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Vivimos sobre riquezas y nos morimos de hambre: dirigente

Plantón de indígenas en Brasilia; exigen respeto a sus territorios
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Indígenas brasileños instalan carpas frente a las sedes de la presidencia, el Congreso y la Suprema Corte en demanda de un estatuto que reconozca sus derechos constitucionalesFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Martes 5 de mayo de 2009, p. 20

Brasilia, 4 de mayo. Enfundados en variadas vestimentas tradicionales unos mil indígenas instalaron este lunes un campamento en la capital brasileña frente a las sedes de la presidencia, el Congreso y la Corte Suprema, en reclamo de territorios y un estatuto que reconozca sus derechos constitucionales.

Hospedados en improvisadas carpas en la principal avenida de los tres poderes en Brasilia, los indígenas discutirán hasta el jueves el estatuto con el que esperan regular los derechos que la Constitución les reconoció en 1988 y que negocian con el gobierno.

Todo es importante para nosotros: salud, educación con escuelas bilingües que reconozcan nuestra cultura, sustentabilidad; vivimos sentados sobre riquezas y nos estamos muriendo de hambre, dijo Paulino Montejo, representante de la Articulación de los Pueblos Indígenas (APIB), rodeado de decenas de indios que organizan los debates y se esmeran en sus pinturas armados con plumas multicolores, lanzas y arcos.

El estatuto contempla temas polémicos como la explotación de las riquezas en los territorios indios. El gobierno, explican, acepta el derecho indígena al veto sobre la explotación mineral, pero no hídrica.

Existen 450 grandes proyectos de infraestructura que afectan tierras indígenas, con decenas de carreteras e hidroeléctricas que inundarán nuestras tierras, denunció el dirigente amazónico Marcos Apuriná.

El otro gran reclamo de los indígenas vinculado al estatuto es la conquista de sus tierras.

Según datos del Consejo Misionero Indigenista (CIMI), 40 por ciento de los territorios indígenas está pendiente de regularización.

El caso más acuciante es el de los Guaraní Kaiowá, en el estado de Mato Grosso do Sul (centro oeste) donde se reportaron una treintena de suicidios y casi dos tercios de los 60 asesinatos de indígenas ocurridos en 2008 en Brasil. Esta etnia vive un proceso de autodestrucción, víctimas del racismo, desnutrición, falta de asistencia sanitaria y trabajo esclavo, denuncia el CIMI.

El problema de la violencia se extiende a los territorios demarcados, ya que más de 75 por ciento sufre alguna invasión por intereses agropecuarios, mineros o madereros.

Los indígenas también harán presión ante la Corte Suprema en Brasilia.

La máxima corte brasileña les otorgó este año una histórica conquista al reconocer una gigantesca reserva de 17 mil kilómetros cuadrados en el amazónico norte del país que era reclamada por grandes productores de arroz.

Pero la Corte también impuso condiciones que pueden afectar la política indigenista, como la injerencia del gobierno regional (donde según los indígenas abunda el poder de grandes intereses agropecuarios y de madereros) en la definición de las reservas.

La Fundación Nacional del Indio calcula que hay cerca de un millón de indígenas en Brasil, cerca de 0.5 por ciento de una población de 190 millones. El Estado les reconoce 12 por ciento del territorio nacional.