Opinión
Ver día anteriorLunes 15 de febrero de 2010Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Día Mundial de los Humedales
A

l fin una excelente noticia en este mar de violencia, declaraciones con las que los más altos funcionarios demuestran que desconocen la Constitución, fanatismo religioso e intolerancia: este sexenio México incrementó la superficie ocupada con manglar a 750 mil hectáreas. ¡Milagro!, claman los ambientalistas y científicos de todo el mundo. La destrucción convertida en logro. Porque las evidencias muestran que cada día disminuye la extensión de este importante ecosistema, protegido por la Ley General de Vida Silvestre.

Con motivo del Día Mundial de los Humedales, celebrado recientemente, el secretario del Medio Ambiente y Recursos Naturales informó que siete humedales se sumaban a los 124 ya existentes en el país con categoría de conservación. Pero el mismo día los especialistas y los grupos ambientalistas acusaban a la autoridad federal de fomentar la destrucción de los humedales (que se castiga con cárcel) para realizar obra pública o permitir desarrollos empresariales. Un caso denunciado oportunamente ocurre en Manzanillo, donde levantan una nueva área portuaria integral en la que tienen intereses personas ligadas al gobierno.

Es frecuente que las autoridades atiendan tarde, cuando el daño está hecho, las denuncias por violaciones a la ley que protege los manglares. Eso ocurre lo mismo en el Golfo y Caribe de México que en la franja costera del Pacífico. Hay extremos: el licenciado Calderón atestiguó y celebró justo hace un año el inicio de obras monumentales en áreas de humedales en Escuinapa, Sinaloa, que no contaban con la autorización ambiental requerida. En otras ocasiones, la clausura de obras que están fuera de la ley la politizan los infractores, acusando al gobierno de actuar más por venganza partidista que por aplicar las normas legales. Así ocurre en entidades donde gobierna el PRI, como Quintana Roo.

En la principal ciudad de esta entidad, Cancún, desde hace años se libra una batalla entre la ciudadanía y las autoridades, pues éstas quieren restarle áreas al llamado ombligo verde, principal reserva arbórea, productora de oxígeno. Cuando gobernaba el doctor Zedillo, se entregó una apreciable extensión del ombligo a los Legionarios de Cristo para erigir una catedral. Lo agradeció en todo lo que vale el obispo de la ciudad, el mismo que dice que la iglesia de Roma adora a los homosexuales, pues a los que tienen sida les aplica la extremaunción para mejor morir.

Ahora, un iluminado, el señor Greg Sánchez (que desgobierna la ciudad en nombre del PRD del señor Ortega) quiere ser gobernador e insiste en edificar en el ombligo verde su parque del bicentenario, con todo y palacio municipal, además de apoyar que allí se termine la catedral. No cuenta el señor Sánchez con los permisos ambientales correspondientes, por lo que el Congreso del estado, de mayoría priísta y que obedece las órdenes del gobernador, de esa misma filiación partidista, solicitó a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente clausurar la tala y desmonte del predio citado, ya que no existe la manifestación de impacto ambiental requerida en estos casos. Una decisión judicial de última hora le permite al señor Sánchez seguir con sus planes de destrucción. Mientras, un amigo que lo apoyó para obtener su actual cargo le reclama 2 millones de dólares de los 10 que le prestó para su campaña electoral.

Otra buena noticia: el gobierno, según declaró a este diario el titular de la Comisión Nacional Forestal, ya no buscará récord Guinness en plantación de arbolitos ni dará más recursos sin control. Ahora realmente reforestará el país y, para lograrlo, apoyará a los habitantes del agro.

Y mientras se atiende, y mal, a los más de 100 mil damnificados por las inundaciones recientes y las autoridades ya no saben a quién echarle la culpa de lo ocurrido, en Papantla Petróleos Mexicanos remedia los daños que causó una toma clandestina que ocasionó el derrame de 500 barriles de hidrocarburo, afectando al río Tecolutla, pescadores y cientos de familias ribereñas de esa población y Poza Rica. No es el primer derrame ni el último, pese a las promesas de la paraestatal de cuidar el ambiente y la seguridad de la población.