Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 21 de junio de 2009 Num: 746

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

Hijo de tigre
ORLANDO ORTIZ

Ángel bizantino
OLGA VOTSI

José Emilio Pacheco: la perdurable crónica de lo perdido
DIEGO JOSÉ

Jaime García Terrés: presente perpetuo
CHRISTIAN BARRAGÁN

Las andanzas de Gato Döring
MARCO ANTONIO CAMPOS

La cultura y el laberinto del poder
OMAR CASTILLO

Leer

Columnas:
Jornada de Poesía
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

Cabezalcubo
JORGE MOCH


Directorio
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Jorge Moch
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Algunos tips para evitar la enajenación televisiva

La enajenación que causa la tele es, junto con los discursos de Germán Martínez, la crisis económica mundial, el agujero en la capa de ozono, la gripe porcina mexicana que no es porcina ni mexicana –en una de ésas nos salen con que tampoco es gripe–, los pleitos de siempre en Oriente Medio o cualquier estupidez que suelte un ex presidente mexicano –o sin el “ex”– para ver si sus dichos todavía nos conmueven… uno de los grandes males colectivos de nuestro tiempo. Pero esta columna, siempre atenta al feliz y saludable devenir en las vidas de sus lectores, propone algunas estrategias con que evitar la tan fea y tan moderna enfermedad social de quedar convertido en ese muerto vivo que compra tonitos para su celular; ese zombi contemporáneo consumidor de comida chatarra, bebidas chatarra y televisión chatarra; ese cadáver que respira y compra por televisión máquinas de ejercicio para inmediatamente embodegarlas debajo de la cama, o extractores de jugos para prepararse medias de seda y piñas coladas y regalarse una bonita diabetes mellitus; ese pobre fiambre cuyo intelecto queda reducido a dispositivo que registra solamente goles mediocres o chichis de silicona: el televidente. Van pues hasta donde aguanten los 4 mil 500 caracteres con espacios con que usualmente se ve encorsetada, por la crueldad rigorista de los editores feudales de estas páginas, la desbordada y fértil creatividad del sumeteclas…

1. Como alguna vez dijo ese grande de la televisión española –y universal– don Berto Romero, para que no vaya a ser “meter la mano de la realidad por el culo de la inocencia” y no se tenga que topar con la abismal diferencia entre el mundo que narra la tele y el que nos aporrea la calle todos los días, sólo hay una receta: no vea los noticieros. Mejor lea. Periódicos, revistas, folletos, pasquines, recetarios, manuales instructivos y hasta misales, pero lea. Ya si es avezado lector, pues lea libros, caramba. Novelas policíacas, quizá. Qué tal uno de los títulos que con tanta enjundia y sacrificio ha escrito el autor de estos desbarres y así contentos usted, mis editores y yo pero no las televisoras, qué bueno para que se les quite. Además, si ya está usted desahuciado para la alta teología o el cálculo integral por su afición a los chismes de la farándula, mejor se lee una revista del corazón y les evita a sus oídos el suplicio en atonal, gatuna scordatura de tener que escuchar a la Chapoy.

2. Ya si no se aguanta las ganas, por lo menos sintonice un canal cultural o lo que más se le arrime. Están desde luego los canales culturales por antonomasia, el 22 de Conaculta, el Once del Politécnico y TV UNAM de la máxima casa de estudios de los mexicanos (¡felicidades por ese Príncipe de Asturias!), pero de pronto le sorprenderán, flotando en medio de la soporífera multitud de porquerías, que el duopolio Televisa-TV Azteca se empeña en embucharnos a diario, algunas rayas en el agua. Algo hay por allí en Canal 40.

Los canales culturales algo le van a dejar de nutriente en el seso, pero córrale porque se acaban: algunos están estrenando directores con derechistas tendencias a la mediocridad y nos los quieren convertir en sucursales mamonas del duopolio fatal. Vea el canal de los animales. No, no me refiero al del Congreso.

3. Sea categórico: arranque sin miramientos su antena, nomás sin caerse de la azotea. Quítele el plato a la parabólica y úselo mejor para hacer ejercicio con sus retoños jugando “frisbi” extremo. Cada batacazo en la trompa les va a fracturar la naricita, pero verá con el tiempo cómo se les templa el carácter y se hacen hombrecitos aunque hayan nacido niñas. Y no se preocupe por su tele, que seguirá siendo útil sin señal y le va a servir para ver videos y dividís. Hágale lo mismo a las antenas de sus vecinos y cobre cover. Además del entretenimiento proporcionará usted el entorno ideal para aglutinar a su comunidad y establecer fuertes vínculos con sus cuates y vecinos.

4. Mejor ni la prenda. Pero sáquele provecho. Empéñela y pague la más letal o comprometedora de sus deudas, posiblemente la que mantiene con sus suegros o con su hermano rico con tal de no estar aguantando la mordacidad ponzoñosa de su cuñada. O ya de perdis, y como es lección de estos (des)gobiernos, inviértale un poquito al futuro y ya pague la colegiatura de los niños porque ora sí segurito: si otra vez no paga en la quincena, se los corren… ¿y qué va hacer con los pequeños monstruos chupasangre en la casa todo el día y sin tele que se los embobe y domestique?