Opinión
Ver día anteriorDomingo 27 de septiembre de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Desde otras ciudades

Duchas callejeras en París

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La Torre Eiffel, símbolo de París, donde comienzan a hacerse populares las cabinas para tomar una duchaFoto Tomada de Internet
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arís. Anteojos pequeños, pelo canoso y una camisa limpia a rayas rojas: el aspecto de este hombre podría dar la impresión de que hubiera terminado su descanso del mediodía para regresar a la oficina. Pero Charles, como se hace llamar, sale de la ducha. No de su casa ni de una piscina, sino de los baños públicos de Saint-Merri, ubicados apenas a 100 metros del Centro Pompidou de París.

Con una pequeña mochila y una gran bolsa de plástico está parado cerca de la entrada del edificio. Al principio se averió mi ducha, después no tenía dinero para arreglarla. Más tarde no podía pagar el alquiler de sólo un ambiente. Ahora duermo en distintos sitios y estoy feliz de que como mínimo puedo ducharme sin tener que pagar nada, explica con una sonrisa agradecida.

En París existen 18 instalaciones de este tipo, las llamadas bains-douches. Están abiertas entre cuatro y seis días a la semana de 7 a 19 horas. Desde 2000 no se cobra la entrada. Desde entonces el público ha cambiado mucho, explica Oumar, que trabaja como empleado público desde 1977 en las duchas de Saint-Merri, ubicadas en un complejo de los años 80.

El aire allí no es muy bueno pese a que el día anterior pasó la brigada de limpieza. Las cabinas son pequeñas y están muy juntas. Después de que la gente se ha duchado, se limpian con un chorro de agua.

En un día llegan a pasar un promedio de 200 personas. En la entrada cuelga un cartel con las normas que indican concretamente un comportamiento respetuoso con los empleados.

En un año ha aumentado el número de personas que acuden a las duchas públicas, según ha podido observar Charles. A menudo se tiene que hacer cola. La mayoría son hombres, por ejemplo inmigrantes de primera generación que pasan la mitad de su tiempo en una pequeña habitación en París y el resto en el norte de África. Gente sin papeles, personas sin techo.

Dpa