Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 17 de enero de 2010 Num: 776

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Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Cinco brevedades
ENRIQUE HÉCTOR GONZÁLEZ

Un poeta
ARIS DIKTAIOS

Camus y la muerte absurda
RICARDO BADA

El absurdo y el hombre rebelde de Camus o
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ANTONIO VALLE

Camus: regreso al hombre rebelde
GUILLERMO VEGA ZARAGOZA

Siete preguntas para una escritora fuera de serie
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EL REFLEJO ABSOLUTO

GUILLERMO VEGA ZARAGOZA


Todo esto sucede bajo el agua,
Rodolfo J. M.,
Fondo Editorial Tierra Adentro,
México, 2009.

Este libro de cuentos de Rodolfo J. M. (México DF, 1973) –distinguido con el Premio Nacional de Cuento Joven Julio Torri 2007-2008– es una pequeña colección de ocho narraciones, agrupadas en dos secciones simétricas: Aquí y Allá, que deam bulan en diversos subgéneros fantásticos, desde la ciencia ficción hasta el relato terrorífico. El autor ha decidido recorrer caminos poco transitados en la narrativa mexicana, pues son escasos los autores que se pueden distinguir –desde Juan José Arreola hasta Alberto Chimal– por encima de la avalancha realista que domina nuestra lite ratura.

El volumen resalta además por la excelente factura formal de cada uno de los cuentos, tanto por el estilo y el lenguaje como por la estructura narrativa. Rodolfo J. M. no trata de apantallar al lector con florituras ni pirotecnias lingüísticas. Su voz es clara, directa y sin falsos adornos, razón por la cual la lectura de sus cuentos resulta altamente disfrutable. Estamos ante un narrador de formación clásica, que apunta todos sus recursos hacia el objetivo de lograr un efecto determinado en el lector al terminar cada relato. Esta impecable factura formal le permite al autor desarrollar con eficacia las ideas que quiere plasmar en sus cuen tos, los cuales nos asombran y emocionan, además de plantear ideas que nos cuestionan y nos hacen reflexionar, como lo hace todo gran artista.

¿Por qué el título Todo esto sucede bajo el agua? Desde luego, el primer impulso nos llevaría a pensar que se trata de textos relacionados con un tema acuático, pero al terminar este breve, intenso volumen, la idea es descartada por completo. De hecho, el autor ha aclarado que el título proviene de la letra de la canción “Pumuky” del grupo español El niño gusano. En sus cuentos, Rodol fo J. M. nos revela lo que en el mundo de los perso najes sucede precisamente “por debajo del agua”, y que conforme avanzamos en la lectura a noso tros también se nos va revelando. Así, en los mundos narrativos del autor, nada es lo que pare ce o aparenta ser. Siempre hay, siempre habrá algo más. La cuestión es poner atención y perma necer alerta; tratar de ver más allá de lo evidente.

De las múltiples imágenes poéticas del agua, nos dice Gaston Bachelard, una de las más suge rentes es la del agua como reflejo absoluto. Por medio de sus reflejos, el agua “duplica el mundo, duplica las cosas”, pero “también duplica al soña dor, no simplemente como una vaga imagen, sino arrastrándolo a una nueva experiencia oníri ca”, que se puede identificar como la de un espejo transparente: al mismo tiempo que refleja el mundo y el cielo –dando la ilusión de realidad–, también refleja al soñador, y al mismo tiempo le permite ver lo que hay bajo el agua.

Este efecto onírico puede ser reproducido en la obra literaria. Nos dice Bachelard: “En efecto, parecería que al leer ciertos poemas, ciertos cuentos, que el reflejo es más real porque es más puro. Como la vida es un sueño dentro de un sueño, el universo es un reflejo en un reflejo; el universo es una imagen absoluta. Al inmovilizar la imagen del cielo, el lago crea un cielo en su seno. El agua en su joven limpidez es un cielo invertido en el que los astros cobran nueva vida.” Y nos pregunta: “¿Dónde está lo real: en el cielo o en el fondo de las aguas? En nuestros sueños, el infinito es tan profundo en el firmamento como bajo las aguas.” Y cierta literatura –como es el caso de los cuentos de Rodolfo J. M.– nos permite asomarnos a ese infinito, a esa ilusión de infinito.

Por otro lado, Aldous Huxley apunta que “el ser humano es un ser anfibio que vive a un tiempo en dos mundos: el mundo de los hechos y el mundo que él ha hecho; el mundo de la materia, la vida y la conciencia, y el mundo de los símbo los”. Se podría decir que el mundo de la materia, la vida y la conciencia es lo que sucede “encima del agua”. Finalmente, el espejo refleja la realidad, nos refleja a nosotros mismos y lo que está por encima de nosotros. Sin embargo, “bajo el agua” hay otro mundo: el mundo de los símbolos. Este mundo, sin embargo, no resulta siempre tan evidente. Es necesario contar con un “espejo transparente” para tener acceso a él.

Acerca del uso o interpretación inadecuada de lo simbólico es sobre lo que nos alertan los cuentos de Rodolfo J. M. Los hechos nunca son transparentes: es necesario mirarlos de otra manera para descubrir lo que esconden, y los mundos fantásticos de nuestro autor generalmente no esconden nada bueno. Por ejemplo, una cotidiana rivalidad entre equipos de oficina en realidad es una batalla filosófico-ontológica de vida o muerte (literalmente), como sucede en “El duelo.” O un casual reencuentro entre ex condiscípulos de la Facultad de Filosofía y Letras detona la maldición de un libro misterioso como en “Todos los Rimbauds.” En otro relato, desesperados seres nocturnos asaltan un banco en pleno día. Conocemos al verda dero “Jefe de Jefes” en Ciudad Juárez y recibi mos la invitación para conocer al espeluznante Monsieur Teste.

En varios de los cuentos del libro se respira el aire enrarecido de una paranoia muy a la manera de Philip K. Dick. En “La condición” nos enteramos que el sida no es lo que nos han dicho que es. Una extraña transmisión televisiva anuncia el fugaz advenimiento de un mesías como en “El flautista” (que precisamente nos recuerda Ubik, la gran novela de Dick donde Dios, o lo que sea, se comunica a través de slogans de la publicidad de un spray). Mientras que en “ La Universidad Invisible ”, un taller literario en la Casa del Lago es en realidad una célula clandestina de un grupo de resistencia en la milenaria batalla contra “las hormigas”.

Es precisamente éste último cuento el que me parece uno de los mejores y el que engloba todas las ideas y preocupaciones del autor. Vivimos una época donde la frontera entre lo real y lo virtual (que no es más que otra forma que llamarle a lo simbólico) se ha desvanecido y, por lo mismo, en la actualidad nos encontramos en una condición sumamente peligrosa y vulnerable. Es necesario vislumbrar lo que sucede por debajo del agua.