Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 4 de octubre de 2009 Num: 761

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Edith Wharton,
afortunada y sola

LAURA FALCOFF

Asesinato impune
Joan O'Neill

Una zanahoria
para el desayuno

ROSALEEN LINEHAN

Las veleidades del consenso: Ibargüengoitia, Garibay y Spota
RAÚL OLVERA MIJARES

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Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

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JORGE MOCH


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HISTORIA ORAL DE LA DIPLOMACIA MEXICANA

CARLOS FERRER


Alfonso Castro Valle: una excepcional carrera diplomática,
Graciela de Garay,
Secretaría de Relaciones Exteriores,
México, 2008.

De Carlos Fuentes es el parafraseo de que, como la Metro Goldwyn Mayer, en su época dorada la Secretaría de Relaciones tenía más estrellas que el mismo cielo. Sin entrar en detalle sobre la magnitud de dichos astros, resulta inescapable que Alfonso Castro Valle era uno de ellos. Sus inicios en la carrera diplomática fueron lo modestos del caso, como escribiente, término que se daba en 1933 a los ahora técnicos administrativos. En el mundo convulso de la gran depresión y con marcados nubarrones en ciernes, no había labor insignificante para la diplomacia mexicana. Tocó a sus primeros maestros, Isidro Fabela y Manuel Tello, encausar la vocación y el talento de Castro Valle.

En 1986 la Secretaría de Relaciones Exteriores realizó el proyecto de la Historia oral de la diplomacia mexicana. Entonces vio una primera luz la obra que ahora se ha editado por separado y que se intitula Alfonso Castro Valle: una excepcional carrera diplomática. La segunda edición conserva la espontaneidad del lenguaje coloquial y sólo se suprimieron las preguntas para permitir una lectura fluida de la memoria oral.

La obra pone énfasis en el trabajo como embajador del entrevistado. Japón en 1959 fue su primer cargo a ese nivel. Si bien diplomático de carrera, Castro Valle tuvo ligas de amistad, y hasta familiares por caminos indirectos, con el presidente Adolfo López Mateos . Todo combinó para una labor productiva en Tokio sólo interrumpida en 1962 por caprichos de la vida. De su paso por Indonesia, donde fue embajador concurrente, aflora el interés del presidente Sukarno por la relación con México. Ello ayudó, al igual que en el país nipón, a cimentar firmes lazos económicos.

No es abundante lo que Castro Valle cuenta sobre Checoslovaquia, donde le tocó vivir la primavera de Praga de 1968. Sin embargo, reflexiona con mayor amplitud sobre el muro de Berlín, esa daga que partiera en dos una ciudad y materializó a los ojos del mundo, en la capital alemana, el concepto churchilliano de la cortina de hierro que cayó sobre Europa al finalizar la segunda guerra mundial .

Turquía, y su concurrencia en el antiguo imperio persa durante la presidencia de Luis Echeverría , reciben amplia cobertura. También las visitas que el jefe de Estado mexicano hizo a Irán y Kuwait en 1975. Subraya el gran apoyo que su esposa e hija le brindaron para el éxito del compromiso en Teherán, y externa su pesar sobre el papel del Estado Mayor Presidencial que “entraba por todas partes, descomponía mesas que ya estaban arregladas de acuerdo con el propósito del país que se visitaba, etcétera. Ésta es una crítica que yo he manifestado en otras ocasiones. Creo que el protocolo de la Presidencia debe regresar a Relaciones Exteriores, que sabe manejarlo mucho mejor.”

Ameno como una charla y salpicado de anécdotas, el libro dibuja la sensibilidad por el arte y la personalidad de este legendario diplomático. Bien describe Carlos López Estrada, en la presentación a esta segunda edición, la cotidiana pregunta de Castro Valle: “¿Y esto que está ocurriendo, en qué favorece, o acaso perjudica, a México?”



Los esclavos,
Alberto Chimal,
Almadía,
México, 2009.

Esta es la primera novela del fabulador, cuentista, escritor difícilmente clasificable que es Alberto Chimal. En ella, hace gala de sus muchos recursos narrativos, de su afinada pluma, para exponer la historia múltiple del poder ejercido sobre un semejante, así como la capacidad humana de subvertir conciencias, anular voluntades y llevar a quienes ejercen dicho poder a límites donde conceptos como el amor, el placer y el deseo pierden su significado habitual para desplegarse en variantes de crudeza insospechada.