Opinión
Ver día anteriorMartes 18 de agosto de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Tere Pecanins: In memoriam
S

upe del fallecimiento de la gemela de Ana María, a raíz de la visita hecha a uno de los artistas que ellas promovieron, entre los nacidos hará aproximadamente unos 50 años. Me refiero a Miguel Ángel Alamilla, a cuyo taller asistí para conocer la pintura de gran formato que está realizando.

Al día siguiente me llamó entristecido para darme la mala nueva. Yo desconocía la causa por la cual Tere Pecanins estaba recluida desde hacía unas semanas: padecía de enfisema pulmonar.

Empecé a visitar a las Pecas casi desde que abrieron su galería en la calle de Hamburgo, hace unos 40 años, cuando abandonaron el recinto de Florencia y más tarde cuando se establecieron en la calle Durango 186, colonia Roma.

Al principio me costaba trabajo identificar a las gemelas, que debieron ser uniovulares. Mantuvieron delgada figura adolescente y ambas se dejaban suelto el pelo oscuro, estilo que conservaron al encanecer. Sus voces diferían un poco y ése era para mí el modo de personalizarlas.

En la calle de Hamburgo conocí por primera vez obras del yucateco Gabriel Ramírez, cuando ya estaba familiarizada con los otros artistas que configuraron el establo inicial de las gemelas Pecanins; también estuve al tanto de que promovían la gráfica, cosa que siempre me pareció de suma importancia. Lograron integrar un importante acervo en el que era posible encontrar a Manuel Felguérez, José Luis Cuevas, Francisco Toledo, Vicente Rojo, Roger von Gunten y Brien Nissen (esposo de Monserrat), entre otros, incluidos varios catalanes, Tàpies principalmente.

Creo que fueron ellas quienes dieron a conocer inicialmente en México obras de Argimón y de Ginovart.

Hace ya muchos años, Tere me mostró obra de Aleix, su madre, y quedé sorprendida. Vi a una pintora naive que a la vez no me lo parecía totalmente, pues su trabajo no se identifica con los productos naive de domingo.

Además percibí que usaba los colores como si hubiera estudiado pintura, que no era el caso, pues Aleix fue autodidacta y no tomó rasgos de los pintores cercanos a sus hijas ni modernizó su universo, que siguió partiendo de Cataluña y tal vez de Veracruz, su puerto de entrada a México.

Una naive singular que, a diferencia de otra, la notable tapatía Lupe Sierra, fallecida hará nueve años, se hizo pintora en serio después de los sesenta y pico. Tuvo larga vida, sobrepasó los 90.

Tere y Ana María fueron museógrafas notables e incursionaron en la dirección artística de varias películas, participando al lado de Alejandro Luna en Santa sangre (1989), de Jodorowsky, la cual es de culto.

Tere fue la directora artística de Goitia, un dios para sí mismo, de Diego López, que cuenta con escenarios en verdad inolvidables. Entre otros filmes en los que participó, también obtuvo amplios reconocimientos y arieles por la dirección artística de Cilantro y perejil, de Rafael Montero.

Acabé por mantener mayor trato con mi tocaya que con Ana María, debido a que esta última pasó muchos años atendiendo la galería que montaron en Barcelona, pero coincidí con ambas en un programa televisivo de Canal 22, dirigido por Javier Aranda, sobre Leonora Carrington, cuya retrospectiva en el Marco museografiaron. Leonora siempre les ha sido muy cercana, como también lo es a uno de los críticos que con mayor asiduidad ha comentado las exposiciones que auspiciaron: Luis Carlos Emerich, quien  rehusó aparecer aquella vez en la pantalla chica, pero no en la radio ni en los paneles de discusión a los que se le convoca.

Tere Pecanins mantuvo también amistad imperecedera con  mi colega Jorge Alberto Manrique, a quien las hemanas deparaban justificada admiración.  El pintor Tomás Parra, su casi vecino por largo tiempo, cuenta anécdotas innumerables sobre la galería.

Así, durante la inauguración de cierta exposición a la que él no asistió, debido a una confusión de nombres fue declarado difunto, situación que desencadenó llamadas telefónicas de periodistas, mismas que él mismo respondía, para sorpresa y descreimiento de quienes lo que deseaban era obtener primicias.

Vivaces, sonrientes, incansables, insistentes, las gemelas Pecanins formaron y formarán parte inextricable del campo artístico de nuestro país, extendido a otras latitudes.

El pésame más sentido a los numerosos deudos de Tere Pecanins, principalmente a quienes me han sido cercanos: Yani, su hija y desde luego Ana María, quien pierde a su doppelganger; así como a Montserrat y al pintor Brien Nissen.