Opinión
Ver día anteriorDomingo 29 de marzo de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Seguridad nacional y reforma migratoria
F

inalmente el tema migratorio tenía que volver a la mesa de debate y la ocasión ha sido una reunión de la fracción hispana del Congreso con el presidente Obama, quien antes de viajar a Costa Mesa, California, reafirmó su compromiso de campaña de encontrar una solución adecuada para los 11.9 millones de indocumentados que viven y trabajan en Estados Unidos.

El planteamiento de Obama sobre la reforma migratoria se resume en cinco puntos: garantizar una frontera segura; mejorar el sistema de inmigración; limitar los incentivos que existen para la migración indocumentada; sacar a la población indocumentada de las sombras y trabajar con México sobre este particular.

Como era de esperarse, el primer asunto a resolver es el de la seguridad fronteriza. Es un tema prioritario, complejo y difícil de resolver, porque intervienen al menos tres factores: terrorismo, narcotráfico y migración indocumentada. Por lo general estos tres actores operan en esferas separadas, pero pueden finalmente vincularse. Las relaciones entre terrorismo y narcotráfico se han dado en otros países, como en Perú y Colombia, y no es una posibilidad que pueda descartarse fácilmente en el caso mexicano, por más lejana que esté. Por otra parte, los narcos pueden transitar al terrorismo, y de eso ya tenemos una amarga experiencia con las granadas que estallaron en la celebración del Grito en Morelia el año pasado.

De igual modo, puede existir una conexión entre los narcos, los terroristas y la migración indocumentada, pero es poco probable. Ni los terroristas ni los narcos se arriesgarían a poner sus negocios en manos de pobres migrantes indocumentados. Como quiera, para muchos analistas, políticos y funcionarios, tanto los narcos como los terroristas se convierten en una amenaza real cuando asumen la identidad del migrante.

Hasta el momento la medida más publicitada para controlar la frontera han sido la construcción de muros en diversas zonas, sobre todo urbanas. Esta disposición ha tenido la ventaja de ser visible, y por tanto puede ser vista, apreciada y aplaudida por el público en general. Por otra parte, es la más difundida por los medios y la prensa. No así el incremento en el presupuesto de la migra, que se ha triplicado en la última década y que finalmente afecta al bolsillo de los contribuyentes. El muro es la solución más simple, que no efectiva, ante una posible invasión de migrantes, el tráfico de drogas o la penetración de agentes terroristas.

En el área de Tijuana-San Diego, de hecho existen varios muros paralelos, que son custodiados por cientos de patrulleros que van en camionetas, motos, aviones de reconocimiento y helicópteros. Y en esa zona el muro ha sido efectivo, fundamentalmente para desviar a los migrantes hacia zonas más remotas y menos visibles. Desplegar el mismo aparato de patrullaje a lo largo de 3 mil kilómetros es un proyecto, si no absurdo, por lo menos inviable. Tierras particulares aledañas al río van a tener que ser expropiadas, y en vez del paisaje ribereño van a tener que ver un muro y sus respectivos guardianes.

Tampoco ha sido una solución el muro virtual, con cámaras y detectores de calor y movimiento. Los censores se suelen confundir con el paso de animales silvestres y el ganado. Las cámaras pueden ser vandalizadas y requieren de un sistema de vigilancia permanente y de un comando de respuesta inmediata. Nuevamente, requieren de muchas horas de vigilancia, mucho personal y presupuesto.

Como solución alternativa en Texas se ha puesto en marcha el proyecto comunitario de vigilancia virtual llamado Blue Servo, que pone a la disposición del público decenas de cámaras que pueden ser monitoreadas por vigilantes voluntarios. Según esto, con este sistema ya se ha detenido a muchos migrantes indocumentados y traficantes de drogas. La medida pretende involucrar a la población civil, de manera activa, en el sistema de vigilancia fronterizo. Un programa, aparentemente inocente, pero que a la larga podría traer consecuencias funestas en una población civil obsesionada por la inseguridad y por la percepción de que el vecino es una amenaza real.

La ventaja del muro es su visibilidad; la del muro virtual también, porque hace posible ver y vigilar la frontera por medio de Internet y desde cualquier lugar del planeta, sólo requiere inscribirse (ver página web de Blue Servo). La visibilidad proyecta seguridad y genera buena imagen pública en el otro lado. Como afirma Jorge Schiavon, el muro responde a una necesidad de política interna. Por el contrario, en nuestro lado nos molesta que el vecino haya levantado la barda, le haya puesto alambre de púas y que además nos vigile de manera permanente. Otro aspecto importante del muro es su carácter marcadamente unilateral. Por más que nos moleste y nos sintamos humillados, es una decisión que corresponde al vecino, que tiene todo el derecho de hacer el tipo de muro que le venga en gana.

El muro ha servido para calmar a la opinión pública estadunidense y para tranquilizar la conciencia de funcionarios y políticos que consideran que se está haciendo algo para controlar la frontera y, de este modo, mejorar los sistemas de seguridad. Los terroristas pueden entrar hipotéticamente por México, pero hasta el momento no ha habido ningún caso comprobado. Por el contrario, los casos conocidos de terroristas extranjeros que entraron a Estados Unidos, lo hicieron por Canadá o por los aeropuertos. En la víspera de la celebración del milenio 2000 se conjuró un atentado al apresar al terrorista de origen argelino Ahmed Ressan, que entró por la frontera canadiense, con un coche cargado de explosivos. Por su parte, todos sabemos que los terroristas del 11 de septiembre entraron por diversos aeropuertos, con visas de estudiantes y turistas. El único terrorista que ha pasado por México e ingresado a Estados Unidos ha sido el cubano Luis Posada Carriles, que entró por la puerta grande a Estados Unidos, solicitando refugio. Difícilmente el muro va a ser un obstáculo para un terrorista entrenado, que cuente con financiamiento y una estructura organizacional que lo soporte.

En lo que respecta a los narcos el muro los tiene sin cuidado. Se podría decir que incluso los beneficia. Ya que toda la atención pública se centra en el muro y ellos pasan la droga por las garitas en tráileres o en avionetas, túneles o submarinos. El muro no es ningún obstáculo para los narcos que operan en la esfera del contrabando de mercancías, más que en el tráfico de personas. Y cada vez es más intenso y fluido el tráfico de mercancías entre México y Estados Unidos.

A principios de su mandato el gobierno de Felipe Calderón se propuso desmigratizar la relación bilateral y puso en primer lugar el tema del narcotráfico. Al parecer no tenía mayor idea de las dimensiones del problema. Golpear el avispero ha resultado más complicado de lo que se preveía. Como quiera, sí se logró ese objetivo, y un tema que estaba en segundo plano se ha convertido en la nota principal de los diarios nacionales e internacionales. Y ya lo dijo Janet Napolitano, el muro no es la solución idónea para frenar el narcotráfico. Sin embargo, ella misma confirma la noticia de que seguirán trabajando en algunos tramos que faltan (La Jornada, 25 de marzo). Supuestamente, hasta completar los mil 200 kilómetros que se tenía previstos.

Para el año 2008 se estimó en 11.9 millones el número total de indocumentados radicados en Estados Unidos, de los cuales 7 millones son nacidos en México (59 por ciento). Se podría afirmar que de estos 7 millones casi la totalidad son migrantes, un pequeño sector está ligado de alguna manera al narco y casi podríamos aventurar que ninguno tiene ligas con el terrorismo internacional. Desde hace más de un siglo que ha existido migración mexicana indocumentada en Estados Unidos y nunca se la había considerado como una amenaza a la seguridad nacional. Fue la solución simplista, fácil y mediática del muro, la que contaminó el tema migratorio con otros puntos de la agenda estadunidense de seguridad. Si no sirve para detener a los narcos, y menos aún a los terroristas, ¿para qué seguir poniéndole ladrillos a un monumento del absurdo? Lo que se requiere es una reforma migratoria, y cuando ésta sea una realidad, el muro será más absurdo, inútil y desatinado de lo que es ahora.