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Para superar el rezago se debe crear un régimen fiscal especial, propone economista

La microindustria cultural, más que pozo sin fondo, potencial reactivador económico
 
Periódico La Jornada
Domingo 5 de julio de 2009, p. 4

Lejos de ser un pozo sin fondo donde se pierde el dinero, o un aspecto prescindible en un país con problemas más graves que atender, el sector cultural en México aporta una cantidad muy significativa de recursos al producto interno bruto (PIB), a tal grado que ya es la cuarta actividad en importancia, prácticamente equiparable al turismo.

Como demuestran varios estudios, las llamadas empresas culturales –en las que participan miles de personas, a título individual o en pequeños colectivos– constituyen un sector que no sólo es sustentable, sino que además tiene un nivel de productividad más alto que la media y que inclusive podría servir para impulsar una economía deprimida.

Según los datos más recientes (La Jornada Michoacán, 4 de enero de 2008), las micro, pequeñas y medianas empresas culturales tienen alrededor de 185 mil razones sociales que dan empleo directo a más de un millón 138 mil personas, con un ingreso anual promedio que fluctúa entre los 35 mil y los 58 mil pesos.

Sin embargo, a pesar de ello, los gobiernos siguen sin valorar adecuadamente el potencial de esta actividad, y el tema no forma parte de la agenda de los partidos políticos ni de los medios de comunicación.

En entrevista con La Jornada, algunos de los artistas que han impulsado este tipo de proyectos hablan de las dificultades que han enfrentado, y de la poca conciencia que todavía hay sobre el valor de la cultura en todos los terrenos.

Poesía en táctica hormiga

En el ámbito editorial, un buen ejemplo de microempresa es el sello independiente El billar de Lucrecia, fundado hace poco más de cuatro años por Rocío Cerón, con el propósito de difundir la poesía hispanoamericana escrita por autores jóvenes.

Desde sus inicios, el equipo sabía que al terminar los 15 títulos de su colección el proyecto acabaría, pero aun así El billar... logró tener 25 puntos de venta en el Distrito Federal e incluso en ciudades como Lima y Santiago de Chile.

Con un esquema de financiamiento que combina los recursos propios con becas y otros programas de apoyo, la editorial ha logrado subsistir gracias al cumplimiento de pequeños objetivos. Hay que partir de lo micro y entender que la cultura es una entidad viva.

Aunque sea en una escala menor, la empresa cubre un ciclo económico completo al pagarle sueldos al diseñador, al corrector de estilo, a los impresores. Hay capital, generación de empleos, trabajo e incluso retorno de inversión, pero el eslabón débil, advierte, suele ser la falta de difusión oficial de estas iniciativas.

En un país con la riqueza de México, apunta Cerón, todos los días nacen y mueren empresas culturales, pero la sobrevivencia se hace muy difícil por la falta de educación. Por ello, hay que revalorar la cultura y crear públicos consumidores para estos proyectos, en vez de mantenerlos vivos con respiración artificial.

Difundiendo la música de abajo

Desde hace nueve años, el sello independiente de música Noise Kontrol se dedica a difundir a las bandas alternativas, que surgen por decenas en todo el país.

Es un negocio pequeño, pero por medio de él se han dado a conocer varios grupos de jazz, rock, hip-hop y otros ritmos, que no cubren el perfil solicitado por las grandes casas discográficas extranjeras: vender millones de copias, sin importar cómo.

Noise Kontrol es un canal entre el mercado y las nuevas bandas, que nacen con gran energía, y se ha consolidado como microempresa autogestiva, con un nivel de recuperación aceptable que le permite sobrevivir y no depender de becas ni subsidios oficiales, cuenta Joseph, uno de los impulsores de este proyecto.

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Las empresas culturales autogestivas aún no entran en la agenda de los partidos políticos. En la imagen, ensayo de la compañía de teatro callejero MalabarFoto Roberto García Ortiz

Nuestros recursos son modestos, pero generan una espiral económica. Todavía nos mantenemos como empresa familiar, pero estamos en la metamorfosis para convertirnos en una un poco más grande, afirma.

Uno de los principales obstáculos que enfrentan este tipo de iniciativas en México, según Joseph, es la falta de financiamiento. En Estados Unidos y Europa, dice, los gobiernos y las instituciones privadas sí canalizan recursos a las empresas culturales, pues saben que éstas dan un margen razonable de producción y rentabilidad, aunque sea a largo plazo.

En un punto coincide con la poeta Rocío Cerón: estas micro, pequeñas y medianas industrias pueden reactivar la economía desde abajo, poco a poco, pero de manera directa y concreta, lo que ayuda a desencadenar productivamente la energía creativa de los artistas mexicanos.

A la par del turismo

Según diversos estudios, el sector cultural aportó 6.7 por ciento del PIB en 1998, y en 2007 aumentó a 7.3 por ciento, incremento muy superior al que puede generar el resto de la economía, apuntó en charla con La Jornada el economista Ernesto Piedras Feria.

El petróleo aporta alrededor de 13 por ciento del PIB, la maquila 11 por ciento y el turismo 8 por ciento. Aunque no hay cifras oficiales de meses recientes, se estima que la cultura podría haber llegado ya a 8.5 por ciento, si se toma en cuenta el turismo cultural.

Sin embargo, la cultura sigue siendo un sector escasamente valorado. No lo vemos como lo que es: un fuerte generador de valor económico, señala Piedras, autor de numerosos análisis sobre el tema, entre ellos el libro ¿Cuánto vale la cultura? (CNCA, 2004).

Pese a no tener una rentabilidad homogénea en todas sus actividades, la cultura genera empleos, inversión, turismo y empleo de alta productividad. Además registra superávit comercial, es decir, vende al extranjero más de lo que recibe. No obstante, el sector no tiene un tratamiento fiscal especial, como sí sucede en el caso del turismo o la maquila.

En México íbamos a la vanguardia hace cinco años en cuanto a articulación institucional de la cultura, pero nos frenamos. No podemos aspirar a mejorar, si no hay buenas estadísticas del sector, y la última evaluación completa la hicimos en 2007, afirma.

Para remediar esta situación y sacarle provecho al dinamismo de la cultura, hay que dar un manotazo a la mesa para llamar la atención e imponer un sentido de urgencia en el asunto, y no dejarlo para después, como siempre.

Entre las propuestas de Piedra para superar el rezago está crear un régimen fiscal especial, no sólo con exenciones y subsidios, sino con una política real de financiamiento que capitalice a las empresas culturales y estimule su productividad.

También habría que crear una estructura gubernamental al nivel de secretaría de Estado, dice, que se involucre en la discusión de todo tipo de asuntos económicos, políticos y sociales. Hay que incurrir en un periodo de irreverencia con la cultura, no se puede quedar marginada en un pedestal.

En México tenemos una producción cultural de primer mundo. Estamos entre los primeros generadores de arte, pero este sector no lo estamos aprovechando. Para salir de la crisis, hay que invertir abundantemente en la cultura, como en Gran Bretaña o en Chile, dice Piedra.