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Presentaron Recetas de familia, poemario del roquero y luchador social

Guillermo Briseño evoca, habla y canta a sus muertos desde la memoria

Los poetas sirven para decir esas palabras que sentimos robadas, dijo Felipe Garrido

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Guillermo Briseño, anteayer, durante la presentación de su libro en el Centro de Lectura CondesaFoto María Meléndrez Parada
 
Periódico La Jornada
Jueves 12 de noviembre de 2009, p. 6

La memoria y el sabor agridulce de la vida diaria son los principales ingredientes del poemario Recetas de familia, en el cual el roquero Guillermo Briseño revela una singular y emotiva manera de hacer público el ámbito privado.

Mediante esa obra, la cual fue presentada la noche del martes en el Centro de Lectura Condesa del Instituto Nacional de Bella Artes (INBA), el autor evoca, habla y canta a sus muertos.

También venera y disecciona el amor por su esposa, hijos, hermanos, amigos y compañeros de lucha; encuentros y desencuentros; transita de lo íntimo a lo universal y traduce en música de palabras los sentimientos y las emociones.

Publicado por Editorial Jus y el Instituto Municipal de Cultura de Torreón, el libro, si bien en su título hace una analogía gastronómica, está estructurado a manera de una sonata de cinco movimientos: Piano aperitivo, Piano dulce, Piano a la sal, Piano amargo y Piano de sobremesa.

La edición incluye además un disco compacto en el que el músico y escritor interpreta piezas pianísticas para acompañar la lectura de los poemas.

Pianista, guitarrista, compositor, ingeniero químico, tallerista y luchador social, Guillermo Briseño cuenta que el origen de este poemario se debe a un proceso extraño, porque “no fue escrito en una sentada, por más larga que ésta hubiera sido, incluso de meses, como lo hacen generalmente los escritores.

Es un libro hecho a lo largo de varios años. Es más, los poemas nunca fueron concebidos para integrar un libro, simplemente salieron con placeres y dificultades de todo tipo. Son situaciones muy cercanas de mi vida, lo cual explica el título (del volumen).

Según el autor, se trata de un poemario lleno de cosas dulces, de sal, también de recetas amargas. La música intercalada puede ser un gancho para la frivolidad y la cursilería más grande, pero aquí, por supuesto, no se trataba de eso, sino que siempre he usado el piano para decir; sin él, me siento incompleto.

Aficiones, vocaciones y delirios

Durante la presentación del libro, la escritora Mariángeles Comesaña llamó a la de Briseño una poesía necesaria, que nos entrega el corazón para mirarlo desde el nuestro; no hay error ni palabra vacía.

Sostuvo que se trata de una poesía que, de golpe, nos devuelve una memoria compartida. Lo digo porque el mundo es chiquito y somos al fin y al cabo una familia caminando por el mismo pasillo, soñando que soñamos, una caricia que fue nuestra, los amigos que se fueron con un pedazo de nosotros, una derrota que nos hizo personas en la victoria a veces incomprensible de estar vivos todavía.

Para Comesaña, “Recetas de familia es recipiente de una historia que hila fino en el espacio de papel. Es un libro entrañable porque está escrito desde lo más profundo del agua que Guillermo bebió cuando niño y, desde esa distancia que duele como una herida abierta, nos presenta el retrato de sus seres queridos para que no haya duda de quiénes fueron los responsables de sus aficiones, vocaciones, delirios”.

Por su parte, el escritor Felipe Garrido, el otro presentador, afirmó que cualquier persona que lea los versos de Briseño se transforma en poeta, cuando menos durante el proceso de lectura, y recupera las muertes que ha vivido.

Los poetas sirven para decir lo que tenemos en la boca, pero no podemos; esas palabras que sentimos robadas, aseveró. La poesía sirve para nombrar el mundo y los poetas son como guías que van delante de nosotros y van señalando caminos y descorriendo cortinas, nos advierten de cosas que no vemos o no sentimos. La poesía es una forma de la alegría.