Soldado colombiano viola a una niña y daña

un proceso de conocimiento y sabiduría

 

En noviembre pasado, las agencias internacionales de noticias difundieron una noticia casi “normal”, pero su significación iba más allá de lo terrible del hecho relatado, que afecta a una chica de trece años y también a todo su pueblo, pues ella estaba en un proceso de formación para devenir Saga, “mujer de conocimiento” entre los wiwas de La Guajira colombiana.
Su atacante, un soldado del Ejército Nacional de Colombia que  mantiene brutalmente militarizadas las regiones indígenas, representa sin él saberlo a todo un poder, un sistema dominante. No sólo en ese país. Como metáfora es brutal, pero lo que está sucediendo con los pueblos indígenas y sus territorios ancestrales es más brutal todavía, desde la Araucanía y la Patagonia hasta las montañas mexicanas.
Según la información, una niña de la comunidad wiwa La Peña de los Indios fue atacada por un soldado en la Sierra Nevada de Santa Marta, al norte de Colombia. El agresor actuó “bajo los efectos, al parecer, de sustancias alucinógenas, y usó el fusil de dotación para atemorizar a la familia de la menor”, según un comunicado de la Organización Nacional Indígena de Colombia (ONIC).
La ONIC precisó que la afectada es una menor en proceso de formación para devenir Saga en la zona montañosa de San Juan del César, departamento de La Guajira.
El soldado, efectivo de un batallón blindado del Ejército Nacional, “intimidó a la madre y los tres hermanos de la niña, a quien buscó y llevó hasta una zona de rastrojos donde la violó”, precisó la ONIC, agregando que el militar “amedrentó a los familiares con varios disparos”.
La ONIC indicó que la Organización Wiwa Yugumaiun Bunkuanarrua Tayrona (OWYBT) denunció los hechos ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual ya mantiene medidas cautelares en favor de los wiwa. La OWYBT advirtió que el militar deberá ser sancionado ejemplarmente, y la menor y su familia, “adecuadamente resarcidos”, subrayando que con la vulgar agresión sexual “se echó a perder un prolongado y delicado proceso en la formación tradicional de una futura Saga”, quien experimentó en su propio cuerpo lo que está sucediendo a la cultura, las tierras y la dignidad de todos los pueblos originarios de América.

Ojarasca