Usted está aquí: martes 20 de enero de 2009 Estados Invade el comercio informal la terminal Cuatro Caminos

■ Administrador del paradero reconoce que no puede erradicarlo

Invade el comercio informal la terminal Cuatro Caminos

■ “Aquí te pueden asaltar, golpear y hasta matar y no hay autoridad que te auxilie”: locatario

■ Calculan que líderes recolectan $600 mil al mes

Silvia Chávez González (Corresponsal)

Ampliar la imagen Decenas de puestos semifijos obstruyen las entradas a la terminal Cuatro Caminos del Sistema de Transporte Colectivo Metro, donde son frecuentes los asaltos a transeúntes. Las autoridades anunciaron la modernización del paradero, pero el administrador reconoció que no puede expulsar a los comerciantes Decenas de puestos semifijos obstruyen las entradas a la terminal Cuatro Caminos del Sistema de Transporte Colectivo Metro, donde son frecuentes los asaltos a transeúntes. Las autoridades anunciaron la modernización del paradero, pero el administrador reconoció que no puede expulsar a los comerciantes Foto: Mario Antonio Núñez López

Naucalpan, Méx., 19 de enero. El paradero del Toreo de Cuatro Caminos, paso obligado de 500 mil usuarios de la línea 2 del Metro, es una zona olvidada donde proliferan el comercio informal y la fauna nociva.

La “estación de transferencia modal Toreo de Cuatro Caminos”, como se le llama oficialmente, comenzó a operar en 1984, en una superficie de nueve hectáreas y con 600 cajones de estacionamiento para 67 rutas de transporte colectivo que hacen 26 mil 800 corridas al día.

El administrador, Martín Alfonso Canto Solís, funcionario de la Secretaría de Comunicaciones estatal, aseguró que es posible ordenar la estación e informó que este mes se iniciará un proyecto de modernización y mantenimiento, pero advirtió que no tiene facultades para retirar los más de mil 500 puestos semifijos que invaden los accesos a la estación Cuatro Caminos del Sistema de Transporte Colectivo, pese a que el ambulantaje está prohibido por el reglamento publicado en la Gaceta del Gobierno del Estado de México el 13 de septiembre de 1996.

En las entradas proliferan locales de comida y mercancías piratas. La mayoría tienen electricidad, agua potable, pisos de mosaico y cortinas metálicas.

Hay peluquerías, fondas, panaderías, misceláneas con refrigeradores, puestos de revistas, de ropa y zapaterías, al igual que fruterías. La energía eléctrica proviene de una telaraña de cables colgados del alumbrado público.

En 1998, durante la gubernatura del ahora senador César Camacho Quiroz, se autorizó la instalación de 100 locales semifijos en las inmediaciones del paradero, pero el comercio se multiplicó y “ni un puesto tiene permiso, porque está prohibido”, dijo Martín Alfonso Canto, quien insistió en que está atado de manos y este año se limitará a ordenar los locales y retirarlos del paso peatonal.

Propietarios de algunos establecimientos calcularon que cada mes pagan a sus líderes al menos 600 mil pesos en cuotas para operar, y por tener agua, electricidad y recolección de basura. También consideraron que quienes poseen hasta 10 puestos ganan unos 90 mil pesos al mes.

“El paradero es negocio real de unos cuantos. Aquí te pueden asaltar, golpear o hasta matar, y no hay autoridad que te auxilie de inmediato. Y si te roban algo, mejor no te metes en problemas, no demandas”, dice un comerciante del andén C.

Pablo Suárez Coello, director de Infraestructura de Alta Capacidad de la Secretaría de Comunicaciones mexiquense, negó una entrevista a La Jornada y rehusó hablar sobre la situación en el paradero.

Muerte e indiferencia

El mes pasado un indigente agonizó ante los transeúntes durante cinco días. Registros de la administración del paradero confirmaron que el ahora finado, de 70 años de edad, se llamaba Luis Silva Hidalgo. Dijo ser empleado de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y que escapó del albergue de Coruña, en el Distrito Federal.

“Agonizó cinco días en el andén C. Ninguna autoridad quiso darle ayuda médica”, aseguró Martín Alfonso Canto, quien argumentó que buscó apoyo de distintas instancias, incluido el Centro de Equidad Social del Distrito Federal, pero el hombre murió a la vista de pasajeros, comerciantes y responsables de la estación.

Vendedores comentaron que el ahora finado deliraba, estaba desnutrido y ni los paramédicos de la Cruz Roja ni personal del Sistema para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF) de Naucalpan lo ayudaron. El cadáver fue enviado al forense del centro de justicia de Naucalpan.

Otra constante son los asaltos a cualquier hora del día.

Al menos 24 policías auxiliares vigilan las nueve hectáreas del paradero, donde el alumbrado público opera a 70 por ciento de su capacidad.

Aunque cerca se encuentra una agencia del Ministerio Público, las víctimas son remitidas al centro de justicia de Naucalpan, lo que desalienta la presentación de demandas penales.

El año pasado el paradero fue escenario de cuatro operativos Doble Muro de la Agencia Federal de Investigación, la Agencia de Seguridad Estatal y policías municipales, que decomisaron miles de productos piratas, pero la venta continúa.

Tras la demolición del Toreo de Cuatro Caminos, el paradero deberá ser remozado este año, afirmaron responsables del lugar.

 
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