Ciencias
Ver día anteriorJueves 21 de mayo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Gall, una mente brillante
E

l primer recuerdo de Ruth Gall que me viene a la mente tiene lugar una tarde en su casa, atrás del Periférico, a la altura de Televisa. El objeto de la invitación era escuchar la plática que otra polaca iba a dar sobre la situación de la mujer en Polonia y en Cuba. Irena Majchrzak era entonces la esposa del embajador de Polonia en ese país y estaba de visita en el nuestro. Su anterior posición diplomática había sido la de embajador en México.

Fue entonces cuando conocí a Irena, a finales de la década de los años 60 y admiré en ella su manejo del español –con todas las limitaciones que se quieran, pero nada común entre las esposas de los diplomáticos de los países del este europeo–, su gusto por México y las numerosas relaciones que había hecho entre académicos, intelectuales y artistas.

Junto con María Sten, Ruth e Irena formaban un trío de polacas muy inteligentes y muy fuera de serie: Ruth, la científica; María, la antropóloga, e Irena la socióloga. Su trabajo en estas tierras las hizo identificarse con el país, amarlo y contribuir seriamente al conocimiento del mismo. María decía que, sin lugar a dudas, Ruth Gall había sido la polaca que impactó más fuertemente la cultura en México. La plática en su casa –los últimos años de la década de los 70– la revelaba como una persona interesada y comprometida con la causa de las mujeres.

Por esos años un grupo de feministas habíamos fundado la revista fem y durante su primera década constituímos su dirección colectiva. Siendo la mayor parte de los números monográficos, el que correspondió a mayo-junio de 1980, el 14, estuvo dedicado a la mujer y la ciencia.

La presencia de Ruth no podía faltar, y Carmen Lugo le hizo una muy buena entrevista en la que se tocaron diversos temas: para Ruth las nuevas tecnologías no hacían más que aumentar la brecha entre países desarrollados y subdesarrollados y enfatizaba cómo esas nuevas tecnologías, ante todo, servían a sus inventores, o sea al primer mundo. Habló sobre la carrera armamentista; sobre la participación de la ciencia en la destrucción de la humanidad (el caso emblemático de la bomba atómica)...

Tratándose de dos feministas, necesariamente llegaron al tema de las pocas mujeres dedicadas a la ciencia en general y, en particular, a la ciencia espacial. Ruth señalaba que la mujer tiende a iniciar su participación en la ciencia por medio de aquellas especialidades que algo tienen que ver con el papel que la mujer desempeña, desempeñó y sigue desempeñando en la sociedad.

Parece, decía Ruth, que hay ciertas ramas en las que la sociedad no le permite a la mujer jugar ningún papel, como es el caso de las ciencias exactas. En cambio, en todas aquellas ciencias en que algo tienen que ver las mujeres, parecería que hay una similitud o prolongación del papel que la mujer ha estado jugando a través de los siglos, por ejemplo la química, como si fuera una prolongación de la cocina (en este punto cabe recordar a Sor Juana Inés de la Cruz); la medicina como una prolongación del cuidado de la salud de la familia, a cargo tradicionalmente de las mujeres; la biología como parte de su papel biológico en la sociedad, ¡en fin!, que Ruth encontraba una correlación por lo demás muy plausible.

Tratándose de una científica polaca, era inevitable que en la entrevista se hablara de madame Marie Curie, verdadero modelo para las mujeres que empezaban a incursionar en un campo que les había sido tradicionalmente vedado. Por otra parte, se señaló que para Curie fue fundamental contar con un compañero de la misma ocupación, ...un científico estupendo que por lo menos alentaba su participación, que trabajaban juntos.

Y aquí entra un comentario de Ruth que revela su espíritu antisolemne e independiente:

Por otra parte, me parece horrible que se calle, que no se hable de su vida amorosa. Sólo se pinta a esta mujer como si fuera un símbolo, una estatua, un mito. La mujer era probablemente muy linda, tenía necesidad de una vida amorosa y tenía amantes. ¡Qué padre!, ¿no? Pero no, como es una científica, y que premio Nobel y que la..., pues ya no se habla de ella.

A la mención que Carmen Lugo hace de un siglo atrás, en que la Iglesia católica promulgó una encíclica que prohibía la ciencia y, por supuesto, el ingreso de la mujer a la ciencia, Ruth Gall comenta para finalizar la entrevista: Obviamente, esto no me extraña. Hoy, un siglo después (el papa polaco) Wojtyla está hablando del aborto como del gran crímen; imagínate en 1854 lo que dirían de la mujer considerada sólo para procrear, para sostener el sistema económico familiar de la sociedad.

Algunos años después un grupo de mujeres, entre ellas Ruth Gall, fuimos invitadas por Ifigenia Martínez y Sol Arguedas a formar parte de Mujeres por la soberanía y la integración de América Latina (Musial), grupo con una aguda visión crítica hacia las posiciones de México en su política internacional, que se manifestaba, entre otras cosas, en desplegados de prensa que publicábamos precisamente en el diario La Jornada.

Fueron los últimos años de tratar a esta mente brillante, antes de que iniciara su largo y doloroso proceso de enfermedad.