Bajo la Lupa
■ Detrás de la guerra de Israel contra Gaza: el gas
Ampliar la imagen Raed al-Athamna habla con reporteros ante las ruinas de su destruida casa el 27 de enero; la casa del padre de Athma, tres edificaciones vecinas que pertenecían a sus hijos y todas las demás propiedades en una franja de un kilómetro en Abed Rabbo, una villa en las afueras de la ciudad de Gaza, fueron destrozadas totalmente por fuerzas israelíes Foto: Reuters
Existen muchas variables que llevaron a la guerra de Israel contra Hamas, que gobierna la franja de Gaza: las elecciones israelíes el 10 de febrero (que no parece haberle resultado a la coalición saliente); erradicar a Hamas (que tampoco resultó: la guerrilla palestina se encumbró como interlocutor imprescindible y su resistencia épica le valió el reconocimiento del mundo árabe e islámico, cuyo impacto alcanzó hasta Turquía, miembro de la OTAN); golpear a un aliado de Irán y Siria (lo cual falló); relegar al olvido la derrota del poderoso ejército israelí frente a la guerrilla chiíta libanesa Hezbollah; crear una disuasión permanente contra los futuros insurgentes –casi 40 por ciento de los muertos fueron niños; otro 20 por ciento fue de mujeres– y la destrucción masiva por Israel y sus múltiples crímenes de guerra (con utilización del prohibido fósforo blanco); y legar una papa caliente a Obama.
Israel sufre una severa “derrota moral” a escala planetaria (con la evidente excepción de la defensa a ultranza del “sionismo militar, financiero y cultural”) y otra “derrota estratégica” que ha desestabilizado a todos los regímenes pro estadunidenses en el mundo árabe e islámico (resaltan Egipto y Turquía), mientras Palestina inicia su “nueva era Hamas”, que consigue un triunfo estratégico gracias a su resistencia, en medio de su severa “derrota táctica” de hiperbólica victimización: mil 500 muertes (frente a 13 de Israel) y 5 mil heridos, además de considerables daños a la infraestructura que conmocionaron a los responsables de la ONU y las organizaciones internacionales de ayuda humanitaria, e hicieron retroceder literalmente la franja de Gaza a la edad de piedra: más de 4 mil edificios destruidos, más de 20 mil edificios severamente dañados, 50 mil refugiados palestinos sin hogar y 400 mil sin agua. ¡La barbarie israelí en pleno resplandor!
Se concretó el tercer escenario más probable que planteamos: la infantería israelí no se atrevió a penetrar en los dédalos de la ciudad de Gaza por temor a sufrir fuertes bajas a manos de la increíble resistencia palestina de Hamas, que imitó las hazañas de Hezbollah en Líbano.
Ya se descubrió que el antídoto para el ejército israelí, el más poderoso de Medio Oriente (dotado de un máximo de 400 bombas nucleares sin inspección internacional), es la épica resistencia guerrillera de libaneses y palestinos.
En el abordaje multifactorial de la guerra de Israel contra Hamas ha faltado agregar un factor determinante: el control del gas de Gaza por Israel, según los datos impactantes de nuestro amigo Michel Chossudovsky, investigador de la Universidad de Ottawa, que publica en su propio portal GlobalResarch.ca (“Guerra y gas natural: la invasión israelí y los yacimientos marítimos de gas en Gaza”, 8/1/09).
A juicio de Michel Chossudovsky, quien se propulsó a las nubes con su libro La globalización de la pobreza, “la invasión militar de la franja de Gaza por el ejército israelí tiene relación directa con el control y la propiedad de las reservas estratégicas marítimas de gas”.
Ya lo decíamos: la valía estratégica de la franja de Gaza, un genuino campo multitudinario de refugiados con el mayor campo de concentración del mundo en la ciudad de Gaza, es su salida al mar y su línea costera de 40 kilómetros con el mar Mediterráneo.
Las “extensas reservas de gas a lo largo de la costa de Gaza fueron descubiertas en el año 2000”, y los derechos de exploración de petróleo y gas fueron otorgados por la Autoridad Nacional Palestina (ANP), en un contrato de 25 años, a British Gas (BG) y su asociado CCC (de las familias libanesas Sabbagh y Koury).
Chossudovsky cita al periódico israelí Haaretz (21/10/07) sobre el reparto del pastel gasero: BG (60 por ciento), CCC (30 por ciento) y el fondo de inversiones de la ANP (10 por ciento). ¡Ya se parecen a la entreguista Pemex! Pues sí: los contratos que imponen las trasnacionales petroleras anglosajonas son expropiatoria y confiscatoriamente similares en todo el mundo.
No podía faltar el proyecto de construcción de un gasoducto de parte del consorcio trasnacional encabezado por BG, mediante el cual se abastecerían las necesidades energéticas de Israel. El gasoducto transportaría el gas marítimo palestino a la terminal petrolera israelí de Ashkelon, lo cual “le transferiría el control de la venta del gas natural a Israel”, según Chossudovsky.
Es evidente que, con un gobierno controlado por Hamas en la franja de Gaza, tal abastecimiento y dicho gasoducto serían menos viables.
Si una de las vulnerabilidades mayúsculas de Israel la constituye su aprovisionamiento en agua, otra es el factor energético, sobre todo de petróleo, con una importación de 334 mil 300 barriles al día (datos de 2005) que, vista en términos per cápita, es descomunal.
En gas, Israel es apretadamente autosuficiente, donde destacan las reservas marítimas a lo largo de su costa de 273 kilómetros (casi siete veces la costa de Gaza), aunque las tendencias de consumo no lo favorecen en el corto plazo.
Según Michel Chossudovsky, 60 por ciento de las reservas gaseras a lo largo de la costa de Gaza e Israel se encuentra preponderantemente en la parte palestina, lo que arroja más luz sobre el operativo Plomo Endurecido de la enésima invasión israelí a Gaza.
Nadie lo dice, pero la invasión de Israel no es solamente aérea y terrestre, sino primordialmente marítima, desde donde ejerce su bloqueo brutal contra Gaza.
Chossudovsky comenta al respecto: “la muerte de Yasser Arafat, la elección del gobierno de Hamas y la ruina de la ANP han permitido que Israel establezca de facto el control sobre las reservas marítimas del gas de Gaza”.
Devela que el general Ariel Sharon (hoy en estado comatoso), cuando ascendió al poder en 2001, amenazó con adueñarse del gas marítimo de Gaza. No dice mucho sobre el papel de Egipto (frontera terrestre y marítima con Gaza) al respecto, que sería interesante conocer.
Cita de nuevo a Haaretz (27/12/08) sobre los preparativos bélicos de la enésima invasión a Gaza desde junio del año pasado, con seis meses de antelación, mientras Israel reanudaba las negociaciones sobre el destino del gas palestino con el consorcio encabezado por BG.
Entre el gobierno israelí de la triada Olmert-Lipvi-Barak y BG planearon repartirse el botín gasero palestino de cara al nuevo mapa de la posguerra que instauraría la operación Plomo Endurecido contra Hamas.
Esta vez les salió el tiro por la culata, pero el problema nodal sigue siendo la invasión marítima, y su concomitante bloqueo por mar (válgase la redundancia) de la franja de Gaza por Israel, que muy pocos abordan en el mundo, como Michel Chossudovsky, quien pone el dedo en la llaga sobre la “militarización de la costa entera de Gaza”.
Interesante: Gaza vale relativamente más por su mar que por su tierra, debido a sus pletóricos yacimientos gaseros.