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Los acostumbrados carteles publicitarios descomunales se han convertido en avisos

Esplendor y glamur del festival de Cannes quedan en el pasado

Los clásicos bocadillos fueron sustituidos por palomitas de maíz y las copas para la champaña por vasos de plástico

La esperanza de la llegada de celebridades mantiene atento al público

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El actor guatemalteco Oscar Isaac, la actriz inglesa Rachel Weisz, el director español Alejandro Amenábar y el actor británico Max Minghella, a su llegada a la proyección de ÁgoraFoto Ap
Especial
Periódico La Jornada
Lunes 18 de mayo de 2009, p. a15

Cannes, 17 de mayo. La crisis mundial ha zarandeado visiblemente la paradisiaca Costa Azul, opacando el tradicional esplendor y el glamur que solían regodear a los frecuentadores de Cannes, aunque, obviamente, sigue siendo un privilegio estar aquí. Este año, sus exclusivos hoteles (Carlton, Martínez, Majestic, Stephani Palace), ubicados frente al mar, en la célebre Croisette, están prácticamente desnudos. Sus fachadas, que normalmente eran decoradas por descomunales carteles publicitarios, ahora sólo lucen unos pocos avisos cinematográficos, con fotos de las megapelículas distribuidas, claro está, por las grandes y millonarias majors que se estrenarán el próximo verano. Un panorama ligeramente descolorido, muy alejado del fastuoso escenario al que ha acostumbrado por décadas este festival, el más importante del planeta.

Según la revista Variety, este año cerca de un tercio menos de compañías han invertido menos en este tipo de publicidad. Además, preocupa la reducción multitudinaria del personal empleado por las grandes distribuidoras que solía asistir a este certamen. De cada 40 ejecutivos y responsables del sector, ahora sólo llegan 10, admite una de las cabezas de la compañía Fair Set Organization, que edición tras edición es la encargada de colocar dichas vallas. Inclusive, la lujosa joyería Chopard, que en los años recientes ha ocupado amplios espacios frontales del Carlton, hoy sólo está presente en su vestíbulo con un despliegue de pantallas circulares que cubren las largas lámparas que cuelgan del techo. Además, la gran fiesta patrocinada por esta firma, a la que acudían pródigas celebridades, ha renunciado a la suntuosidad de este hotel para irse a otro más modesto, en las afueras. Es el peor año que hemos tenido en los pasados 20, según esta fuente.

Pero al menos existe cierto positivismo entre los empleados del Carlton. Gilles, su elegante conserje, sonríe al asegurar que el hotel está repleto. Es verdad que las reservaciones para los encargados de la industria del cine han bajado al menos 20 por ciento, pero los han suplantado cantidad de personas curiosas que han venido a disfrutar del ambiente festivalero, dijo.

Pero la baja en los ingresos que percibirán a lo largo de esta edición de Cannes los hoteles, en general, y los restaurantes no es el único síntoma preocupante. La atmósfera de celebración, que solía alegrar las noches festivaleras, ya no es la misma. En lo que va del certamen, las pomposas fiestas privadas han sido muy pocas y muy austeras. Disney y Pixar, por ejemplo, celebraron la proyección de su película animada Up alegrando el ambiente con millares de globos de colores, pero mostraron mesura al sustituir los clásicos bocadillos por simples palomitas de maíz y las copas de champaña por comunes vasos de plástico.

Plato fuerte

Por su parte, el público sigue esperanzado en que llegarán las personalidades más reconocidas a escala mundial que son el plato fuerte. Después de Monica Bellucci, Rachel Weisz, Martin Scorsese y Francis Ford Coppola, se espera que hagan su paso por la alfombra roja en los próximos días Brad Pitt, Johnny Depp, Pedro Almodóvar y Penélope Cruz.

En estos días, los asiduos al festival han debido contentarse con la presencia sorpresiva de un elefante bebé que marchó por la Croisette hacia el Palacio del Cine para promover la reapertura del White Palm Hotel, de 1835. Y también hubo nieve por la promoción de A Christmas Carol, el esperado filme animado en 3D de Robert Zemeckis, con Jim Carrey. Disney ha buscado de este modo impregnar una vez más su magia en el jardín frontal del Carlton, adornado con motivos navideños, entre ellos el clásico árbol.

Pero nada de esto provocó la emoción que lograron otros divertidos y originales episodios. En años recientes, el comediante estadunidense Jerry Seinfeld se lanzó desde el techo del Carlton hacia la playa, disfrazado de abeja, para promover su producción animada Bee Movie. El actor Jack Black se vistió de tiburón y se arrojó al mar para hacer publicidad a Shark Tales. Tanto Arnold Schwarzenegger como George Lucas y su multitud de asistentes recrearon en la Croisette el set de Terminator y el de Star Wars, con la presencia de sus personajes, en especial el malévolo Dark Vader, que impactó fuertemente a los espectadores. Por desgracia, lo que siempre ha diferenciado a este extraordinario festival de otros parece haberse desvanecido. Ojalá sólo sea momentáneo.