Hoy domingo, el bohemio Rafael Mendoza cantará bossa nova en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) acompañado de su guitarra y de un grupo de alto nivel, con entrada gratuita, a las 13:30 horas. Festejaremos así los primeros 50 años de este ritmo hoy universal, expresó en entrevista el autor de ¿Qué me pasa?

Quien no ha oído a Mendoza interpretar bossa se ha perdido de algo especial y relajante, pues agarra el filin, melodía, ritmo y armonía. Bossa con Mendoza. Hasta rima.

Agregó que con las cinco décadas de historia de esta manera de llevar el ritmo de la vida el mundo está de fiesta, desde 2008, cuando fue la efeméride. Como muchas de las cosas buenas, la bossa nova fue apareciendo poco a poco. El ánimo renovador en los músicos y cantantes del Brasil de mitad del siglo XX, sustentado en el jazz y en sus propias raíces musicales como el samba, dio origen a lo que hoy conocemos como la bossa nova.

A pesar de ello, muchos parecen coincidir en que la grabación de Joao Gilberto a Chega de Saudade, original de Antonio Carlos Jobim y Vinicius de Moraes, en 1958, fue el momento en que los compositores brasileños sintieron haber encontrado la canción que buscaban de diversas maneras.

Para el compositor mexicano Rafael Mendoza la bossa nova no es sólo una expresión musical profundamente disfrutable. Es, al mismo tiempo, una de las músicas más influyentes en la cultura musical contemporánea, hecho que se demuestra por la innegable penetración que ha logrado tener en el jazz y la canción popular del mundo.

La presentación de este cantautor se realiza dentro del ciclo organizado por el Cenart, titulado Coisa mais linda. El guitarrista ofrecerá un concierto íntimo y acústico; dará una panorámica personal de la bossa nova, reuniendo las canciones fundamentales del género, algunos temas de compositores que lo evolucionaron y dos temas propios.

Al cumplirse los primeros 50 años de la bossa nova, este ritmo también se escucha en las pasarelas. Arriba, durante la presentación de la colección primaver-verano del diseñador Luiza Bonadiman, en Río de JaneiroFoto Ap

“Esta es una forma de canción muy importante, hermosa; tiene una belleza especial que ha influido en la música popular del mundo. Es una forma de cantar, versificar, de atacar la guitarra, que proviene del samba brasileño. De esto estoy convencido.

El trabajo de los compositores de hace 50 años fue el de reunir en la ejecución de la guitarra dos percusiones básicas de la samba: el zurdo y el tamborín. A pesar de ser una canción que se toca con la guitarra es profundamente rítmica y cachonda. Para hacerla se juntaron grandes creadores de letras.

Una lección de armonia

Para él todo el que se dedica a la música tiene al arte sonoro brasileño como una referencia muy importante. Hay canciones brasileñas que son una lección de armonía. Hay otras que tienen un texto cuya perfección nos enseña a todos. Estar cerca de la música, como oficiante, me ha hecho, inevitablemente, acercarme a la canción brasileña, a la bossa nova, independientemente de que mi gusto por esa música es de antaño. La escuché primero por mero placer, y de unos años para acá como un proceso de aprendizaje.

–¿Es difícil de tocar y cantar?

–Es difícil ejecutar el ritmo. La armonía de la bossa nova no es propia de ésta. Existe en el jazz, en los boleros y en otras formas musicales, pero tiene su gracia el toque, que es muy percutivo. De ahí me enfrenté con el problema de intentar reproducirlo, pero ya llevo años de estar cerca de esa canción.

Son muchos los maestros, como Jobim, Gilberto, De Moraes... y la siguen cultivando otros, como Chico Buarque, Caetano Veloso... La bossa nova está hoy en grupos contemporáneos, inclusive de rock.

En el Cenart estará ampliamente apoyado por Miguel Angel González Grillo, bajo eléctrico; Sibila de Villa, saxos y flauta, y Leo Muñoz, percusión.