Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 13 de diciembre de 2009 Num: 771

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Julio Ricci: narrador y personaje
ALEJANDRO MICHELENA

Cuentos chinos, bestsellers y utopías en la Feria del Libro de Frankfurt
ESTHER ANDRADI

El esperanto
RAÚL OLVERA MIJARES

La obra de Paz en Cuba
GERARDO ARREOLA entrevista con RAFAEL ACOSTA DE ARRIBA

Trieste, ciudad multiétnica
MATTEO DEAN

La Risiera de San Sabba
MATTEO DEAN

Respirar la pintura
RICARDO VENEGAS

Columnas:
La Casa Sosegada
JAVIER SICILIA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
Núm. anteriores
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Manuel Stephens

In memoriam

Este año que termina será recordado por tres grandes pérdidas en el mundo de la danza. Todavía no se aminoraba el estupor debido a la repentina e inesperada muerte de Michael Jackson, cuando se anunciaba el fallecimiento de Pina Bausch y, unas semanas después, el de Merce Cunningham. Bausch y Cunningham revolucionaron la danza y cambiaron por completo su perfil; la danza del siglo XX no se puede pensar sin la influencia definitoria de estos dos artistas.

Una de las ideas más célebres de Bausch establece que no le importaba cómo se mueven los bailarines, sino qué es lo que los mueve. La coreógrafa creaba vínculos muy poderosos con sus bailarines que superaban una mera relación profesional. El trabajo emotivo era fundamental para Bausch , llevaba a su compañía a los límites y creó la llamada danza-teatro.

Bausch fundó el Wuppertal Tanztheater en 1973 y trabajó hasta el último día de su vida. Son memorables sus danzas en que los intérpretes bailaban sobre tierra, agua y hojas, logrando una introspección única en el movimiento. Bausch exploraba los vericuetos de las identidades y la incapacidad de comunicarse con los otros. Las relaciones amorosas son frecuentemente pasionales y atormentadas, el diálogo entre los sexos es presentado como una ecuación difícil que no siempre tiene respuesta.


La consagración de la alegría. Teatro Alfa, Sao Paulo, 2006

La influencia de Bausch a nivel internacional es innegable y México no es la excepción. Además del aprendizaje debido a su manera de componer, del uso de la palabra y del contacto con el público, entre otras cuestiones, algunos coreógrafos mexicanos durante la década de 1980 hacían “citas” –por llamarlo de alguna manera– directas a su trabajo.

En 2006 hubiéramos podido ver al Wuppertal Tanztheater en el Festival Cervantino, pero por conflictos en la dirección del mismo esto no se realizó y la coreógrafa pidió una indemnización de 250 mil euros.

Merce Cunningham fue un artista que siempre se adelantó a su tiempo y podría considerársele como el último representante de las vanguardias. Para Cunningham bailar era un acto de profundo amor, ya que “no te da nada a cambio, no hay manuscritos que guardar, pinturas que colgar en las paredes y quizá en los museos, no hay poemas que imprimir y vender, no te da más que ese breve momento en que te sientes vivo”. El coreógrafo, junto con el compositor John Cage, su compañero de vida, radicalizaron la visión tradicional de la danza que, entre otras cosas, propugna el maridaje indisoluble entre movimiento y música. Cunningham establece que la música y la danza pueden ocurrir en el mismo tiempo y espacio, pero deben ser creadas de manera independiente.

Cunningham y Cage experimentaron con “operaciones aleatorias” a partir de su conocimiento del I Ching y su método adivinatorio. Esto resultó en danzas en que el azar jugaba un papel fundamental y se completaban con la interpretación del espectador. Cunningham elimina cualquier elemento anecdótico de sus obras; para él el tema de las danzas es la danza misma.


Merce Cunningham
observa a su grupo de bailarines

Cunningham estuvo siempre interesado en la tecnología y sus avances. En los años 1960 incursionó en la danza “para la pantalla”, por lo que es un pionero incuestionable de la videodanza. El coreógrafo hizo dance films que después tuvieron una versión para el escenario, y a la inversa. Con graves problemas de artritis que le impedían componer, empieza a usar a finales de los ochenta un programa computacional llamado Life Forms, que evoluciona a Dance Forms, con el que crea animaciones en tercera dimensión y con el que pudo suplir sus impedimentos físicos.

Bausch murió a los sesenta y ocho años, días después de que se le había diagnosticado cáncer, y Cunningham a los noventa en su casa de Nueva York. Visionario hasta después de su muerte, Cunningham dejó planeado el futuro de su compañía mediante lo que él denominó The Legacy Plan, que establece la preservación de su repertorio tanto con montajes como a través de la digitalización, planea una gira mundial de dos años tras lo cual la compañía cerrará sus puertas definitivamente y todo su legado será manejado por una fundación que lleva su nombre. El ejemplo de Cunningham debería ser emulado por compañías “de autor” en todo el mundo para que lo efímero de la danza encuentre cobijo y quede para futuras generaciones.

Con las muertes de Pina Bausch y Merce Cunningham termina una era que, a los dos lados del Atlántico, cambió por completo el futuro de la danza mundial.