Opinión
Ver día anteriorLunes 2 de noviembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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TOROS
¿La Fiesta en Paz?

Descubrir a Nacho Pérez

Q

uedan en México aficionados pensantes que a su reflexión seria sobre el fenómeno taurino añaden un corazón comprometido con la fiesta de toros y con sus protagonistas, incluso con aquellos que no alcanzaron la fama ni la alternativa, aunque en sus tardes mejores hayan tocado los dinteles de la gloria.

Salvador Díaz Sánchez, uno de esos aficionados capaces de incluir reflexión y emoción en torno a la tauromaquia y al misterio de existir, realizó un intenso e inspirado video: Carmelo, Silverio y Nacho. La dinastía de los Pérez, como homenaje a los tres toreros que ha dado Pentecostés, pequeña población hoy conurbada con Texcoco, estado de México, entidad siempre medio pasmada con relación a su rica tradición taurina.

Miguel Cepeda El Breco, otra de esas personalidades cuyo arrojo y torería no cupieron en la mentalidad acartonada de nuestros empresarios, tuvo la gentileza de poner en mis manos el video en cuestión, que en 82 minutos de duración ilustrados con pinturas, grabados, fotografías, testimonios, entrevistas y escenas a color y en blanco y negro, incluso de clásicos como ¡Que viva México!, de Eisenstein o Torero, de Carlos Velo, ofrece una perspectiva histórico-cultural, tauromáquica y familiar de los tres Pérez Gutiérrez metidos a toreros.

Ahijado, amigo y admirador de la personalidad de Nacho, el menor de los hermanos que se vistieron de luces y el menos conocido por haber truncado su prometedora carrera novilleril a punto de ir a España, ya por razones personales, ya por respeto y gratitud a su hermano Silverio, siete años mayor que él, Salvador Díaz logra con su documental una cálida aproximación a la energía que permeó las expresiones toreras de los Pérez.

De pronto, Nacho aparece en pantalla. Rugoso rostro de inconfundible sencillez pereciana, ojos vivísimos, afilada nariz, sonrisa franca y melancólica, ademanes enérgicos, poblada cabellera apenas entrecana y un timbre de voz que refuerza el parentesco, confiesa con un fatalismo de raza: “Quise ser matador de toros pero no se pudo… A Silverio yo lo vi como padre y madre”… Y con la muleta liga despaciosos naturales usando su bastón como ayudado.

No obstante el enorme peso taurino de sus hermanos, Ignacio Pérez tuvo carácter y afición para triunfar al lado de Procuna y otros en faenas memorables, pues “Sólo el alma de las cosas permanece en la necia memoria de la nostalgia. De ahí eres, Nacho Pérez”, remata el documental.