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Ver día anteriorDomingo 31 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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A la mitad del foro

Los valedores del pacto federal

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Simpatizantes del munícipe de Buenavista, Michoacán, Osbaldo Esquivel Lucatero, se manifestaron ayer ante la SIEDO, en el Distrito Federal, para exigir la liberación del funcionario arraigadoFoto Víctor Camacho
A

l tímido reclamo del gobernador de Michoacán respondió el despectivo regaño del secretario de Gobernación: la gravedad del asunto exigía discreción, accionar preciso y pronto; evitar el menor riesgo de filtraciones; por el momento, eso es todo lo que tiene que decirle el gobierno federal, señor gobernador. No cito textualmente, por el pasmo de escuchar al funcionario y abogado menospreciar y envilecer pomposamente al pacto federal. No al gobernador Leonel Godoy. Menos aún a los dirigentes del PRD que presentaban ante él su queja electoral en Bucareli. Al pacto federal roto, fracturado en nombre de la eficacia policiaca y el estado de sitio ficticio: el estado de excepción como paradigma de gobierno.

Da grima el triste papel de quien gobierna la tierra de Melchor Ocampo y de Lázaro Cárdenas. Y que no salten a la pista del circo los payasos a hacerla de coro a los despropósitos del petimetre Germán Martínez, porque al llevar agua sucia a su molino no agravia a sus opositores, empaña el accionar de la maquinaria de la justicia y embarca a su jefe camino del infierno releccionista con el ropaje de Quince Uñas, del guerrero inmortal de Zempoala. ¿Quién va a exponerse al sambenito de simpatizador del crimen organizado? ¿A quién se dirige el presuntuoso petimetre cuando descubre la palabra mayestático y entra en éxtasis para aplicarla a su admiración por su jefe, el presidente Calderón?

Señor, mi señor, gran señor, grita eufóricamente el líder del PAN. Y hay generación espontánea en la prensa escrita de esa adulación cortesana: siga valiente, señor Presidente. Y el del valor a toda prueba vuela con rumbo a Medellín, Colombia, al encuentro de Álvaro Uribe, presidente y combatiente que medita si acepta otra relección. Se trata del quinto Congreso Internacional de Víctimas del Terrorismo. Uribe es admirado por tirios y troyanos. George W. Bush lo condecoró antes de irse al retiro de su rancho texano. Nadie negará la virtud de ocuparse de las víctimas del terrorismo. Pero nadie debe olvidar el costo de la violencia criminal; y la de los gobiernos cuando olvidan que el suyo es monopolio de la violencia legal.

La Corte resolvió que es legítimo el uso del Ejército en el combate al crimen organizado. El secretario de la Defensa pidió hace tiempo al titular del Poder Ejecutivo iniciativas de ley indispensables para que su accionar no pudiera ser cuestionado y les asignaran facultades expresas, como tienen que serlo las de las autoridades civiles. Por ahora, el gobierno ha impuesto el estado de sitio ficticio. Y la iniciativa de reformas que el Ejecutivo envió al Congreso le daría facultades expresas para declarar la suspensión de garantías sin consultar al Legislativo. A pesar del desdén de Gómez Mont y de los puntillosos argumentos del procurador Medina Mora, la norma constitucional vigente permite al titular del Ejecutivo declarar la suspensión de garantías, previa solicitud de autorización al Congreso de la Unión.

De la Unión, de la República federal que somos. La soberanía reside en quien puede decretar el estado de excepción, dice el filósofo Giorgio Agamben y lo confirman juristas de todas las latitudes. En México, el poder constituido establece que la soberanía reside en el pueblo. Nadie se opone al uso del Ejército en el combate al crimen organizado. Pero los jefes y oficiales del Ejército de la Revolución Mexicana saben de cómo vino y cómo se fue Victoriano Huerta. Por eso piden facultades expresas sin negar obediencia al mando civil del Presidente de la República. Pero el uso de la fuerza militar demanda serenidad y buen juicio, metas precisas y objetivos definidos. Alcanzados éstos, el retorno al cuartel y la satisfacción del deber cumplido.

La violencia armada trasciende espacio y tiempo, engendra un amargo fatalismo. Todos somos víctimas del terrorismo motivo del quinto Congreso Internacional al que asiste el presidente Calderón. Mañana lunes asume la presidencia de El Salvador Mauricio Funes: termina la guerra fría con la victoria electoral del FMLN. Barack Obama envía a Hillary Clinton a la ceremonia de transmisión de mando. Años de guerra, de intervención extranjera, asesinatos y trasiego de drogas para financiar al militarismo y a la derecha dura y pura de Arena. Amanece. Pero hace unos días difundió la agencia Reuters información sobre el llanto de Mauricio Funes y su esposa en el juicio del hombre que asesinó a su hijo en París: lo habían enviado a Francia para alejarlo de la violencia criminal imbricada en El Salvador.

Un hombre de izquierda. De veras, no de la que disputa pequeñas porciones de poder y del dinero que escurre entre los dedos de los ricos mexicanos. Ricos que hoy envían a sus hijos al extranjero para alejarlos de la violencia criminal enseñoreada del país. No hay libertad sin ley, dice Isaiah Berlin. Pero mal puede haber estado de derecho si esa libertad se defiende violentando la misma ley. Más allá de suspicacias en torno a presunto uso no electoral, electorero, de la detención de 27 funcionarios en Michoacán, presuntos cómplices del crimen organizado, haberlos detenido sin orden judicial y luego obtener la autorización de juez federal para arraigarlos durante 40 días, mantiene la aplicación de la ley en esa turbia zona gris de lo inconstitucional. Emigrarán más hijos de ricos ahora que regresan del extranjero los que huyeron de la pobreza.

Leonel Godoy se resignó y pidió dar vuelta a la hoja. ¿Y Amalia García en Zacatecas? ¿Y Marco Antonio Adame en Morelos, donde no temieron indiscreción los abogados sentenciosos y desconfiados de la norma que están obligados a cumplir? El lamentable recuerdo del recurso de las presunciones de complicidad con el narco en Jalisco podría pasarse por alto, a pesar de que al candidato priísta indiciado escandalosamente lo exoneraron los tribunales cuando ya lo había derrotado en las urnas su contrincante del PAN. Pero Germán Martínez vocifera como el enano del tapanco y lanza acusaciones a diestra y siniestra. Mejor dicho, sobre todo en lo que hace a quien descubre la palabra mayestático y remite a sus oyentes al diccionario: al pasado y al presente, a los fantasmas del priato tardío y los miedos de la revolución que no cesa. Porque la derecha es hoy diestra y siniestra en los abusos del poder.

Y tuerto o derecho, el fascistoide jefecillo del panismo que reniega y repudia su antigua convicción de la legalidad como vía única al poder, logra los objetivos de su tortuosa y tartajeante incoherencia: el único tema a debate es la guerra contra el crimen organizado, que siga valiente el Presidente y los votantes elijan entre el retorno al autoritarismo del pasado y el reflejo opaco al otro lado del espejo de una derecha oscurantista al servicio del dinero y de la clerigalla que empuña la espada del arcángel para establecer el reino de Dios en la Tierra. De la recesión, el desempleo, el cierre de empresas y el hambre de la mayoría, de eso nadie habla.

Salvo el increíble señor Carstens, aferrado al dogma de las finanzas libres de toda regulación y la inutilidad del Estado. Aunque su jefe Calderón ordenó acciones de economía contracíclica, los que van en ancas del caballo de Hacienda ni a paso que dure ni a trote cansino: como en la Colonia que añoran, se acata pero no se cumple. El dinero no llega, no se gasta. Ellos no cesan en su afán de destruir lo que queda del Estado laico y el federalismo.