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Proyectan documental sobre Nissen
 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de febrero de 2010, p. 6

Cuando el pintor y escultor Brian Nissen (Londres, 1939) realizó su primera visita a México, en 1963, sintió fascinación por los códices, sobre todo los mexicas, aunque también los mayas, a tal grado que comenzó a crear sus propias versiones contemporáneas, ocho en total, que exhibirá por primera vez en el país.

En la exposición Los códices de Brian Nissen, montada en la librería del Fondo de Cultura Económica, Rosario Castellanos (Tamaulipas 202, colonia Condesa), hoy a las 20 horas se proyectará en el auditorio el documental Brian Nissen: evidencia de un acto poético, con guión y dirección de Jaime Kuri Aiza, quien también lo produce junto con TV UNAM. Los productores asociados son Montse Pecanins y Antonio Villalba.

El documental, que Nissen describe como una lectura muy a fondo de la obra, se dará a conocer oficialmente en marzo, en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara. Se proyectará de nuevo los días 3 y 12 de ese mes a las 20 horas en el auditorio de la librería Rosario Castellanos.

Homenaje a los tlacuilos

Respecto de los códices, a Nissen le interesaron “por la manera en que conectan con el género de dibujo en narrativa. Es decir, es dibujo en secuencia. Tienen historias, unos más, otros menos. Me interesó la idea de cómo el dibujo se vuelve escritura. He hecho varios códices y algunos se han publicado.

“Hasta la fecha sigo con ese tema. En México nunca los he expuesto como conjunto. Años atrás hice el códice Itzpapalotl: mariposa de obsidiana, inspirado en un poema de Octavio Paz y exhibido dentro de la exposición Mariposa de obsidiana (1983) en el museo Tamayo.”

Aparte del Itzpapalotl, la muestra comprende los códices Aztlán, Pipixqui, Madero, Caparazón, Fragmentos, cuatro TV Códices y Atlas de Atlántida.

De Pipixqui, que contiene algunos dibujos recientes, Nissen explica que en lengua náhuatl significa calentarse, estar cachondo, y este códice sobre travesuras íntimas traza en siete capítulos caminos al corazón, sus senderos de excitación y los infinitos trayectos del deseo.

La imaginación, continúa, es lo que enciende el erotismo y pone en juego los cinco sentidos en un delirio ancestral, alborotando las hormonas voluptuosas cuando sacan a bailar sus deseos amorosos.

Con Códice Madero también rinde un homenaje a los compañeros tlacuilos de aquellos tiempos.