Mujer guahiba. Vichada, Colombia,1938.  Foto: Paul Beer

Los tejedores de la comunicación

en el Cauca colombiano

 

Sergio de Castro Sánchez

   

 

La palabra sin acción es vacía,

la acción sin palabra es ciega,

la palabra y la acción, fuera del espíritu

de la comunidad, es la muerte.

(sabiduría nasa)

 

Entre el fuego cruzado de los proyectos políticos, económicos y territoriales de los grupos paramilitares y el Ejército colombiano por un lado, y de los grupos insurgentes por el otro, el movimiento indígena del Cauca ha pagado con sangre su lucha por la autonomía y el territorio. Una lucha que, con la excepción del breve recorrido del Comando Quintín Lame, ha apelado siempre al diálogo, a las acciones de hecho como los rituales de “Liberación de la Madre Tierra” y a la fuerza simbólica de los bastones de mando de la Guardia Indígena, como medios de construcción del autogobierno y la paz en Colombia.

Aunque la lucha en el Cauca viene de mucho antes —de los tiempos de la Gaitana, de Juan Tama y de Quintín Lame— la creación en 1971 del Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC), precisamente en el norte del Departamento, supone un hito para los pueblos indígenas de Colombia y de América Latina. Desde entonces, el CRIC ha sido el motor del movimiento indígena colombiano y un referente insustituible en la región. De su seno surgió, por ejemplo, la Minga de Resistencia Social y Comunitaria que “caminó la palabra” a finales del año pasado, así como la propuesta programática que desde el año 2004 y bajo el lema “solos no podemos” trata de crear un frente social desde el que se construya una alternativa al gobierno narcoparamilitar de Álvaro Uribe.

En 1994, como parte del CRIC, nace la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (ACIN). Junto a los otros cinco “Tejidos” que componen la ACIN, el “Tejido de Comunicaciones y Relaciones Externas para la Verdad y la Vida” nace con un doble objetivo: hacer de la socialización de la información y el fortalecimiento cultural un arma más de la comunidad contra el despojo y la violencia, así como difundir la palabra nasa tanto en el ámbito nacional como internacional.

Tejiendo comunicaciones. Para los integrantes del Tejido de Comunicaciones el trabajo debe realizarse siempre desde y para la comunidad. “La comunicación es estar con la gente, llegarle a la gente, estar con ellos, e incluso educarlos”, nos explican. Así, “el Tejido de Comunicación se convierte en una herramienta de fortalecimiento a nivel interno”, facilitando “las bases mínimas de información para que la gente tome conciencia, reflexione y tome decisiones en consecuencia”. De este modo surge lo que para ellos y ellas supone la diferencia esencial entre otras formas de comunicación alternativa y la indígena: que ésta última “se hace más desde las comunidades”.

Todo este trabajo es entendido desde la propia cultura nasa. “Antes en la ACIN se hablaba de Programas, pero no de Tejidos. Pero, ¿cómo acercarnos más a lo que somos? Por eso pasamos a hablar de Tejidos, que tiene un sentido desde la mujer nasa”, nos aclara uno de sus miembros. Así, el Tejido de Comunicación es entendido como una gran tela compuesta por “hilos” (los medios de comunicación que van tejiendo conciencia), “nudos” (personas dentro y fuera del territorio que ayudan en las tareas de la comunicación) y “huecos” (espacios en donde, como en las asambleas, se toman las decisiones). 

A nivel internacional, quizá el trabajo más conocido sea el de su página web, dirigido más hacia el exterior de la comunidad y que —de acuerdo con el espíritu de la Minga— incluye información de otras luchas de Colombia y de América Latina. Sin embargo, el Tejido también trabaja los ámbitos del video, la radio y el impreso (a través de la revista El Carpintero).

Algunos de los documentales realizados por el Tejido han llegado a visitar diferentes países de Europa y América. Este es el caso, por ejemplo, de “Somos alzados en bastones de mando”, realizado con una cámara prestada. “Ahora” —nos cuentan— “ya disponemos de una cámara sencilla propia”.

Pero el trabajo con los videos no se queda ahí, sino que también sale a las comunidades a mostrar no sólo lo que ocurre en el Cauca, sino también en otros lugares del mundo. “La gente se siente identificada. Siente que lo que pasó en otras partes está pasando aquí. Si en Ecuador la comunidad indígena se levantó y pudo destituir un gobierno, entonces, ¿por qué nosotros no podemos?”, explican los integrantes del Tejido.

A pesar de que en la zona existen varias emisoras que buscan ser articuladas entre sí, la radio es la que en estos momentos atraviesa por más dificultades y todo el esfuerzo está dirigido a reparar el equipo que, tras el sabotaje sufrido en diciembre pasado, dejó a Radio Pa’yumat fuera del aire. Cuando eso ocurra, el Tejido podrá volver a abrir su espacio al movimiento indígena y al resto de sectores sociales, a “fortalecer nuestra lengua y las tradiciones” a través su espacio en nasayuwe, a “actuar colectivamente para la defensa de la vida y del territorio” y, en definitiva, a “caminar la palabra junto a la comunidad”.

Amenazas y hostigamiento. Al sabotaje de Radio Pa’yumat le precedió —durante las movilizaciones de la Minga— el bloqueo de su página web, convertida en referente obligado en ese tiempo.

Los integrantes del Tejido tampoco se han librado de persecuciones e incluso de intentos de asesinato. Este es el caso de Gustavo Ulcué —gestor de la página web— quien el pasado 7 de febrero recibió la visita en su casa de dos hombres armados quienes, ante la ausencia de Ulcué, se llevaron su computadora. “Agradezca que no estaba Gustavo, porque si lo encontramos le hubiéramos hecho la vuelta completa”, fueron las palabras de los agresores a su hermano antes de abandonar el lugar.

Otras hostilidades a miembros del Tejido, como a Hugo Dagua —quien ha sido perseguido y cuya casa ha sido vigilada— o Manuel Rosenthal, quien fue señalado por la revista Cambio a partir de su supuesta aparición en el milagroso computador del miembro de las FARC, Iván Reyes, no han podido  silenciar la voz del pueblo nasa.

 

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