Opinión
Ver día anteriorSábado 27 de junio de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¡Cosas raras en el CNA!
E

n el contexto de un ámbito musical que tiende a anquilosarse cada vez más, y en el que la mayoría de las programaciones apuntan a la complacencia y a la apuesta segura, a alguien en el Centro Nacional de las Artes (CNA) se le ocurrió una idea muy rara. Y vaya que ya era hora.

Con el auditorio Blas Galindo como sede, el CNA ha estado ofreciendo los conciertos del ciclo Rara Avis, dedicado a presentar instrumentos extraños e inusuales.

El jueves 18 se presentó el admirable músico francés Thomas Bloch para ofrecer un recital de armónica de cristal, acompañado por un cuarteto de cuerdas ad hoc. Instrumento fascinante desde su aspecto mismo, la armónica de cristal se convierte en manos de Thomas Bloch en un vehículo sonoro de variados recursos y amplia expresividad.

La audición del recital de Bloch (quien es, también, un virtuoso de las ondas Martenot) permitió confirmar que a la armónica de cristal le van particularmente bien las armonías en tonalidades menores y los mórbidos intervalos cromáticos, debido a las asombrosas resonancias que generan.

Además de la solidez y la pulcritud de sus interpretaciones (y una breve pero útil explicación sobre las leyendas y tradiciones que giran en torno a la armónica de cristal), hay que agradecerle al señor Bloch el haber conformado totalmente su recital con música original para su instrumento, en vez de traer las abominables transcripciones usuales del Canon de Pachelbel y trozos selectos de Carmen.

De especial atractivo resultaron (además de las obras de Mozart, Beethoven, Sombach y Röllig) las piezas contemporáneas de Chick Corea, Etienne Rolin y César Espejo, en cuya ejecución Bloch demostró que la armónica de cristal dista mucho de ser obsoleta.

Además del agradecimiento, una petición: por favor, Monsieur Bloch, vuelva pronto, y empaque en su maleta sus ondas Martenot. Sería para nosotros una rareza deliciosa.

Un par de días después, el sábado 20, siguieron pasando cosas raras en el BlasGa, ahora con la presencia del sitar, instrumento preminente en la música de la India (que no música hindú, como le dicen algunos despistados).

Es aquí donde debo interpolar el tema de la posible incorrección política de llamar raros a estos instrumentos, aunque para nosotros ciertamente lo son. A ver quién es el guapo que se atreve a decirle a Anoushka Shankar que su sitar es una cosa rara.

El sitarista mexicano Holving Argáez presentó un recital muy atractivo y muy disfrutable, sazonado de manera importante por sus ilustrativas explicaciones sobre los dos pilares fundamentales de la música de la India, las ragas melódicas y las talas rítmicas, así como su interacción a lo largo de cada pieza.

La narración incluyó, asimismo, datos puntuales sobre el rol que juegan en esta fascinante música los otros dos instrumentos seminales, la tanpura (a cargo de Soledad Fernández) y la tabla (por Gabriel Morfín).

De entrada, me parece indispensable señalar que en este mundo de músicas cada vez más fragmentadas, fugaces y efímeras, resulta impagable la oportunidad de escuchar un rag de casi una hora de duración, sin interrupciones, sin aplausos y gritos destemplados, en total concentración sensorial e intelectual. (Excepción hecha, por cierto, de la infaltable contribución celular de una empleada de Radio Educación).

Entre muchas otras cosas fascinantes de este satisfactorio recital de sitar, tanpura y tabla, se hace necesario mencionar la lección de humildad: acá en Occidente somos tan presuntuosos como para creer que la cima de la elaboración musical se encuentra en la sección de desarrollo de un allegro de sonata. Basta escuchar el florecimiento conjunto de ragas y talas en las piezas interpretadas por Argáez, Fernández y Morfín, para desengañarse de tan petulante noción. No conozco a fondo los parámetros de la música clásica del norte de la India, pero el recital aquí reseñado me dejó la impresión de que Holving Argáez es un músico estudioso, disciplinado, bien preparado y, sobre todo, comunicativo.