Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 8 de febrero de 2009 Num: 727

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La divinidad se ancló en Machu Picchu
ROSA NISSÁN

Dos poemas
ELENI VAKALÓ

Cine vasco: censura y autocensura
BLANCHE PETRICH entrevista con FERNANDO LARRUQUERT

La izquierda en Euskadi
BLANCHE PETRICH

La vida de Conejo John Updike
CECILIA URBINA

El poeta como crítico de la poesía
RICARDO VENEGAS entrevista con JOSÉ MARÍA ESPINASA

Carta de Felice Scauso, embajador de Italia en México

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Columnas:
La Casa Sosegada
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Las Rayas de la Cebra
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ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

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Música para bebés

Pues sí. Rondando las bateas en tiendas de discos es fácil encontrarse una zona destinada a la exhibición de “música para bebés”. Ahí vemos portadas color pastel –muchas animadas con amables dibujos y personajes del mundo animal– que compiten por los ojos de madres y padres ocupados en que sus vástagos se inicien en el mejor mundo sonoro.

Revisando con mayor detenimiento, su clasificación parece sencilla: por un lado está la música clásica seleccionada para oídos en cuna (de Bach a Satie, pasando por Mozart y Beethoven), por el otro, las composiciones originales en cuyas cajas se presumen y explican detalladamente los beneficios que tales o cuales ritmos, melodías y armonías ofrecen a los afortunados pequeñines que los escuchen. Entre unos y otros, también, hay algunos con sonidos de la naturaleza y partituras new age de muy dudoso compromiso estético o artístico.

Lo mismo que decenas de páginas de internet, los autores de tales discos aseguran, dan por sentado, que “numerosos estudios científicos demuestran” la manera como la música ayuda al desarrollo neuronal, emocional, cognitivo, asociativo, etcétera, del niño. Sin embargo, casi nadie cita los mentados estudios ni a las instituciones que los publican. O sea que se trata de una verdad a medias, aceptada por todos en tanto resulta obvia y políticamente correcta.

Poco parecen importar entonces los contextos culturales, el ambiente familiar, las costumbres de los padres, el entorno que cobija la escucha de discos... Ningún “ruido” hacen las enormes diferencias entre lo que oyen al nacer los bebés de las campesinas búlgaras, virtuosas del canto y de las tensiones armónicas, y los de las ciudades de la costa oeste estadunidense, íntimamente relacionadas con ritmos en compases simples (4/4).

Reciente invención de la mercadotecnia urbana que acepta como canónico un delgado conocimiento del lejano arte clásico, el negocio de la música para bebés es cínico al aprovecharse del amor y la preocupación paternos a propósito del futuro. ¿De qué otra manera interpreta nuestro lector que tres de los mayores sellos discográficos tengan nombres como Baby Einstein, Brainy Baby o Baby Brain? Igualmente dedicados a la creación de libros, videos y juguetes, los nombres de los tres –alusiones al cerebro– son ejemplo de la inseguridad que se vive en un mundo para el cual un bebé escuchando rock es augurio de fracaso.

¡Ah!, pero incluso para los roqueros citadinos de nuestros días hay opciones aceptadas por las abuelas que desean un nieto doctor. Ahí está la enorme colección Baby's Rock, en cuyo catálogo se hallan las mejores joyas de los Ramones, Pink Floyd, los Beatles, The Clash y demás exponentes del guitarrazo y el batacazo, pero en versión ultra light, deslactosada y pasteurizada, pues no vaya a ser que alguna grabación original de Zeppelin le cause un derrame cerebral a un niño sudamericano.

Eso es justamente lo que hoy criticamos, la pobre empatía con una persona que aún no desarrolla paradigmas propios. Como provocación diremos hoy que, afortunadamente, a través del tiempo hemos visto a numerosos niñitos emocionados con La consagración de la primavera lo mismo que con Miles Davis o con el disco negro de Metallica. Y sí: lejos del prejuicio, un bebé es hoja en blanco. ¿Por lo mismo hay que tener cuidado? No estamos seguros. Lo que sí sabemos es que cualquier música de calidad sirve para impulsar la educación formal y sentimental de un recién nacido. ¿Datos sólidos para relajarse y acercar distintos géneros a los bebés? Aquí tres citas del autor Daniel j . Levitin, neurocientífico especializado en la relación música-cerebro:

a ) “Aunque los oídos de los infantes funcionan completamente cuatro meses antes del nacimiento, el desarrollo del cerebro requiere meses o años para lograr una capacidad auditiva completa.”

b ) “Mientras más música escucha un bebé, más variaciones rítmicas y tonales incluirá en sus vocalizaciones espontáneas.”

c ) “La trayectoria en el desarrollo de los niños que dicta su preferencia inicial por canciones más simples para luego escuchar otras más complejas, es una generalización.”

Igualmente, y citando muy diversas fuentes autorizadas, Levitin nos dice que factores como la motivación, personalidad y dinámica familiar pueden influenciar el desarrollo musical, o pueden enmascarar las contribuciones genéticas de dicha habilidad. De ahí que otro camino posible sea el de la música que simple y llanamente busque entretener y gustar al bebé en un momento preciso, sin mayores pretensiones sobre su fisiología o vida futura. Saque cada padre sus conclusiones.