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Un museo de Nueva York mostrará 11 misivas del autor de El guardián entre el centeno

Cartas de J.D. Salinger a un amigo arrojan luz sobre el escritor estadunidense de culto
 
Periódico La Jornada
Sábado 13 de febrero de 2010, p. 6

Nueva York, 12 de febrero. Unas cartas del escritor J.D. Salinger arrojarán luz sobre este autor fallecido hace dos semanas y uno de los personajes menos conocidos de las letras estadunidenses, informa hoy la prensa del país.

Se trata de 11 misivas que el autor de El guardián entre el centeno escribió entre 1951 y 1993 a su amigo Michael Mitchell y que serán expuestas en Nueva York.

Arrojan luz sobre el escritor que durante medio siglo vivió apartado en su casa Nueva Inglaterra y trabajó activamente sin dar a conocer sus escritos. Salinger, considerado uno de los máximos talentos literarios del siglo XX, falleció el pasado 29 de enero a los 91 años.

El diario The New York Times informaba hoy de las cartas que ahora se podrán ver y leer en el Morgan Library, un pequeño museo en Manhattan.

Fans esperan novelas inéditas

Mitchell dejó las misivas al colecionista Carter Burden, quien a su vez las legó a la Morgan Library. En ellas, Salinger relata cómo al principio disfrutó el reconocimiento que le aportó su novela de culto, lo que le permitió, entre otras cosas, una cena privada con Lawrence Olivier y Vivian Leigh en Londres. Después de su huida a la soledad en New Hampshire, acudía –según las epístolas– a menudo a Nueva York, la ciudad de su héroe de la novela, Holden Caulfield.

Allí se reunía con amigos, degustaba comida china preferentemente y pasaba horas en librerías o acudía a algún espectáculo de Broadway.

Su entusiasmo por la metrópoli fue decayendo con los años y al final sólo estaba fascinado con el submundo de Nueva York. A Salinger le encantaba el Metro, tal como reconoció en una carta a Mitchell.

Desde su retiro siguió con gran interés la evolución de la cultura pop y la política, según The New York Times. En vida, Salinger peleó hasta las máximas instancias judiciales para impedir que sus escritos llegasen al público. Y no obstante, hasta los años 80 del siglo anterior, o incluso más tarde, se levantaba a las seis de la mañana, se sentaba en su escritorio y trabajaba, según contaba a su amigo Mitchell en las cartas.

Las descripciones de su vida diaria alientan a los fans de Salinger, porque podría haber dejado escritas más novelas, que no publicó por temor a posibles críticas. En una misiva de 1966 habla de dos guiones, realmente libros, que desde hace años llevo conmigo y trabajo (en ellos).