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El impacto para América Móvil en el año 2010 será de 5 mil 600 millones de pesos

Aplicar el IEPS a telecomunicaciones tendrá efecto negativo, señala Bancomer

La medida va en contra del plan de desarrollo ya que no es un servicio de lujo, afirma experto

 
Periódico La Jornada
Jueves 10 de septiembre de 2009, p. 19

Los mexicanos tienen contratadas 20 millones de líneas de teléfonos fijos, 80 millones de teléfonos celulares, alrededor de 5 millones de servicios de televisión restringida, además de otros de telecomunicaciones como Internet, trunking y paging, más los que se sumen a esta industria que durante el segundo trimestre de 2009 creció 11 por ciento en un mal año, y a los que se les pretende aplicar un impuesto de 4 por ciento.

Analistas de Bancomer señalaron que a corto plazo la aplicación del impuesto especial sobre producción y servicios (IEPS) a los servicios de telecomunicaciones tendrá efectos negativos, pero a largo plazo, si se convence a las calificadoras e inversionistas y se logra menor dependencia del ingreso petrolero, las repercusiones podrían ser positivas.

En el caso de América Móvil, una de las empresas más exitosas de Carlos Slim, el impacto durante 2010 sería de 5 mil 600 millones de pesos EBITDA (ingresos antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización), ya que no podrá dejar de asumir el costo del impuesto en las tarjetas del prepago y en las facturas de postpago.

Ante este panorama, Ernesto Piedras, director de la consultoría especializada en telecomunicaciones The Competitive Intelligence Unit (CIU) aseguró que aplicar un impuesto de 4 por ciento al único sector productivo que crece en la economía sería un castigo, y resultado de un ejercicio de desesperación fiscal.

Destacó que la medida va en contra de los objetivos del Plan Nacional de Desarrollo, ya que no se trata de un sector que ofrezca servicios de lujo, sino que genera empleo e inversión, y que cubre las necesidades básicas de comunicación de los ciudadanos y empresas. Si se aplica este nuevo impuesto, dijo, es previsible una desaceleración en la contratación de servicios de banda ancha, telefonía móvil y un ajuste en los volúmenes de consumo.

Se suma a golpe de la SCT

No es necesario un nuevo impuesto para que la industria de las telecomunicaciones en México muestre serios signos de contracción como consecuencia de la crisis económica. Cifras ofrecidas por la Comisión Federal de Telecomunicaciones (Cofetel) indican que, contrario al crecimiento constante que el sector había mostrado en los últimos siete años, al cierre del segundo trimestre de 2009 el sector sólo avanzó 11 por ciento, contra 37.6 por ciento del mismo trimestre de 2008.

Por separado, Grupo Iusacell señaló que este problema se suma a la política que la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT) ejerce contra empresas como es negar la ampliación de concesiones y, en caso de autorizar las prórrogas, limita la participación en otros negocios y el uso de tecnologías.

La SCT limitó a Iusacell a prestar servicios telefónicos con la obsoleta tecnología análoga y retiró las autorizaciones para prestar diversos servicios en materia de datos como Internet y correo electrónico, con lo cual la condenó al fracaso en uno de los mercados más competidos de la economía, expuso.

Según la Cofetel hay 80 millones de teléfonos móviles; un millón 692 mil usuarios de televisión restringida y vía satélite; 4 millones 935 mil clientes de televisión por cable; 641 mil vía microondas; 2 millones de suscriptores a servicios de trunking, que consiste en radiocomunicación para flotillas, y 30 mil 36 en paging, que son mensajes de texto por vía no celular.

Todos estos servicios tendrán que pagar 4 por ciento más por concepto de IEPS, si es que el Congreso de la Unión lo aprueba luego de la previsible embestida que iniciarán los cabilderos de los operadores de telecomunicaciones.

Analistas de Bancomer señalaron que debido a la naturaleza del mercado de telefonía móvil en México, donde 92 por ciento de los usuarios son de prepago, América Móvil tendrá que absorber la mayor parte del costo del nuevo impuesto a corto plazo, aunque un mayor consumo podría amortiguar el impacto del impuesto a largo plazo.