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Reúnen selección de 65 testimonios, publicada por el sello Aguilar

Dan a conocer libro póstumo de la sexóloga Anabel Ochoa

El público le pedía opinión y ella respondía de forma directa, sin temor a equívocos, expresa Josu Iturbe, su viudo y autor del prólogo

 
Periódico La Jornada
Martes 18 de agosto de 2009, p. 5

Un libro póstumo de la sexóloga Anabel Ochoa ha sido puesto en circulación recientemente. Lo integra un selección de testimonios sobre problemas de índole sexual que le fueron enviados por escrito a lo largo de los años. Cada uno, acompañado por el comentario que en su momento ella dio.

Los casos de la doctora Anabel Ochoa –publicado por Editorial Aguilar, del consorcio Santillana– reúne 65 historias divididas en cuatro capítulos: Casos del cuerpo, Casos de la mente, Casos de amor y Casos del alma. El prólogo es del escritor Josu Iturbe, viudo de la sexóloga y coordinador de los programas que realizaba para radio y televisión.

“Las historias –escribe–, algunas auténticas novelas, llegaban primero por carta (¡qué tiempos aquellos!) y luego por correo electrónico, a los sucesivos programas de radio y televisión en los que participaba.”

Señala Josu Iturbe que una parte sustancial de los testimonios se publicó originalmente en la revista Desnudarte –de efímera vida– en una sección que, precisamente, se llamaba Los casos de la doctora.

A partir de esas historias sobre las que el público le pedía opinión, Anabel proponía las respuestas expresando sus ideas con un lenguaje muy gráfico y de gran riqueza oral, que era su fuerte; es decir, escribir como se habla, de forma directa, sin temor a equívocos.

Por eso, de algún modo leer sus respuestas en el libro es como oírla.

Desde los primero programas que tuvo en México fueron quedando “miles de cartas, de llamadas, faxes, correos electrónicos sin contestar, era imposible atenderlos todos. Sacábamos adelante, mea culpa, lo más urgente, lo más sintomático, lo que podía servir a un mayor número de oyentes, lo chocante también, lo que nos diera una visión más clara de lo que el sexo es en realidad en nuestra sociedad”.

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Anabel Ochoa, en imagen de octubre de 2007, durante una entrevista con La JornadaFoto Marco Peláez

El escritor recuerda la claridad y la habilidad que tenía Ochoa para dirigirse a las personas, con respeto pero sin concesiones. Ésa fue –subraya– una de sus principales aportaciones: Tenía un conocimiento enciclopédico de algunas cosas, pero en sus respuestas no se proponía dar cátedra ni las convertía en conferencias.

Respondía con naturalidad, con mucha frescura y sin temor a llamar las cosas por su nombre. Antes de Anabel Ochoa, no se hablaba así en la radio; lo que ella hizo fue traer el sexo al lenguaje, naturalizar la sexualidad.

A partir de ahí, asegura Iturbe, sale ese mundo subterráneo, oculto, las filias, las fobias, las perversiones, la casa chica, los abusadores sexuales, los abusados sexualmente, un mundo en el que no se puede hablar de normalidad en el sexo. ¿Qué es lo normal?

Muchas de las cartas que recibía Anabel Ochoa “son increíbles, narran sufrimientos atroces, están llenas de dolor, de lágrimas; historias tan terribles que dices: yo no sé si podría sobrevivir a semejante experiencia.

Pero también son historias que hablan de una gran capacidad de amar; todos sabemos que los abusadores sexuales han sido abusados, pero no todos los abusados son abusadores; hay gente que después de pasar toda suerte de sufrimientos, todavía tiene capacidad de amar y conseguir una pareja más o menos decente y no maltratar a sus hijos. Eso es extraordinario. ¿Cómo lo superan? ¿Cómo lo perdonan? Sin embargo, sostiene Josu Iturbe, para Anabel Ochoa el sexo no era lo más importante en la vida de los seres humanos, sino la puerta de entrada a un mundo más amplio y complejo: las problemáticas de pareja, la relación con los padres, con los hijos; el sexo para ella era un elemento aglutinante de cuestiones mucho más complejas.