Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 1 de noviembre de 2009 Num: 765

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Una vida en la actuación
RICARDO YÁÑEZ entrevista con MARTHA OFELIA GALINDO

Nota de presentación
MARCO ANTONIO CAMPOS

Bonifaz Nuño, universitario de excepción
JUAN RAMÓN DE LA FUENTE

Poema
RUBÉN BONIFAZ NUÑO

(Boceto de) mi trato con Bonifaz Nuño
FERNANDO CURIEL

Rubén Bonifaz Nuño
JUAN GELMAN

Un universitario llamado Rubén Bonifaz Nuño
JORGE CARPIZO

Un universitario paradigmático
DIEGO VALADÉS

Lowry: el que fue volcán
PAUL MEDRANO

Leer

Columnas:
Galería
SALOMÓN DERREZA

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Un universitario llamado Rubén Bonifaz Nuño

Jorge Carpizo


Con Monterroso, Henestroza y Mejía Sánchez

Rubén Bonifaz Nuño pertenece a una estirpe de hombres cuya existencia tiene como columna vertebral a la Universidad Nacional Autónoma de México y su amor sin límite alguno a la cultura, la enseñanza y la investigación.

Rubén es universitario unamita en todos los sentidos y desde todos los ángulos. Su existencia sería inconcebible fuera de la UNAM. Él es parte entrañable de la institución. Ésta le representa todo aquello por lo cual vivir vale la pena.

En 1940 ingresó a la Escuela Nacional Preparatoria y en 1943 a la Escuela Nacional de Jurisprudencia. Ejerció como abogado de los buenos. Él reconoce que los estudios jurídicos lo formaron y le otorgaron una estructura mental lógica, que con posterioridad le sería de especial utilidad en sus investigaciones.

En la Facultad de Filosofía y Letras prosiguió su preparación y obtuvo los grados de maestro y doctor en Letras Clásicas. En 1960 comenzó a impartir la materia de Latín en esa Facultad, y a partir del año siguiente y hasta hoy se entrega por completo a su Seminario de Latín, en el cual ha formado a generaciones y generaciones de estupendos docentes e investigadores en esa disciplina. Además, para muchos de ellos se convirtió en su tutor y amigo, en quien les inculcó su profundo amor por la Universidad y la cultura, la devoción por el trabajo académico, y que a la UNAM hay que brindarle lo mejor de uno mismo; vivir para ella y para lo que implica en la vida del país, y no vivir de ella para usufructuarla y lograr beneficios personales indebidos.

Después de una temporada en la Dirección General de Información, en 1955 llegó a la Dirección General de Publicaciones, la cual presidió durante más de cinco años. Fueron años esplendorosos para la labor editorial de la UNAM. Rubén cuidaba las ediciones, cada una de ellas debía ser una pequeña obra de arte y logró que varias alcanzaran maestría extraordinaria. Las colecciones centrales de la Universidad se fortalecieron y engrandecieron: la Biblioteca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, la Colección de Arte, la Nueva Biblioteca Mexicana, Nuestros Clásicos, la Biblioteca del Estudiante Universitario.

En 1966, y durante once años, se desempeñó como Coordinador de Humanidades y continuó con esa singular labor editorial, abrió las puertas de esa dependencia académica a artistas, a quienes apoyó con contratos de investigación, y en forma directa intervino en la creación de los Centros de Lingüística Hispánica, de Traductores de Lenguas Clásicas y de Estudios Mayas.


Con José Emilio Pacheco y otros amigos

En 1973 unió esos Centros y el de Estudios Literarios, de existencia anterior, e impulsó que el Consejo Universitario creara el Instituto de Investigaciones Filológicas, del cual fue el fundador y primer director durante doce años. La creación de este Instituto puede considerarse la joya de la corona de la carrera académico-administrativa de Rubén Bonifaz Nuño. En este Instituto plasmó su concepción de investigación y del humanismo como la base sobre la cual se deben realizar las investigaciones en las ciencias sociales y las naturales. El hombre como eje de todo el universo.

Un personaje como él, de tiempo supercompleto y exclusivo –exclusivo para la UNAM–, ha desempeñado, además, las labores más diversas en beneficio de su alma mater, como son, entre otras, miembro de comisiones para reformar planes de estudio y dictaminadoras, y de diversos órganos colegiados, de los cuales sobresale que formó parte de la Junta de Gobierno de 1987 a 1993.

Rubén Bonifaz Nuño es un caso muy especial. Incluso físicamente no se halla tranquilo si no se encuentra en las instalaciones universitarias. Durante décadas, sus vacaciones las dedicaba íntegramente a investigar –desde 1966 es investigador de carrera. Con posterioridad, cuando su vista comenzó a opacarse, las vacaciones se le hicieron odiosas. Confiesa que se aburre en su casa, que necesita las discusiones de su Seminario, el intercambio de ideas con sus discípulos, el auxilio en su trabajo desde entonces le es indispensable, debido a su ceguera. Durante las vacaciones, lo busco telefónicamente y lo encuentro triste y algo deprimido. Apenas regresa a su oficina, en el edificio de la Biblioteca Central, una vez más se le nota alegre, guasón, con energía para continuar laborando.

A Rubén, durante todas estas décadas, le ha tocado sufrir diversas tragedias universitarias; entre las últimas se encuentran las de 1968, 1972, 1977 y 1999. Siempre ha luchado, con las armas que le son propias, por su Universidad, por un proyecto cultural, por la institución de enseñanza superior más importante de Iberoamérica. Siempre ha estado junto a los rectores en la defensa de la Universidad, con la concepción que heredó de quienes considera sus mejores y más queridos maestros: Antonio y Alfonso Caso, Mario de la Cueva , Eduardo García Maynez, Rafael Preciado Hernández, Rafael Rojina Villegas, Ignacio Chávez, Julio Torri, Agustín Yáñez, Eduardo Nicol y Amancio Bolaños. Todos grandes universitarios, grandes humanistas, grandes amantes de la cultura, y hoy Rubén Bonifaz Nuño es parte de ellos, como ellos lo son de él.

En nuestros días, Rubén, para profesores, investigadores, estudiantes y trabajadores, es uno de los grandes, grandes, muy grandes universitarios que habitan la Ciudad del Pedregal. Savia de la cultura clásica que se entrelaza con el mundo prehispánico y con lo mejor de la tradición ibérica. Esa es nuestra raza por la que habla el espíritu de la cultura y de lo que somos como parte del mapa que centra a nuestro escudo, la América Latina, que para Rubén es Ovidio, Virgilio y Propercio, es Nezahualcóyotl y Cuauhtémoc, es Fray Luis de León, Juan de la Cruz, Lope de Vega y Quevedo, es Sor Juana Inés y Juan Ruiz de Alarcón, es el Inca Garcilaso de la Vega, es Rómulo Gallegos, Miguel Ángel Asturias, Pablo Neruda y Tito Monterroso. La América Latina de Rubén Bonifaz. La raza de Rubén Bonifaz. El espíritu de Rubén Bonifaz. Una existencia rica, fructífera, al servicio de México, de la cultura y de su Universidad Nacional. Rubén, humanista; Rubén, traductor; Rubén, filólogo; Rubén, poeta y ensayista, pero esencial y profundamente universitario; universitario al cien por ciento, universitario por convicción y devoción. Universitario, porque únicamente puede y quiere ser universitario.