Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 16 de agosto de 2009 Num: 754

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Tres cuentos
JORGE DEGETAU

Envío
LYDIA STEFÁNOU

El secreto de los últimos musulmanes en España
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con LUCE LÓPEZ-BARALT

Casa Lamm: quince años de memoria plástica
MIGUEL ÁNGEL MUÑOZ

Medio siglo de El almuerzo desnudo de Burroughs
EDUARDO ESPINA

La espada de Rubén Darío
ALFREDO FRESSIA

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Germaine Gómez Haro

Lola Cueto en el Museo Mural Diego Rivera (II Y ÚLTIMA)

En el Museo Estudio Diego Rivera (Altavista) se presenta la segunda sección de la exposición Lola Cueto. Trascendencia mágica (1897-1978), cuya primera parte que se exhibe en el Museo Mural Diego Rivera (a un costado de la Alameda ) fue reseñada en la entrega anterior. En este recinto se reunió el trabajo realizado en torno al teatro guiñol, del cual Lola fue pionera y gran impulsora, y también se presenta una sección dedicada a su colección de juguete mexicano, acompañada de la obra plástica y publicaciones inspirados en este tema.

A su regreso a México, tras una estancia de cinco años en París con su marido Germán Cueto, la pareja se une, en 1934, a la fundación de la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR) cuya misión, que tuvo proyección internacional, fue contribuir a través del arte a la unidad de la clase obrera y luchar contra el imperialismo, el fascismo y la guerra. Formaron parte de la sección plástica de este grupo Leopoldo Méndez, Ignacio Aguirre, Manuel Álvarez Bravo, Carlos Orozco Romero, Julio Castellanos, Gabriel Fernández Ledesma y Rufino Tamayo, entre otros. Los integrantes de la LEAR, surgida a raíz de la campaña presidencial de Lázaro Cárdenas, organizaron congresos, mesas redondas, conferencias, obras de teatro, conciertos y talleres para obreros. Es en este contexto que surge el teatro guiñol, como una manera de integrar el arte popular a las campañas de alfabetización emprendidas por Vasconcelos en el medio rural. Movida por su vocación didáctica y pedagógica –también fue maestra de dibujo en escuelas para obreros, de tapiz en el Colegio de Vizcaínas y de grabado en el Mexico City College, hoy Universidad de las Américas– Lola Cueto realizó guiones y escenografías para el teatro guiñol, y fue piedra clave en la conformación de las tres principales compañías que se dedicaron a dar funciones públicas tanto en la ciudad como en espacios rurales: los teatros Rin-Rin, El Nahual y Colorín, representantes de la edad de oro del guiñol mexicano, llevando su trabajo más allá de nuestras fronteras a Estados Unidos y Venezuela . Lola es la creadora de un sinfín de personajes fantásticos inspirados en la imaginería popular –su producción alcanzó alrededor de quinientas figuras– confeccionados con materiales tan diversos como trapos, medias, plastilina, como se puede apreciar en la selección que se exhibe en esta muestra. Estos personajes también motivaron una serie de dibujos y acuarelas que emanan el candor y la frescura de la creación popular, así como una magnífica serie de cuarenta aguatintas reunidas en la carpeta titulada Títeres del pueblo, que cuenta con prólogo de Jean Charlot y el libro Mexican Folk Puppets. Tradicional and Modern, editado en 1941, en el que aparecen veintisiete deliciosas ilustraciones.

Otra de las pasiones de Lola Cueto fue el rescate del juguete popular, desde entonces en vías de extinción, tema que la llevó a reunir y documentar más de mil piezas que fueron legadas a las colecciones de la unam . Aquí se exhibe una selección de figurillas provenientes de diferentes estados del país, también acompañadas de sus respectivas acuarelas sobre papel de la autoría de la artista. Desde mi punto de vista, la honestidad, sencillez y espontaneidad de estas piezas revela que fueron hechas sin la pretensión de ser una “gran obra de arte” y, sin embargo, su belleza intrínseca es conmovedora, al grado de resultar mucho más atractivas que las pinturas más formales que se exhiben en el Museo Mural Diego Rivera. De ahí que Germán List Arzubide destacara “su armoniosa dualidad del artesano y la artista”.

Por fortuna, para la realización de estas dos importantes exposiciones que marcan el rescate de esta gran artista un tanto olvidada, contamos con la colección de su hija Mireya Cueto quien, además de haber heredado de su madre el oficio de titiritera, ha conservado y cuidado la espléndida colección que conforma las muestras. Por mucho tiempo –y sobre todo después de su muerte– la figura de Lola Cueto quedó marginada a la sombra del éxito de su esposo, el reconocido escultor vanguardista Germán Cueto. Estas exposiciones finalmente hacen justicia a una creadora muy peculiar que desarrolló una obra de impronta personal, toda vez que aportó un legado importante al estudio y valoración de las artes populares, aunado a la gran labor pedagógica del teatro guiñol que benefició a varias generaciones. Mujer sencilla que rehuía los reflectores y las alabanzas, no estuvo exenta en su momento de recibir innumerables reconocimientos por sus generosas aportaciones, y estas exposiciones confirman lo que Raquel Tibol escribió hace más de una década a propósito del “olvido” en el que se le tenía: “Una de las más notables, honesta y discreta, trabajadoras culturales con las que ha contado México.”