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Refrendó ante una multitud que cuando canta sostiene el corazón entre las manos

Geo Meneses se consagró de manera definitiva en Guanajuato

Ciento ochenta músicos y el estreno de la letra de Dolores Castro a un vals de Juventino Rosas enmarcaron la presentación de la intérprete

Inusitada ovación a la poeta en la Alhóndiga

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Geo Meneses, el domingo, durante su participación en el programa Alma de México, que se presentó en la Alhóndiga de GranaditasFoto Cortesía FIC
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Periódico La Jornada
Martes 27 de octubre de 2009, p. 4

Guanajuato, Gto., 26 de octubre. Cuatro bandas de alientos-metales, 180 músicos, el estreno de un vals de Juventino Rosas con letra de la poeta Dolores Castro, el tesoro de la lírica nacional, y una multitud emocionada, enmarcaron la consagración definitiva de Geo Meneses en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, en el 37 Festival Internacional Cervantino (FIC).

En los cuernos de la Luna, la artista refrendó que cuando canta no sostiene entre las manos el micrófono, sino su corazón. El público gozo con la interpretación de Geo Meneses, una cantante que ha desarrollado estilo propio, registro canoro impresionante, verosimilitud absoluta en su decir, en su fraseo.

Alma de México se tituló el programa que durante un par de horas hizo un recorrido por los sentimientos, la poesía, la gloriosa música tradicional de un país que canta, baila, silba y se emociona con la música mexicana.

Cucurrucucú paloma, de Tomás Méndez, pero antes la Marcha Zacatecas y otras tres canciones en versión banda de pueblo, con sus clarinetes, sus trombones, sus trompetas, el pabellón dorado de 12 tubas-madres rezumbando. Ay, cómo rezumba y suena.

De pasión mortal moría. Y en el cucurrucucú suelta Geo Meneses improvisaciones vocales tan audaces como las límpidas notas sucias del down beat, la pasión del blues, blues de pasión mortal, del lado moridor.

Amplio registro canoro, colocación estupenda de la línea de canto, manierismo hiperdesarrollado, legato natural, el balance del avance estilístico de esta intérprete de emociones y sentimientos verdaderos se hizo hoguera alimentada por el viento frío, los corazones álgidos de la muchedumbre embelesada.

Tremor, tremar del coro de trompetas, el zumbido de los güiros y el sonsonete rezongón de trombones y de tubas, el todo en golpeteo telúrico rematado con acordes de erupción volcánica allá arriba, en la batería de percusiones formada en hemiciclo.

Geo Meneses conquistó el corazón del público de Guanajuato con Canción mexicana, de Lalo Guerrero; La malagueña, de Pedro Galindo-Elpidio Ramírez, y El cascabel.

Luego llegó el momento del estreno mundial de la letra del vals Ensueño seductor, escrita por Dolores Castro, poeta mexicana que fue aclamada, vitoreada, homenajeada con aplausos en un acontecimiento que pocas veces pasa pero cuando acontece así, como la noche del domingo en la explanada de la Alhóndiga de Granaditas, es digno de una épica sordina. Pocas veces el pueblo tiene oportunidad de vitorear multitudinariamente a una poeta. Y así sucedió esa noche clara de inquietos luceros.

Un dos trés, un dos trés, un dos trés, la rítmica in crescendo, hipnótica del vals. El vals, esa manera que tienen los humanos de vivir la lúcida embriaguez del mundo y sus encantos.

Mirando a los ojos a la Luna, los amantes de la música se embelesan con un par de arpas tradicionales que campean. Benina Rolón, especialista argentina, rinde entonces la versión original de la Marcha Zacatecas, que el maestro Genaro Codina, quien era arpista de profesión, escribió, antes que para orquesta y banda, para arpa. Con lo cual se comprobó científicamente que las que tocan el arpa no son arpías, sino almas gemelas de los mismísimos ángeles.

De nuevo en el escenario, Geo Meneses canta un huapango y suelta su voz al viento de soprano coloratura, va y viene del registro grave hacia el agudo y viceversa, balancea el fraseo, enuncia, dice, deletrea. Prende al público con su voz, que logra vibrar en su interior.

A la luz de las estrellas, la gente grita: ¡otra, otra, otra! Quieren más poesía nacional y Geo Meneses le regala Aires del Mayab y La pajarera; en esta canción la acompaña un coro de trinar de aves con silbidos del público.

Antes de culminar el concierto, Georgina deleita a sus seguidores con un canto a capella de Cucurrucucú paloma; así cierra el círculo mágico del homenaje a la música mexicana.

Noche de multitudes en las gradas y en el escenario. En el graderío las palmas, los coros, y los rostros animados por el canto. En el escenario 180 músicos de banda jugaban con las notas.

Y sobre el cielo de Guanajuato se elevó entonces un humito blanco límpido y transparente, celebrando la consagración definitiva, multitudinaria, de la cantante Geo Meneses.