilinos de San Lázaro lo aceptan, tal vez por la existencia de otro pacto oculto. Lamentablemente el inventario es por demás abultado y se mantiene en ascenso. Para ir a lo inmediato, a los mexicanos les clavaron un puñal fiscal y tarifario tamaño lesa progenitora, con el pretexto de fortalecer las finanzas públicas, cuando en realidad los aumentos de impuestos, la creación de otros, los incrementos de precios y tarifas del sector público fueron resultado de un pacto secreto (que obviamente ya no lo es) entre el gobierno calderonista y las cúpulas panista y priísta que sólo a ellos benefició.

Por enésima ocasión los mexicanos son obligados a cargar con el costo de los errores, excesos y perversidades de la clase política, sin tener siquiera el derecho de saber de parte de quién, pues los motivos reales se negociaron en lo oscurito y resultaron totalmente en contra de los intereses de esos cargadores. Pero una vez encuerados, resulta que el inquilino de Los Pinos no sabía lo que hacía su secretario de Gobernación, con lo que, de entrada, tendría que hacer maletas y retirarse a Cotija, con los suyos; los diputados panistas, con la siempre cursi Josefina Vázquez Mota a la cabeza, no sabían lo que hacía su dirigente partidista, también ocupante de una curul, de tal suerte que deberían ir de viaje con Calderón; con la cara más dura, César Nava dijo, urbi et orbe, que no firmó documento alguno con el PRI, para poco después reconocer que sí firmó lo que no había firmado, pero que lo hizo –desvergüenza pura– por el bien del país; Beatriz Paredes, la experimentada política tricolor que ha demostrado una candidez brutal, salió a decir lo mismo, en igual orden, con el agravante de que su firma apareció plasmada en el documento de marras, justo a un lado de la rúbrica de Nava, ambas escritas líneas arriba de la de Fernando Gómez Mont (que no informó al que debe irse a Cotija) y de Luis Enrique Miranda Nava (el achichincle de Enrique Peña Nieto, personaje éste que no sabía el toma y daca de la ley de ingresos y el pacto electoral); los curtidos y colmilludos legisladores priístas no sabían lo que hacía su presidenta de partido ni su adelantado candidato a Los Pinos, ni que negociaba acuerdos electorales, y mucho menos con quién. Y en medio de los pastelazos de boñiga, el patiño Chucho Ortega que ante el IFE denuncia a la citada banda de rufianes, pero de ninguna manera se aparta de las alianzas con los blanquiazules, porque se fortalecería el PRI. Patético espectáculo de los payasitos de la polaca.

Por si fuera poco, vale recordar que inquilino de Los Pinos, secretarios de despacho, dirigentes partidistas, legisladores y demás involucrados en esto de los pactos y las alianzas permanentemente gozan de grueso financiamiento público para cometer todo tipo de tropelías y atrocidades en contra de quienes –no por gusto– les pagan hasta el último centavo de sus abultados sueldos, prestaciones y canonjías, es decir, los mismos a quienes con el pretexto de fortalecer las finanzas públicas les clavaron la puñalada fiscal y el atroz incremento de precios y tarifas del sector público (a nivel federal y estatal). Pero nadie sabía nada, a todos les pasó de noche el pacto sin paternidad, porque ahora nadie quiere asumirla, según dicen los participantes en el estercolero, de tal suerte que, dando credibilidad a su desconocimiento de los hechos, a la de ya tendrían que dejar los huesos y viajar en paquete a Cotija, porque ni para la grilla sirven. Ahora que si tal justificación es falsa, de todas maneras tendrían que irse todos a ese sitio.

En el colmo del cinismo, el comité ejecutivo Nacional del PAN, que no sabía en qué estercolero se había metido Cesar Nava, decidió respaldar a nuestro presidente del partido y expresar su respaldo a los grupos parlamentarios y a sus coordinadores para sacar adelante las reformas que requiere el Estado mexicano; manifiesta su respaldo absoluto al presidente del partido, César Nava Vázquez, en todas las negociaciones por venir con otras fuerzas políticas así como con el gobierno mismo, con la convicción de que lo hará siempre pensando en el bien del partido y en el bien del país. Y en la tienda de enfrente, una indignada Beatriz Paredes exigió no especular ni descalificar el documento en el que sólo se buscó la civilidad electoral.

Pues bien, es esta misma banda de cínicos la que promete sacar a México del atolladero.

Las rebanadas del pastel

Lo que no admite justificaciones ni pretextos es el sostenido avance de la inflación, producto, en buena medida, de los aumentos referidos líneas arriba. En febrero pasado se registró el mayor aumento de precios para un mes igual desde que Calderón se instaló en Los Pinos, y el más elevado desde 2004, al tiempo que resultó casi tres tantos superior al de igual lapso de 2008. Al cierre del segundo mes del año el índice general trepó a 4.83 por ciento y el de la canasta básica de consumo a 4.91 por ciento.