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Lleva 48 años dentro de los servicios médicos de la CBDF

Prevenir daños en los púgiles, rutina para Horacio Ramírez

Revisar a los boxeadores antes de las contiendas, una de sus funciones

 
Periódico La Jornada
Martes 1º de diciembre de 2009, p. a15

Recostado en una destartalada mesa de exploración, el boxeador Alejandro Barrera entrecierra los ojos mientras un médico le retira los vendoletes de la ceja en la que sufrió una cortada al estrellar accidentalmente la cabeza contra su rival, el pasado miércoles, en su regreso a los cuadriláteros, después de un año de retiro.

Esa es rutina para un peleador y para los servicios médicos de la Comisión de Boxeo del Distrito Federal (CBDF), que dirige el doctor Horacio Ramírez Mercado, quien ha estado en el área desde hace 48 años atendiendo en uno de los deportes donde el deterioro físico es inevitable y que en los días recientes sumó tres episodios más de los peligros a los que se exponen los peleadores: la fractura del pómulo de Édgar Sosa, el coágulo cerebral de Giovanni Díaz y la muerte de Francisco Rodríguez, mexicano radicado en Chicago.

Todo luce como si perteneciera a otra época en las instalaciones de la comisión, pero por sus pasillos angostos y sin ventanas pasan todos los púgiles y luchadores que desean tener actividad en la capital. Los médicos –cuenta Ramírez Mercado– abren historias clínicas a los debutantes, realizan exámenes a los contendientes horas antes de sus combates, expiden autorizaciones y salidas para funciones, y cuando es necesario se examinan los estragos que sufren los peleadores después de una escaramuza.

No importa si son demasiados y hay que quedarse hasta la noche. No nos vamos hasta que revisemos minuciosamente a todos, dice el doctor, haciendo énfasis en la responsabilidad que tienen en la seguridad de los peleadores.

Hace énfasis para no dejar espacio a la duda, pues sabe que tras la muerte de Daniel Aguillón el año pasado, la gestión de la comisión fue duramente criticada y cuestionada por la fragilidad de los procesos para autorizar contiendas.

En ese tema es cuidadoso y recuerda que desde 1953 no había ocurrido ninguna muerte sobre el cuadrilátero. En todos los años que ha estado en los servicios médicos de la comisión ningún episodio ha sido tan difícil para Ramírez Mercado como la muerte de ese joven que estaba a punto de concluir un combate ante Alejandro Sanabria.

Para en lo posible evitar peligros innecesarios, explica que en el historial clínico se toman en cuenta los antecedentes hereditarios, la condición física general, hábitos y actividades, así como la revisión minuciosa del aparato respiratorio, del corazón, demás órganos y sentidos, presión arterial y exploración neurológica.

Nada queda fuera –afirma insistente–, aunque no puede dejar de lado que en este deporte es inevitable que ocurran estos accidentes. No hay que olvidar que son humanos y están expuestos a eso en una de las actividades de mayor riesgo, dice.

Además, aclara que la responsabilidad médica en este deporte radica sólo en avalar las condiciones físicas del púgil, pero la autorización de una pelea no es un asunto médico, sino de las distintas comisiones, dice mientras hojea el programa de una función de boxeo. Revisa nombres de muchachos, peleadores cuya rutina es el peligro.