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Ellos siempre han intentado impedir la unidad de nuestra América, dice a La Jornada

Habrá injerencia yanqui para bloquear la organización de AL y el Caribe: Chávez

La riña con Uribe no mancha nada ni a nadie; la cumbre terminó esplendorosa, afirma

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Los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, y de Cuba, Raúl Castro, con nuestra reportera Blanche PetrichFoto José Carlo González
Enviada
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de febrero de 2010, p. 5

Riviera Maya, QR, 23 de febrero. Del día de hoy, cuando se anuncia la decisión de constituir la comunidad de estados latinoamericanos y caribeños, a la próxima reunión cumbre, que será en Caracas a mediados del próximo año, el proceso de construcción de esta nueva organización regional encontrará obstáculos y fricciones.  Las hay y las habrá, unas naturales y otras artificiales, porque siempre habrá la injerencia yanqui; ellos siempre han intentado impedir la unidad de nuestra América.

El presidente Hugo Chávez se va de aquí con una importante victoria. Aunque varios gobiernos participantes –entre ellos México– no veían con buenos ojos que se aprobara la capital venezolana como sede de la próxima reunión de jefes de Estado, al final hubo consenso: la organización que condensa el sueño de unidad del caraqueño Simón Bolívar nacerá en su ciudad natal, y en el bicentenario de la independencia venezolana. Y para nosotros esto es importantísimo, afirma Chávez entusiasmado en entrevista con La Jornada.

No se hace ilusiones de las declaraciones de bienvenida que se han expresado en Washington: Ellos van a seguir tratando de ponerle palos a la rueda. Habrá que estar por encima de todo eso para que no se cumpla la maldición de Sísifo. Y que marchemos con nuestras diferencias, nuestros conflictos, nuestros encontronazos, dice.

Nos cita en las habitaciones que le fueron asignadas al presidente de Cuba, Raúl Castro, en el centro turístico que fue sede de la Cumbre Latinoamericana y del Caribe. Castro se demora unos minutos, bromea un poco más, envía saludos a los directivos de La Jornada, pero al final se evade de la entrevista. Y le cede la palabra a Chávez, a quien, por lo que se ve, no le ha hecho mella el escándalo mediático desatado por el cruce de palabras que tuvo el día anterior con el presidente de Colombia, Álvaro Uribe.

Esa riña, dice, no mancha nada ni a nadie. La cumbre terminó de manera esplendorosa.

Pero además sitúa en un espacio muy visible un complicado conflicto de la región, con la formación de un grupo de amigos que mediará entre Colombia y Venezuela. El diferendo –dice el presidente venezolano– tiene mucho mar de fondo y tiene que ver con la guerra que se vive en el país vecino desde hace más de 40 años, con problemas de paramilitarismo y narcotráfico que en los últimos años forzaron el desplazamiento de más de cuatro millones de colombianos hacia Venezuela. El conflicto viene de allá, subraya.

A lo largo de la conversación, Chávez habla, con referencias personales, de los años en los que Venezuela participó en esa guerra en operaciones contrainsurgentes bajo la coordinación de Estados Unidos, hasta que se declaró neutral cuando Hugo Chávez llegó a la presidencia.

El cruce de insultos

Ocurrió durante un almuerzo donde sólo había presidentes y un puñado de funcionarios más, en un entorno exclusivo y muy elegante, el restaurante Cocina de autor, donde se sirven los llamados platillos insignia de la cocina vasca. El tema de los comensales, sin embargo, bordaba sobre la más desgarradora de las miserias, la de Haití después del sismo. Era una comida de trabajo y al lado de los platos los mandatarios anotaban, hacían números. El presidente Felipe Calderón elaboraba la relatoría de las propuestas.

“Préval nos hablaba de las reuniones internacionales a las que había asistido después del sismo, con muchas promesas, la entrega de muchas cosas, de delegaciones que llegan a Haití y clavan su bandera, como si fuera tierra de nadie. Y nos dijo que casi nadie apoya al gobierno, y se preguntaba qué iba a decirle a su pueblo cuando regresara a Puerto Príncipe: madres pariendo en las calles, gente muriendo todos los días en la calle. Ahí fue cuando él lloró. Nos dijo: ‘No llora el presidente, llora el hombre que soy’”.

El presidente de Colombia, Álvaro Uribe, recién había llegado de Bogotá, no había participado en las sesiones de la cumbre, pero se incorporó a la comida.  Ya había anunciado a varios de los participantes en la cumbre que quería incluir en el debate un llamado de atención al gobierno de Hugo Chávez por lo que él llama un bloqueo comercial, que es la decisión venezolana de comprar menos productos colombianos y buscar nuevos mercados en su entorno inmediato.  Ese fue el momento que eligió para hacer su reclamo.

Y como dice la canción: yo no soy la roca que golpea la ola, soy de carne y hueso, dice Chávez para justificar su reacción.

Relata: Fue uno de los almuerzos más sentidos de los que yo en mi vida haya asistido. Se habló mucho de Haití. Y para él, Haití es un tema muy sentido.  “Varios años antes fui a Haití.  Una visita de Estado. Íbamos en el carro, la gente nos acompañaba por miles, corría, cantaba. Le dije: mire Préval, discúlpeme pero yo aquí me voy a bajar a correr con la gente. Y me dieron ganas de llorar. Hasta le dije a uno de los de mi seguridad: mire, compadre, estas son las puertas del infierno, pero habitadas por ángeles negros. El gran Víctor Hugo decía que hay un cuarto en penumbra, el de la pobreza, más allá hay otro en total oscuridad, es la miseria. Y yo agregaría, más allá está el infierno, lo que Carlos Marx llamaba la vida subhumana.

De eso hablábamos. Ahí varios de nosotros empezamos a decir: vamos a poner tanto, para un minipresupuesto, otras ideas surgieron, pedir créditos al BID para Haití, pero que nosotros lo paguemos. Fue cuando el presidente de Colombia pidió la palabra para una intervención en la que hizo señalamientos contra Venezuela. Desde antes se rumoraba que él iba a hacer una intervención así. Y algunos presidentes le pidieron que no lo hiciera.  A mí me consultaron y yo respondí que estaba dispuesto a conversarlo. No voy a entrar en detalle, pero tenía que responderle. Y en algún momento de mi respuesta él interrumpe con expresiones pasadas de tono. Y yo respondí como tenía que responder.

–¿Cómo intervino el presidente de Cuba, Raúl Castro, en ese momento?

–No quisiera pasar los límites de una reunión privada de jefes de Estado, no puedo ponerme de difusor. Pero Raúl hizo una excelente intervención llamando a la unidad. Y luego él mismo se sumó al grupo de países amigos: Lula (Brasil), Cristina (Argentina), Michelle (Chile), Raúl (Cuba), Baldwin (Antigua y Barbuda), Leonel (República Dominicana), Calderón (México). Quedó Leonel como coordinador de grupo. Y después de eso nos involucramos en un diálogo que fue de lo más constructivo.

Independientemente de las razones del presidente Uribe de traer un tema fuera de orden en un almuerzo y del cruce de palabras que hubo, algunas duras, hay que entender que aquí hay mar de fondo.

En el fondo del conflicto, la guerra

–Hábleme de ese mar de fondo en el conflicto entre Colombia y Venezuela. ¿Cuál va a ser la materia de trabajo del grupo de amigos?

–Ellos decidirán cómo ahondar el diálogo, como debe ser. En cuanto al fondo, pues es que en Colombia hay una guerra. Cuando yo tenía 21 años, recién graduado de subteniente de comunicaciones del ejército venezolano, fui oficial de un batallón de contraguerrilla en la frontera de Colombia, en la selva. Eran mediados de los 70. Una década después volví a la frontera ya de capitán. Y ahí sí pasábamos en territorio colombiano y participábamos en la caza de lo que entonces se llamaba el enemigo común. Me tocó participar en reuniones coordinadas por los americanos. Éramos un ejército utilizado por el imperio. Vi muertos, vi sangre. Y el conflicto venía de allá, como sigue viniendo.

“Cuando llegué al gobierno me declaré neutral. Porque antes Venezuela participaba en ese conflicto aliada con el gobierno de Colombia. Ahí es cuando nos empiezan a acusar de que apoyamos a la guerrilla. No, nosotros apoyamos una salida política para la paz. Años después, a la guerrilla se le suman los paramilitares, el narcotráfico que inundó casi todos los espacios de Colombia y un conflicto social terrible. En Venezuela tenemos casi 4 millones de colombianos desplazados por esa guerra.

Toda esta situación requiere ser mirada en profundidad y con visión abarcante. Ayer les comenté al grupo de amigos que esto es mucho más que lo que denuncia Uribe de un bloqueo económico; inaudito que lo compare con el bloqueo a Cuba, porque quiere que se incrementen las compras venezolanas en Colombia.

Pero como a Chávez lo que le apasiona es la historia y al menor pretexto cita largos pasajes de la épica bolivariana, aprovecha que un asistente le pasa una taza de café para hablar de la larga cadena de frustraciones que sufrió este anhelo. Como aquel congreso anfictiónico de Panamá, de 1926. Bolívar decía debía ser lo que fue Corinto para los griegos, el punto de Anfictionía. Pero nació muerto.

¡Cómo ha cambiado el mapa!

–¿Se está logrando ese sueño?

–Hace 16 años, haciendo política, recibí una invitación para visitar Cuba. Fidel me atiende y hablamos mucho. Por esos mismos días en Miami se estaba desarrollando lo que llamó la Cumbre de las Américas. Y Bill Clinton dijo que por fin se estaba haciendo realidad el sueño de Bolívar. ¡Ja! ¿En Miami? ¿Bajo la bandera de Estados Unidos y el Alca, el plan más perfecto que imperio alguno haya elaborado, con la idea de eliminar la soberanía de los estados, eliminar a nuestros ejércitos, imponer el dólar en nuestros países? No se logró.

Desde entonces a la fecha despertaron los pueblos. De eso hablábamos con Raúl hace un rato ¡Cómo ha cambiado el mapa! Por eso, hoy en la mañana Lula levantaba la bandera del optimismo y tiene razón. Ahora sí es verdad, ahora podemos decir en esta nuestra América mestiza que está naciendo ese sueño de Bolívar.

–¿Debería esta organización incluir temas como las bases militares de Estados Unidos en el continente?

–Es muy temprano para que me pronuncie sobre eso. Dejemos que coja rumbo la diplomacia, que se firmen los grupos de trabajo, dejémoslo trabajar y avanzar.

–La correlación de fuerzas en América Latina nuevamente empieza a inclinarse con gobiernos más conversadores. Y está Honduras, un problema importante.

–Estamos hablando de un continente en el que siempre estaremos sujetos a los vaivenes político-electorales de nuestra gran región. No creo que eso sea un elemento definitivo, o el de mayor peso a la hora de darle mayor viabilidad a la fórmula de creación de este espacio de articulación. La unión es la visión de largo plazo, no se decreta, se va construyendo. No se puede hacer el mapa con unas tijeras, borrando un país porque no te gusta un gobierno que está ahí.  Eso no es lo determinante. Hemos estado conviviendo con gobiernos de distintos signos ideológicos. Tú sabes que incluso en la izquierda hay distintas intensidades y hay variantes, contradicciones, diversidad. Igual en la derecha.

“Acabo de conversar con el presidente de Panamá (Ricardo Martinelli) con mucho afecto.  Y no es de izquierda. Pero es el presidente, tenemos que respetar su legitimidad y esperar respeto.  Esa es la parte sustancial de los problemas con Colombia, la falta de respeto, de transparencia, de confianza.

“Yo tuve un amigo que era tan dogmático cuando éramos muchachos, íbamos a una fiesta en Barinas, ¿qué decía?: ‘yo no bailo con ninguna muchacha hasta que no se defina ideológicamente’. Yo no soy así.”

La OEA y su futuro

–O sea, ¿usted cree que pueda llegar un punto en el que pueda hablar civilizadamente con Álvaro Uribe?

–Pues lo hemos hecho cien veces. Cien y más. Pero tiene que ver con el respeto, con la sindéresis. Así como al rey de España se le fueron las cosas de las manos cuando me gritó: ¡Por qué no te callas!. Lo que pasa es que yo en ese momento no lo oí, porque él no tenía micrófono. ¡Menos mal! Luego supe lo que me había gritado y también le respondí. Pero pasaron los años y ahora hasta bromeamos. Juan Carlos de Borbón es un hombre mayor, pero muy jovial.

–Esta nueva organización, ¿cómo va a convivir con la OEA? ¿Habrá coincidencias, fricciones, convivencia, duplicidades? –se le inquiere.

–Dos organizaciones con funciones, modalidades y objetivos distintos. ¿Que si la OEA desaparecerá algún día?, ojalá. Eso depende de la voluntad de sus miembros. Algunos incluso nos podríamos retirar, pero quedará con ocho, diez o 15 países. Nosotros eso no lo hemos considerado pertinente hasta este momento. Incluso ya hemos anunciado el apoyo a José María Insulza.

Esta organización es sobretodo nueva. Y no sólo va a convivir con la OEA, sino con la ONU, con las cumbres iberoamericanas. Lo importante es que esta organización venga a llenar un espacio que ha estado vacío.  Tiene que articular otros espacios como el SICA, CAN, Mercosur, Petrocaribe, otros. Es un espacio más de articulación, de solución de conflictos, más que de unión ya. No nos hagamos ilusiones. La unión es un estadio hacia el que hay que ir marchando, dice.

–En Washington funcionarios del gobierno de Barack Obama han dicho que les parece bien esta nueva organización.

–Qué otra cosa les queda.  Pero ellos han tratado que esto no nazca. El golpe de Estado en mi contra fue un esfuerzo temprano de una ofensiva desarticuladora. Fracasaron.

Y se vino la avalancha de los cambios: Lula, Kirchner, Correa, Evo, Michelle, Ortega, Zelaya. Cierto, como dices, también han ganado los gobiernos de derecha, pero no creo que eso sea lo definitorio. Lo que sí es definitorio es el debilitamiento del imperio. Ellos siempre lograron derrotar con golpes de Estado el surgimiento de una nueva América Latina. ¿Qué hubiera pasado si Estados Unidos no hubiera impedido que se instalase el gobierno de Juan Bosch en República Dominicana, y Sandino en Nicaragua, Perón en Argentina, Allende en Chile, Velasco Alvarado en Perú, Juan José Torres en Bolivia? ¿Y la propia Revolución Mexicana que tanto fue saboteada por Estados Unidos?

–Para terminar como empezamos esta entrevista, ¿qué se llevará el mandatario de Haití, René Préval, de regreso a Puerto Príncipe?

–Se va perfilando una idea de mucha importancia: tenemos que apoyar al gobierno (de Haití), a las instituciones, porque han pretendido dividir al país en un montón de paisitos, de organizaciones no gubernamentales, cada a uno llega y clava su bandera. Préval debe irse con un aliento, con un compromiso de nuestra parte, con planes de corto y largo plazos, estratégicos.  Como la idea de los polos de desarrollo para desconcentrar Puerto Príncipe con reforestación, actvidades agrícolas, pesqueras. Este espacio que está naciendo debe poner a Haití en un lugar de prioridad para que pueda ser algún día un país independiente de verdad.