Usted está aquí: domingo 8 de febrero de 2009 Cultura “En México es imposible vivir de la música de concierto”

Premios Nacionales 2008

■ Con una carrera pianística de casi 80 años, galardonan a María Teresa Rodríguez

“En México es imposible vivir de la música de concierto”

■ La falta de espacios y oportunidades para tocar, el desdén del gobierno hacia el arte, la radio y la televisión son los principales obstáculos para desarrollarse, afirma la premiada en entrevista

Ángel Vargas

Ampliar la imagen "Para mí, tocar el piano es una acto orgánico", expresó María Teresa Rodríguez “Para mí, tocar el piano es una acto orgánico”, expresó María Teresa Rodríguez Foto: Carlos Cisneros

Aunque la música ha sido todo en su vida desde que se adentró en ella, hace casi 80 años, para la pianista María Teresa Rodríguez no deja de ser triste que en México esa sea una profesión “un tanto ingrata”.

Explica: “Exige mucho y retribuye muy poco en lo económico, por eso los muchachos deben buscar otras posibilidades”.

Pero ese es un aspecto que no ha sido obstáculo para ella, subraya en entrevista con La Jornada, a propósito de su designación como Premio Nacional de Ciencias y Artes 2008, en la categoría de Bellas Artes.

“Ha valido mucho la pena dedicar la vida a la música; he sido muy feliz. Además, me tocó una época muy interesante, en la que el país iba hacia arriba y en la que siempre teníamos esperanza, y podíamos luchar y tocar. En cambio, desde hace 30 años atestiguamos una debacle.”

La plática tiene lugar en la casa de la maestra, quien a sus 85 años es una de las figuras más prominentes en el área de la música de concierto en México, tanto como intérprete como docente.

Amiga y colaboradora de Carlos Chávez, su biografía la ubica con un origen ciento por ciento musical, por los lados materno y paterno. También como niña prodigio, ya que comenzó sus estudios pianísticos a los cuatro años, a los ocho debutó con orquesta y a los 14 se graduó de concertista.

Destaca el hecho de que pertenece en línea directa a la estirpe artística de Johann Sebastian Bach, por haber estudiado con Alexander Borovsky, así como por haber sido la primera mujer en dirigir el Conservatorio Nacional de Música y que ha dedicado cinco décadas a la enseñanza, cuatro en el Instituto Nacional de Bellas Artes.

La vida, concurso continuo

Durante la entrevista se muestra adorable, generosa y, sobre todo, modesta. Sus manos son muy inquietas y expresivas; acentúan lo que su tono de voz subraya, como cuando se muestra preocupada por la situación del país y su mal manejo político, así como que se viva en el subdesarrollo musical.

–¿Cómo recibe este premio?

–Aunque nadie me lo ha dicho oficialmente, es una experiencia que ya estoy viviendo, porque leí la noticia en los periódicos. Ha sido una gran sorpresa, aunque la vida en sí es un concurso continuo, y no siempre se gana.

“Como cuando recibí la Medalla de Oro de Bellas Artes (hace dos años), este Premio Nacional es una sorpresa. Creo que no lo merezco; aunque, ¿a quién no le gusta que le entreguen un premio? Quiere decir que se me toma en cuenta, no por mi trabajo, porque para mí tocar el piano no es un trabajo, ha sido mi vida entera.

“Ahora que estoy en la recta final puedo decir que durante toda mi vida he tenido gran suerte: siempre he sido impulsada y apoyada por personas o instituciones, como cuando la cooperativa Cruz Azul me becó para estudiar en Estados Unidos con Borovsky, o cuando el maestro Carlos Chávez me dio un cheque de tres mil dólares para estudiar en Europa, con la condición de que no los malgastara y que regresara a México; y por supuesto mi esposo.

“Este premio es para mí gran alegría, pero me interesa sobre todo que pueda servir de ejemplo para que los jóvenes que ahora están estudiando arte no claudiquen, porque desgraciadamente en México tenemos un ambiente pobre en el arte. No hay, por ejemplo, suficientes lugares para tocar.

“En otras partes, como en Europa, hay la conciencia de que el arte es necesario, mientras para los mexicanos, en general, la principal distracción es ir al cine.

“En términos más materiales, espero que el premio me sirva como ayuda, para que pueda jubilarme, porque aún trabajo en la Escuela Superior de Música; no me he jubilado, porque de hacerlo ganaría una tercera parte menos. Naturalmente, necesito ese dinero, porque soy viuda. ¿Vivir como concertista? Imposible. No hay espacios ni oportunidades.”

–Si tuviera que dar el discurso de agradecimiento del premio, ¿qué diría?

–Que merecimientos no los he hecho para recibir un premio. Por una razón, porque simplemente he cumplido con mi deber. Eso es algo que me inculcaron mis padres y más adelante reafirmó el maestro Carlos Chávez: debía hacer lo que me correspondía, tocar el piano.

“Entonces, sólo he cumplido con mi deber; porque Chávez me lo dijo cuando me dio la beca, que no me fuera a quedar en Europa, como Angélica Morales, que yo debía regresar a México, porque aquí me necesitaban. Y regresé; si se me había dado todo, lo menos que podía hacer era trabajar por y para mi patria.”

–¿Cuál es el significado de la música para su vida?

–Lo ha significado todo; a veces con dificultades. Por ejemplo, cuando fui adolescente mi papá me dijo: “no te puedes casar, no puedes tener hijos”, y yo con mi inocencia pensaba que él me conocía un defecto que me impediría tener pareja y ser madre.

“No me lo tomé tan en serio y sólo seguí estudiando y tocando por placer. Así comencé a hacer apariciones públicas desde muy chica; era el centro de atracción, recibía flores, perfumes, regalos...

“Tocar en público ha sido parte de mi vida. Aun sin dedicarme de manera profesional, no hubiera podido vivir sin el piano. Por tanto, me metí poco a poco a la profesión, casi sin buscarlo, porque mi búsqueda era la llamada perfección.”

Seres sensibles, seres solidarios

–¿Cómo considera que ayuda la música en el desarrollo de una sociedad?

–Es innegable que la música tiene una función social: despierta la sensibilidad de la gente. Una persona con sensibilidad es una persona pensante, crítica, amorosa, solidaria. El corazón está conectado con el cerebro.

“La música de concierto tiene que ir al pueblo, para que éste la oiga, aprenda a disfrutarla y busque hacerla suya. Los pueblos europeos son mucho más fuertes y unidos porque les gusta el arte, en todas sus expresiones, aunque la música es la primera, porque suena, es un hecho vivo.

“Es muy difícil para un gobierno tener el arte entre sus prioridades, pero siempre he insistido en que con un poco de accesibilidad, como quitar impuestos a quienes lo apoyan, podría contribuir al desarrollo de la educación y la cultura.

“Otro de los principales obstáculos en México son los medios electrónicos de comunicación. La radio y la televisión sólo promueven música comercial, expresión muy rudimentaria, pobre y poco inteligente. No estoy en contra de esos medios, sino de cómo los manejan.”

–¿Cómo ha sido su relación con el piano?

–¡Imagínese, está presente en mi vida desde los cuatro años! Tocarlo es un acto órganico. Si uno siente las teclas dentro de los dedos entonces puede llamarse pianista.

“Es un hecho que mi relación con el instrumento ha cambiado en estos años. Con la edad he perdido facultades físicas, pero he ganado experiencia.

“Hay quien dice que la experiencia es como un peine que llega cuando uno está calvo. La vida da una cosa por otra: quizá la rapidez y la fuerza las suplo con experiencia, el gozo y la capacidad de entender mejor las obras.”

–¿Qué opina de la dinámica de la música de concierto en el país?

–Veo un panorama pobre. Es muy difícil que los músicos vivan de ella. Debemos dedicarnos a otra cosa. A muchos no los programan porque no son famosos, pero, ¿cómo van a serlo sin tocar? Ése es un problema que las autoridades deben resolver.

“Por eso muchos músicos mexicanos que estudian en el extranjero deciden quedarse allá, porque hay más oportunidades. Aquí debe lucharse muchísimo para pedir, casi como limosna, que se nos den conciertos. Es una realidad muy triste.”

 
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