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Celebraron en el Lunario al poeta, traductor y ensayista por sus 70 años de vida

JEP, envuelto en la vorágine de los homenajes
Foto
José Emilio Pacheco, ayer, durante la charla del poeta con representantes de los medios de comunicaciónFoto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Viernes 19 de junio de 2009, p. 6

José Emilio Pacheco (JEP) ha dejado de escribir. Al menos por el momento, debido a la vorágine en la que está inmerso por los homenajes que recibe con motivo de su cumpleaños número 70.

Uno fue el que se le rindió el martes por la noche en el Lunario. Un reconocimiento al Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana en el que participaron La Negra Graciana, Carlos Prieto, Óscar Chávez y el grupo Chéjere.

Pero antes de las notas musicales y del diálogo con funcionarios de la Universidad Nacional Autónoma de México, JEP charló largo y tendido con representantes de los medios de comunicación acerca de la felicidad, la muerte, su trabajo literario y una breve reflexión respecto del momento político del país.

“No tengo ninguna aspiración de ser conciencia nacional, me siento muy excedido por los acontecimientos. Si algo diría es lo que dice Monsiváis, que me parece muy exacto: yo no sé si ya no entiendo lo que pasa o ya pasó lo que entendía.

“Me siento totalmente rebasado por los acontecimientos y tengo muchos temores –no quiero hablar de política–, porque he estado leyendo mucho sobre España y la Guerra Civil, y son tan similares las circunstancias de México en el verano de 2009 a lo que antecede a 1936, que son realmente escalofriantes. En este momento de mis opiniones políticas opto por la cobardía, mejor cierro la boca, no quiero ser responsable de nada.

Es un momento muy grave, muy terrible, por eso me parece una gran contradicción que se me haga esto a mí (el homenaje), en este momento, pero no soy un buen observador, soy un observador muy consternado, muy dejado atrás por todo lo que sucede; quisiera saber quién es el valiente que dice yo entiendo todo lo que está ocurriendo y voy a decir lo que va a pasar.

Insatisfacción con lo escrito

–¿Irá a las urnas?

–Yo sí. Creo que hay que votar, no entiendo muy bien lo del voto en blanco, pero me recuerda notablemente la teoría del voto útil que miren a dónde nos condujo.

José Emilio prefirió sentarse en una silla, cerquita de los periodistas y los fotógrafos, en lugar de ocupar un sillón colocado por los organizadores. Rechazó sentirse a gusto con lo que ha escrito en forma de poema, cuento, novela o crónica.

No me siento para nada satisfecho. Creo que ya había dicho que lo que me atormentaba mucho en este momento, al tiempo que me siento agobiado porque no estaba acostumbrado a esto, me siento completamente agradecido y también con la idea de que nunca voy a tener nada igual, que aquí termina mucho para mí, y ¿qué me pasará?, ¿tendré fuerza todavía para tener una última etapa y escribir algo de lo que he querido escribir, o ya no?, o si aquí ya se me acabó todo. No me siento satisfecho con lo que he escrito, pero sí con la generosidad que he encontrado en ustedes.

Si es la poesía o la narrativa su territorio favorito, JEP dijo: No hago diferencia. Yo no decido, se me ocurre una idea y ya tiene su forma, ya sé que va a ser un cuento, un poema, crónicas, y dio sus razones para alejarse de las entrevistas y los reflectores tanto como puede: para destinar toda su energía a escribir.

A punto de cumplir siete décadas –el 30 de junio– dice 20 años no es nada... 70 años son todo. Por eso decía que es mejor pensar en hacer los homenajes por adelantado, cuando uno tiene 40 o 50 años, si se tardan una semana más no llego con bastón sino con silla de ruedas, bromea.

¿Ha sido feliz? Se le preguntó en diferentes momentos. “Odio la palabra felicidad. Odio absolutamente el concepto ese de ‘hay que ser muy felices’. La odio porque la felicidad es algo que conoces cuatro veces en la vida. Hemos identificado a la felicidad con el consumo, con resultados desastrosos para la Tierra y para la sociedad. No somos felices porque no tomamos en cuenta cosas muy agradables como bañarse todos los días, tomar un vaso de agua, un café, hablar con tu familia. Creo que hay que reivindicar eso y no la idea de yo quiero ser feliz y comprarme de todo en el Palacio de Hierro”.

–Hablando de cotidianidad, ¿cómo es uno de sus días?

–Ahí está mi defensa de la no felicidad, la maravilla de cada día es que ningún día es idéntico a otro; aun dentro de la vida más monótona cada día es enteramente nuevo e irrepetible (...) Cada día es muy diferente y muy caótico; pero sí trato de trabajar. Por eso les decía que agradezco mucho esta atención, pero sí me alarma porque por primera vez he parado por completo, no he escrito nada en las pasadas tres semanas. ¿Podré recuperarlo? ¿Podré hacerlo?”

–¿Ha llegado a pensar en la muerte?

–Pienso en la muerte constantemente, y a los 70 años quién no piensa en la muerte.

Tengo un poema en el nuevo libro que dice cómo he visto morir a tanta gente a la que conocí en su plenitud, como personas arrogantes y después cómo se fueron apagando, unos rápido otros no, pero todos desastrosamente. La idea del poema es decir: antes me preocupaba por la muerte, ahora me preocupa cómo voy a morir.

–¿Cree que existe algo después de la muerte?

–Esa es una idea muy curiosa, porque todas las experiencias de quienes han estado cerca de la muerte narran lo mismo: iba por un túnel oscuro, apareció una luz y le dieron la mano sus seres queridos. Imagínate quien se ha casado seis veces y tiene seis familias, ¿quiénes van a salir a recibirlo? La verdadera idea de infierno es la prolongación de este mundo por toda la eternidad. Creo que no hay nada, que uno se acaba para siempre. Nacimos de la oscuridad y volvemos a la oscuridad.

Al terminar la charla con la prensa, JEP se dirigió al escenario del Lunario, donde rechazó la etiqueta de poeta de la nostalgia.