Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 22 de febrero de 2009 Num: 729

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

El día que conocí a papá
E. M. MURCIA

Espejo de contrastes: el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera
INGRID SUCKAER

Otro Bolívar para la nueva república
HAROLD ALVARADO TENORIO

Un museo para corazones solitarios
FERRUCCIO ASTA

Para cambiar al mundo
ADRIANA CORTÉS KOLOFFON entrevista con PATRIZIA CAVALLI

Leer

Columnas:
Señales en el camino
MARCO ANTONIO CAMPOS

Las Rayas de la Cebra
VERÓNICA MURGUíA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

Cinexcusas
LUIS TOVAR

Corporal
MANUEL STEPHENS

El Mono de Alambre
NOÉ MORALES MUÑOZ

Cabezalcubo
JORGE MOCH

Mentiras Transparentes
FELIPE GARRIDO

Al Vuelo
ROGELIO GUEDEA


Directorio
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Misivas de Einstein a J. Lovestone y D. Rivera, respectivamente. Workes Age, Nueva York, marzo 15, 1934
 

Espejo de contrastes:
el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera

Ingrid Suckaer

Con gratitud, a la memoria de Olivier Debroise

DE LO PROPIO A LO GENERAL


Reproducciones del acervo fotográfico de la artista Frida Kahlo, mostradas por el curador Pablo Ortiz Monasterio, que fueron expuestas en la Casa Azul. Foto: Marco Peláez/ archivo La Jornada

A principios de 2008 don Ricardo Pérez Escamilla, curador de Retrato de Diego por Frida Kahlo, me invitó a participar como investigadora en el proyecto que estaba por iniciar y cuyos núcleos temáticos tenía ordenados a partir de su conocimiento del Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera,1 ya que había fungido como coordinador de curadores de Tesoros de la Casa Azul. Frida y Diego, muestra con la que el Museo Frida Kahlo celebró en julio de 2007 el centenario del natalicio de la pintora, convertida en célebre icono mundial.

Entre otras razones, la invitación me llenó de gusto porque, motivada por los reportajes que sobre dicho centro de documentación había publicado la sección cultural de La Jornada, aproveché que vivo a pocos minutos del museo y visité en varias ocasiones la exposición homenaje a fin de leer los numerosos documentos exhibidos. Interesada en conocer más detalles de Tesoros..., en un par de ocasiones conversé con don Ricardo acerca de sus impresiones de lo que él resaltaba como “los tesoros del archivo”. Impregnados de emoción y vivacidad, sus comentarios fueron un estímulo extra para rastrear la muestra.


Borrador de la misiva de Rivera a Einstein, Ciudad
de México, mayo 14, 1934


John Cage, Los Ángeles, California, octubre 9, 1940

La experiencia de trabajar en el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera me llevó a concebirlo como una especie de metamodelo ternario desde el que, a partir de una postura clásica, moderna o postmoderna, se pudieran abordar los documentos guardados para la posteridad por la pareja de pintores. El puro juego mental que la idea me significó hizo que imaginara un sin número de laberintos virtuales engranados entre sí desde los paradigmas de la cultura clásica, las rupturas históricas propias de la modernidad o bien desde la simultaneidad de ambos elementos, es decir, explorar el archivo con una postura postmoderna, articulada por la transdisciplinariedad. El ensayo visual que cada posibilidad permitiría reconfirmó mi inclinación por las rutas metodológicas y las estéticas postmodernas, que procuran la coyuntura para que el espectador sea quien diga la última palabra.

A lo largo de los meses que consulté el Archivo también me percaté de que, no obstante que la clasificación y las distintas vías para ingresar a los nueve grandes núcleos –divididos en series y subseries– en que está organizado son claras y precisas –lo cual indica la profesionalidad con que se diseñó–, a veces, por las mismas particularidades físicas de la casa Museo Frida Kahlo, se carece de espacio adecuado para trabajar. Es tan abrumadora la información que se entrecruza en la vida de Kahlo y Rivera que, para consultar su archivo, además de concentración, se necesita gran disciplina para no dejarse seducir por la enorme cantidad de expedientes que inducen a ser explorados, pues en sí entrañan testimonios que merecen ser investigados e interpretados. Medianamente familiarizada con el Archivo, considero que, a partir de una propuesta transdisciplinaria rigurosa, se podría diseñar una notable estrategia museológica de largo aliento, de tal manera que el Archivo sea, como hasta ahora, la fuente principal que articule las exposiciones que presente la Casa Azul.


Diego y Frida en la Casa Azul, ca. 1930

En los documentos que Frida y Diego coleccionaron se aprecia la escritura, la intimidad de muchas personas cuyas innumerables revelaciones darían pie para profundizar en los complejos laberintos del ser y la trascendencia que tiene la palabra. Como en cualquier aspecto que concierne a la conciencia humana, tales escritos preservan una amplísima gama de confidencias, anhelos y preocupaciones: rastros biográficos que sustentaron a seres de las más variadas culturas del mundo. Semejante paisaje humano incita a diseñar una sugestiva ruta del tiempo que permitiría al público adentrarse en la potencialidad de Rivera y Kahlo, así como de quienes tocaron sus vidas. La ruta del tiempo sería un espejo contrastante y lúdico que, de acuerdo con la teoría ternaria de los laberintos, podría llevar a comprender que todo sistema de verdad puede ser, respectivamente: circular (asume una única verdad posible), arbóreo (acepta la existencia de varias verdades simultáneas o alternativas) o rizomático (admite en sí misma la coexistencia virtual de sistemas circulares y arbóreos).


Diego y Frida en la Casa Azul, 1950

LOS CONTRASTES

Por las directrices de investigación que marcó la curaduría, se exploraron muchas facetas del Archivo;2 me limito a compartir con el posible lector lo que el encuentro con tres nombres surgidos de aquél ocasionó.

Al contrario que en Tesoros de la Casa Azul. Frida y Diego, para la cual Pérez Escamilla curó una amplia lista de libros, para Retrato de Diego por Frida Kahlo seleccionó, de entre miles de volúmenes que comprenden la biblioteca de Kahlo y Rivera, sólo poco más de ochenta.3 De vez en cuando lo acompañé mientras él revisaba los libros. Fue durante una de esas sesiones que nos tocó tener en las manos Mi lucha, un ejemplar de la primera versión en español4 de Mein Kampf (1925), relato autobiográfico en el que Hitler sintetizó su ideología nacionalsocialista y su ideario político para Alemania. El volumen de la biblioteca de Rivera y Kahlo está forrado con papel negro; originalmente era un sobre de Kodak (de los empleados para papel fotográfico sensible a la luz) dirigido a Frida con veintiséis fotos, tal como se constató al retirar por un momento el forro. En su mayoría las hojas nunca fueron separadas; sólo las que abarcan los primeros tres capítulos se encuentran sueltas. Esto indica que quizá el libro no fue leído o, acaso, como sucedió con otros lectores, luego de hojear las páginas iniciales desistieron de seguir la lectura. Antes de 1933, año en que Hitler tomó el poder en Alemania, el consenso común fue que Mein Kampf era sólo una mala obra que no merecía mayor atención.


Foto de Diego Rivera exhibida en la exposición de la Casa Azul de Coyoácan, el 14 de junio de 2007. Foto: José Antonio López/ archivo La Jornada

Diego Rivera y Frida Kahlo compartían una genuina curiosidad de investigadores: cada cual, según su personalidad, tenía gran capacidad de exploración, selección, sistematización de datos y elaboración intelectual. En el Archivo hay un conjunto de fotografías del ejército nazi; el apartado de información periodística sobre la Segunda guerra mundial es extenso; documentos de diversa índole reconstruyen cómo se percibió en México aquella terrible etapa.

De las artes, la música encarna la más delicada expresión de enlace entre el prójimo; es una abertura a la existencia terrena, pero tocada por instantes de eternidad. Hacia octubre y noviembre de 1940, John Cage (1912-1992), quien por entonces era joven promesa de la música de vanguardia, le escribió a Diego Rivera solicitándole apoyo para conseguir una cita con el afamado Charles Chaplin, a quien deseaba mostrar su música experimental. Con desenvoltura y confianza, en su correspondencia Cage reporta a Rivera que Chaplin –ocupado en ese momento en filmar El gran dictador– no le respondía. A la postre, Cage devino en una de las figuras más importantes de la música del siglo XX. En el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera hay referencias a otros artistas que, al igual que Cage, también dejaron huella en la música.


Reproducciones del acervo fotográfico de la artista Frida Kahlo, mostradas por el curador Pablo Ortiz Monasterio. Foto: Marco Peláez/ archivo La Jornada

A partir de que en la curaduría se puso énfasis en establecer el gran interés de Diego Rivera por la ciencia, en el rubro de correspondencia se localizó un borrador en francés de una carta que Rivera le escribiera a Albert Einstein en 1934, en la que agradece al Premio Nobel de Física (1921) el reconocimiento a su pintura. Lo anterior dio pie para entrar en contacto con el centro Albert Einstein Archives (The Jewish National & University Library, The Hebrew University of Jerusalem), donde se ubicaron el borrador de la misiva que Einstein mandara a Rivera el 13 de febrero de 1934 y la carta que éste enviara al científico el 5 de mayo de 1934. Obligado a dejar Alemania por la creciente violencia hacia los judíos, en 1933 Albert Einstein emigró a Estados Unidos, donde se integró al Instituto de Estudios Avanzados de Princeton. En Barbarie nazi (1933), uno de los frescos transportables pintados por Rivera en Nueva York, aparece Einstein, noble representante del pueblo hebreo. Pocos días antes de la inauguración de Retrato de Diego por Frida Kahlo (25 de septiembre), en el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera fueron localizados varios ejemplares del número de The Worker que en mayo de 1934 reprodujo la carta de Einstein a Rivera.


Carta de Einstein a Rivera, Princeton, California, febrero 13, 1934. Albert Einstein Archives. Cortesía del Museo Frida Kahlo

APRENDER A DESCIFRAR

Exenta de cualquier metaforización, Retrato de Diego por Frida Kahlo abre una dimensión extrema de la existencia humana, ya que, a través de documentos de diversa índole, obras artísticas, objetos y fotografías, la vida de Rivera y Kahlo, así como de quienes estuvieron cerca de ellos en los múltiples aspectos y momentos que toca la exposición, verifica las posibilidades íntimas y públicas que abarca su paso por el mundo. Con sus particularidades, Retrato de Diego por Frida Kahlo puede devenir en estupendo ejercicio para que el público, con ánimo inquisitivo, se habitúe a aprender a descifrar la historia con sus propias perspectivas. La postmodernidad, compleja y dada a la metamorfosis y lo espontáneo, permite, según las nuevas tendencias museológicas, que el espectador aporte sus postulados y otorgue su personal sentido a lo que se expone en cualquier ámbito museográfico.

Notas

1 Por razones testamentarias, tras permanecer durante décadas en un baño cancelado, los documentos y objetos que comprende el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera salieron a luz pública en 2007. Resguardado por el Museo Frida Kahlo (también conocido como la Casa Azul), el archivo fue sistematizado por la Asociación para el Desarrollo de Archivos y Bibliotecas de México (ADABI).

2 Si bien el presente escrito se centra en el Archivo Frida Kahlo y Diego Rivera, también fueron consultados otros acervos, como la Biblioteca de Arte Ricardo Pérez Escamilla (BARPE) y el archivo histórico del Colegio Nacional, por ejemplo.

3 Para esa ardua labor contó con el apoyo del bibliotecólogo Javier García Velázquez quien, en compañía de Ernesto Moreno Soto y Enrique Moreno Rodríguez, rastrearon los títulos que el curador requirió.

4 Adolfo Hitler, Mi lucha, traducción de Alberto Saldivar P., Luz-Ediciones Modernas, Buenos Aires (sin año de publicación), 246 pp. Especialistas en diferentes áreas que han analizado el libro coinciden en que la primera edición en español se publicó en 1934.