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Fueron cuatro los lesionados en el último día de encierros

Pamplona despidió ayer unos sanfermines de tragedia y polémica
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Durante la ceremonia de clausura de las fiestas de San FermínFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Miércoles 15 de julio de 2009, p. 9

Pamplona, 14 de julio. Pamplona se despidió hoy de unos sanfermines de tragedia y polémica. Cuatro personas resultaron heridas el martes en el último encierro de las fiestas, en el noveno y último día de festejos, marcados por la muerte de un mozo el pasado viernes.

Cuatro hombres fueron hospitalizados tras el encierro protagonizado por los toros de la ganadería de Núñez del Cuvillo: un escocés de 25 años con traumatismo craneal, un estadunidense de 35 años, un español de 18 con un tobillo roto, y un francés de 33 años por un esguince en la rodilla, declaró una portavoz de la organización.

El encierro fue rápido y limpio y duró 2 minutos y 20 segundos. Uno de los toros se quedó aislado, lejos del resto de las reses, y embisitó sin consecuencia a varios corredores.

A la muerte de Daniel Jimeno Romero se añade en el balance de los sanfermines 2009 la cifra de 446 atendidos por los servicios sanitarios, ocho de ellos graves por heridas de los astados, y un debate en torno de la seguridad, que queda abierto para el próximo año.

Desde 1922, 15 personas han muerto en las calles de la capital de Navarra cuando corrían delante de animales de más de 500 kilos, el acto central diario de unos festejos que el escritor estadunidense Ernest Hemingway hizo famosos en todo el mundo con su novela Fiesta.

La última muerte por asta de toro antes de la de Jimeno, fue la del estadunidense Matthew Peter Tasio, en 1995.

Aunque en la mayor parte de los años no se hayan producido muertes, sí ha habido debates sobre el transcurso de los célebres encierros en los que los mozos, vestidos de blanco y de pañuelo rojo anudado al cuello, tientan a la suerte encarnada en seis toros bravos, con la única defensa de un periódico enrollado.

Medidas de seguridad

En 2007, la fotografía de un niño de 10 años corriendo de la mano de su padre por las calles de la capital navarra saltó a los medios de comunicación y se supo que no era la primera vez que lo hacían. Un juez acabó prohibiendo al padre ver al menor por haber puesto en riesgo su vida.

A lo largo de ocho encierros, unos dos millares de personas corren diariamente delante de los toros, cantidad que el fin de semana llega a duplicarse en una ciudad tomada por vecinos y turistas procedentes de todo el mundo. La limitación del número de corredores ha sido una de las propuestas que tras la muerte de Jimeno se han puesto estos días sobre la mesa de debate. Multar comportamientos temerarios, despejar zonas abarrotadas... Las posibles medidas se han discutido en los medios españoles desde la muerte de Jimeno.

En los últimos años, los controles y la seguridad fueron aumentando en Pamplona. Agentes de policía despejan diariamente el recorrido de los toros y supervisan que las calles estén en buenas condiciones para la carrera. El acceso de los corredores a la zona del encierro se ha ido endureciendo con el paso de los años para evitar que corran personas bajo el efecto del alcohol.

Los aficionados a los sanfermines y sus encierros se niegan a que se tomen más medidas de las ya existentes. Erradicar el peligro totalmente resulta imposible, salvo que los toros, se queden en el corral, argumentaba el Diario de Navarra en un editorial publicado tras el deceso de Jimeno.

Mil veces preferiría la prohibición de los encierros a la mutilación, sostenía en el diario El Mundo el escritor Fernando Sánchez Dragó, conocido aficionado a las corridas de toros y quien ha corrido en numerosas ocasiones por las calles de Pamplona.

En una fiesta cuyo origen se remonta a la Edad Media, la tradición es principio sagrado para los aficionados. Al fin y al cabo, es precisamente el peligro de ser corneado el que da emoción al encierro.