Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de noviembre de 2009 Num: 768

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El 7 de septiembre
AURA MARTÍNEZ

Mi testamento
MIJALIS KTSARÓS

Uno es muchos
RICARDO YÁÑEZ entrevista con ALBERTO ESTRELLA

La tía Lillian
JEANNETTE LOZANO

Antonio Cisneros: es animal el poema
JOSÉ ÁNGEL LEYVA

La conjura de los necios: cuarenta años de la muerte de John Kennedy Toole
RAFAEL REY

Umberto Eco: el poder de la insolencia
JORGE GUDIÑO

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Columnas:
Prosa-ismos
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This Is It y… más

Antes que nada, un agradecimiento a los lectores de esta dominguera y sonorosa columna. Por ellos nos enteramos de cosas nuevas y, algunas veces, corregimos ideas, conceptos y erratas. Recientemente, verbigracia, respondieron señalando que Placebo no tocó el cover “Running Up That Hill” durante su visita a México y que su autora, Kate Bush, nunca estuvo casada con Peter Gabriel (uso mayúsculas porque ese fue el tono regañón que nos pegaron). Incluso hubo quien reclamó que fuéramos tantos quienes insistiéramos en que la señora Bush es una creación de Gabriel y David Gilmour. ¡Vaya! No sabíamos que tales fueran nuestros pensamientos. Tampoco imaginamos que un asunto marital sacara tanta urticaria. De cualquier forma nos encanta el eco sin importar su impulso. Tenemos la coraza dura y el pecho abierto. Sigamos dialogando.

En otro orden de ideas –frase insoportable–, queremos extender algunas recomendaciones discográficas de Yamil Rezc, talentoso productor e ingeniero mexicano con quien nos encontramos recientemente y cuyo ascenso se ha hecho notar en lo que queda de nuestra industria: Mew (Dinamarca), The bird and the bee (Estados Unidos) y M83 (Francia), tres bandas que participan en la redefinición del pop –desde una perspectiva muy pop– pero que no se tientan el corazón al mezclar sus ambiciones comerciales con el art rock de Yes, las armonías de Tom Jobim o los sintetizadores de A-Ha, respectivamente. Tres bandas que apuestan por la energía y el poder juvenil, pero que cuentan con varios discos y con la inteligencia suficiente para aprovechar armonías y ritmos de gran complejidad en contextos asequibles a la masa. O sea, tres proyectos afamados pero aún desconocidos a gran escala y que el lector de gustos eclécticos debe memorizar. Sus discos: No More Stories Are Told Today, Sorry… (Mew, 2009), Ray Guns Are Not Just The Future (The Bird and the Bee, 2008), Saturdays = Youth (M83, 2008).

Finalmente, y para cerrar el círculo, algo diremos sobre el “documental” This Is It, de Michael Jackson. Tras la euforia de dos semanas bajo la amenaza de que “ya no habrá más funciones”, claro que las hubo y así nos presentamos a juicio. El resultado conmueve, pero no por sensiblero o morboso. Nada hay sobre su muerte, funerales, histerias globales o pleitos familiares. Nada hay sobre su discografía, mercadotecnia, descendientes o enamoramientos. Lo que hay es un extraordinario cantante y bailarín de cincuenta años que, con gran lucidez, ensaya y prepara un gigantesco espectáculo.

Ya antes, tras su muerte, dijimos que independientemente de sus locuras estéticas y acusaciones por pederastia, era un artista real con numerosas virtudes, con una vida peculiar asociada a lo mejor de la música negra estadunidense. Así que no volveremos al asunto. Tampoco haremos una apología de su obra completa, pues la evidente falta de criterio que gobernó su existencia arrojó varios productos de mala calidad. Sólo subrayaremos que This Is It fue hecha con el respeto y cariño de su mayor socio creativo, Kenny Ortega, y que efectivamente nos permite acercarnos un poco al proceso creativo de un músico de época que, sin duda alguna, estaba listo para ofrecerse en plenitud incluso con tan bajo peso corporal.

Dirigiendo bailarines, atendiendo la escenografía, actuando en videoclips para las pantallas, cantando, corrigiendo a músicos y coristas, sorprende verlo tan involucrado y con tanta capacidad de liderazgo pese a su frágil presencia y suave expresión verbal. Media docena de ensayos filmados sumaron suficiente pietaje para tenerlo casi al desnudo, llenando el escenario aun sin la parafernalia de la iluminación, video, pirotecnia y baile que de a poco se nos ofrece. Se trata entonces de la música y de su intérprete –su creador en la mayoría de los casos– frente a una audiencia compuesta únicamente por personal técnico y bailarines, fanáticos tras bambalinas que sólo en un par de ocasiones lo entusiasman tanto como para demostrar sus capacidades, rompiendo con la mesura gracias a la cual, según se ve y él mismo explica, reservaba energías para una cadena de cincuenta conciertos en Inglaterra.

Grúas, un bulldozer, una araña, un traje robótico, cristales de Zwarovski con luz, homenajes cinematográficos, virtuosismo musical, todo pasa a segundo plano cuando en la oscuridad del Staples Center de Los Angeles, ¡su sala de ensayos!, Michael Jackson canta fragmentos de “Human Nature”, a capella, decidiendo movimientos y rutas sobre el tinglado. Con oído y afinación perfectos, con una motricidad envidiable, lo que más sorprende, empero, es el nivel de responsabilidad con el cual articulaba todo lo que ocurría. Fuera con el movimiento de una mano, del sombrero o de un hombro, cientos de personas y millones de dólares en funcionamiento debían cumplir su parte simultáneamente y sin quitarle un ojo de encima.

Dicho esto, vale la pena despedirse del señor Jackson viendo la película, pero sólo si gusta de su música. Por que de documental no tiene nada y tampoco sigue una estructura específica. Su final con “Man In The Mirror”, eso sí, es notable.