Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 14 de febrero de 2010 Num: 780

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Falsa memoria de la nieve
GUSTAVO OGARRIO

Dos poemas
PANOS K. THASÍTIS

Cuando los recuerdos pesan demasiado
MARCO ANTONIO CAMPOS

La Cincuentena
PIEDAD BONNETT

Nadie sabe de amor si no ha perdido
ÁNGEL GONZÁLEZ

Confesiones de un Quijote
JUAN MANUEL ROCA

Dos poemas inéditos
LUIS GARCÍA MONTERO

Vista cansada o por sus versos
JOAQUÍN SABINA

Luis García Montero
JUAN GELMAN

Entre lo maravilloso y lo cotidiano
OCTAVIO PAZ

Un poeta que habla en medio de la plaza
RAFAEL ALBERTI

El teatro es vocación y convicción
RICARDO YÁÑEZ entrevista con
ZAIDE SILVIA GUTIERRÉZ

Leer

Columnas:
Prosa-ismos
ORLANDO ORTIZ

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Orlando Ortiz

Hobsbawm y los bandidos

Nada agradable es comenzar a andar el año leyendo “55 asesinatos en 2 días; en Juárez, 2 mil 658 ejecuciones en 2009”, cabeza que acompañaban las siguientes líneas: “En Durango, tras amagar a médicos, sicarios matan a sujeto que era atendido en hospital” y “Fueron baleadas ocho personas en Sinaloa, incluido un jefe policíaco, dentro de su patrulla”. Y habíamos cerrado el año con uno de los crímenes más atroces: el de los familiares (la madre, una tía y dos hermanos) del marino muerto en el operativo para aprehender a el Barbas.

Como verdadero adicto a la lírica popular, hace algunos años, a raíz de que las autoridades anunciaron que prohibirían la radiodifusión de corridos en los que se mencionaran a narcos y pistoleros, me vino la idea de escribir algo relacionando con ese fenómeno. El género y los protagonistas sin duda eran populares y agradaba a la gente escuchar sus historias. Eso, entonces, para nada me extrañaba, ya que también años atrás había leído Bandidos, de E. J. Hobsbawm.

En este libro el autor analiza el bandolerismo social desde sus orígenes hasta el siglo pasado, en Europa, Asia y América. La expresión suena rara, porque eso de “social” no embona bien con bandido, si consideramos que bandido es alguien que ataca y roba con violencia, lo mismo a un obrero que a un banquero o comerciante, entonces ¿en dónde está la preocupación social? La calificación de social se la dieron aquellos que resultaban beneficiados por estos personajes, no las autoridades. Es más, los bandidos sociales correspondieron a sociedades rurales, en su mayoría eran campesinos y, como puede deducirse, buscaban hacer justicia y acabar con ini quidades. Lo fueron Robin Hood, Rob Roy, Joaquín Murrieta, y en cierto momento de su vida, Pancho Villa. Y aunque Hobsbawm no los menciona, podríamos agregar al le gendario Chucho el Roto, a Julio López, a Cheno Cortina, y algunos más que cam pearon en nuestro país. (Basta una ojeada al Libro Rojo. Continuación, para consta tar lo que digo. Por otra parte, recorde mos que para las autoridades y las buenas conciencias, Genaro Vázquez Rojas y Lucio Cabañas eran viles delincuentes.)

Los bandoleros sociales, puntualiza Hobsbawm, se caracterizan porque son campesinos que, desde el punto de vista del Estado, viven fuera de la ley; no obstante siguen ligados a su pueblo y éste los ubica “como héroes, paladines, vengadores, luchadores por la justicia, a veces incluso líderes de la liberación, y en cualquier caso como personas a las que admirar, ayudar y apoyar”. La nobleza también es atributo de estos bandidos y por ello su figura y acciones han sido recogidas por la literatura.

Un común denominador es que la in justicia, el abuso de los poderosos, las autoridades o sus sicarios, los obligan a salirse de la legalidad. También, dentro de sus rasgos comunes, está que corri gen los abusos, roban a los ricos para dar le a los pobres, sólo matan en defensa propia o para vengarse o vengar a al guien, son capaces de reincorporarse a su pueblo y llevar una vida honrada si logran sobrevivir, y si mueren de manera violenta es porque algún malvado los traiciona, y son, para la gente, invisibles, inseguibles e invulnerables. Y aunque no están en el libro, yo añadiría: son muy valientes y tienen una actitud contesta taria y de desafío. Con todo esto de su lado, es comprensible que hayan sido ma teria de leyendas, romances, corridos, poemas, relatos y hasta novelas.

Es en este punto donde se relaciona lo dicho con lo que pensaba hace varios años. Las cosas han cambiado muchísimo. En primer término, para subsistir, los campesinos de nuestro país se fueron a las ciudades o “al otro lado”, a trabajar como indocumentados. Es decir, dejamos de ser una sociedad rural para convertirnos en una “moderna” sociedad urba na. Con el neoliberalismo, que acentuó la polarización y la injusticia, también llegaron nuevas formas de organización delictiva. Ahora los bandidos han perdido lo social por completo. Ahora secuestran, asesinan, extorsionan, y cometen crueldades tremendas.

Lo lamentable es que, en sentido es tricto, estamos sitiados: por un lado, el aparato de represión del Estado está desatado, y por otra la delincuencia organizada, que ya no ve pelo ni tamaño y arrasa parejo, sin perdonar ni a los po bres ni a los niños. Desmesura y excesos por ambos lados. Así, es virtualmente imposible que pueda darse una lírica popular de altura, pues, por lo visto, la sociedad se ha deteriorado tanto que ya ni siquiera hay bandidos decentes, dignos de un buen corrido.