Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 5 de julio de 2009 Num: 748

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Por qué menos es más
RICHARD MEIER

Esperábamos...
ANDREAS KAMBÁS

José Emilio Pacheco y los jóvenes
ELENA PONIATOWSKA

Carta a José Emilio Pacheco, con fondo de Chava Flores
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Michael Jackson (1958-2009)
ALONSO ARREOLA

Leer

Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Alonso Arreola
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Adiós a las revistas de música

Primero fue La Mosca y Sonika –ya antes habían sido Latin Pulse!, de Tower Records, El Huevo y otras más o menos musicales–; ahora son la Rolling Stone y Nuestro Rock, y las que se vayan sumando al derrumbe. Así es, lejos de importar si su contenido validaba al mainstream, al pop más comercial o a la vanguardia menos convenenciera, la mentada crisis está cumpliendo las veces de incendio estacional, de ésos que manipulan los agricultores para “voltear” la tierra, para renovarla tras algún tiempo de uso continuo entre siembras y cosechas.

Claro que echarle toda la culpa de este fenómeno editorial a la economía mundial sería burdo, falto de perspectiva. Digamos, más bien, que la crisis vino a sumarse al manoseado asunto de los formatos digitales y las comunidades en línea. Tal como mencionábamos la semana pasada, hoy cualquiera puede “publicar” canciones o textos en internet, rompiendo con el filtro de un consejo editorial, de una disquera. Fruto positivo de la revolución mediática e industrial que impulsa a quienes nunca hubieran visto la luz por la estructura convencional (y menos en países corruptos), también tiene su lado oscuro en el hecho de que esa misma falta de parámetros vuelve muy difícil el hallazgo de talentos reales, lo mismo que impide un medio de vida digno a los profesionales probados.

Pero dejemos de cortarnos las venas y no seamos tan repetitivos. No hay que quejarse cuando los cambios son generalizados. Está clarísimo que seguiremos adaptándonos al porvenir, ahora acostumbrándonos a la falta de revistas musicales. Quedan vivas, aunque debilitadas, Indie Rocks, Círculo Mix Up, R&R y otras de perfil más misceláneo, en cuyas páginas la música aún resulta relevante, como Marvin, pero nada detiene la cuenta regresiva que terminará por borrarlas del mapa so pena de no cambiar su perfil editorial. Desde luego estamos enfocándonos a publicaciones abocadas al rock y al pop. Muy aparte están las que, como la espléndida Pauta, concentran su esfuerzo en otras músicas y son apoyadas por instituciones culturales.

Así, pues, disparamos una pregunta: ¿cuándo fue la última vez que usted, respetable y estimable lector de nuestro suplemento, compró una revista musical? ¿Hace cuánto que su sed, dudas y curiosidades fueron saciadas por un objeto de papel de periodicidad semanal, quincenal, mensual o bimestral, en lugar de ver su respuesta en internet, sin costo, de manera inmediata e incluso ayudando al ambiente? Porque déjeme decirle que, según estos tiempos políticamente correctos, es preferible dejar de consumir papeles impresos en favor de una lectura… cómo decirlo… ah sí: on line, “más verde” según conocedores de temas ambientales preocupados por el calentamiento global.

Siendo sinceros, a nosotros cada vez nos cuesta más trabajo soltar billetes en el puesto de periódicos o en la tiendas de los tecolotitos al comprar una revista. Por lo mismo no culpamos a una generación que ni siquiera en un momento de su vida tuvo tal costumbre. Afortunadamente, con los periódicos pasa otra cosa, pues por algún tiempo más tendrán esa cualidad de entretenimiento que pasa de mano en mano abreviando la realidad en unos pocos minutos, desde cierta perspectiva editorial, en espacios abiertos o condicionados donde los poderes de la Web aún no establecen las extensiones de su imperio.

En fin. El caso es que hoy domingo todavía deseamos que la edición azteca de la Rolling Stone pueda encontrar nuevos auspiciantes y una casa editorial que entienda su valor como marca, sí, pero también como parte de la cultura pop de un mundo que todavía la tiene de referente musical. Nosotros que tuvimos la oportunidad de colaborar en sus páginas en numerosas ocasiones, hoy podemos decirle a quien esto deletrea que su ex director, Benjamín Salcedo, y su ex editor en jefe, Alejandro Carranco, son melómanos de los de a de veras, con experiencia y sentido moral, gente que, navegando entre las presiones de la moribunda industria y las exigencias de clientes insensibles, intentó en buena lid descifrar al amante de la música que, sea en el metro, el pesero, el baño, la sala de espera o el velorio, todavía necesita sentir el chasquido del papel entre sus dedos al tiempo que admira un dossier fotográfico de, verbigracia, Michael Jackson (a quien dedicamos otro texto en esta misma edición).

Igualmente, aunque su relevancia y pertinencia puedan ser más cuestionables, nos parece una lástima que Nuestro Rock, dirigida desde hace muchos años por Ricardo Bravo, deje las estanterías. Pero bueno, si el prolífico e inquieto Hugo García Michel está listo para afrontar los nuevos tiempos desde la virtualidad, resucitando a La Mosca en la red, no vemos difícil que, “una vez más por amor al rock”, quienes prestamos pluma y seso al sonido sigamos opinando y escupiendo garabatos en donde nos dejen. Entonces: ánimo que “la fiesta no se acaba hasta que se acaba la música”.