Fotograma: Sharin Neshat

Los palestinos han renunciado a las fiestas

 

Alguna vez el canto se alzaba

como dulces sirenas sobre las colinas,

y aun si trabajabas

tus árboles o tus libros

o cocinabas para tu familia

algo simple,

te lavabas las manos

y te peinabas el agua del pelo.

 

Montañas de arroz, zapatos brillantes,

un huracán de danzas.

Los niños con trajecitos

y vestidos de terciopelo caían dormidos en círculos

después de comerse 47 almendras de Jordania.

 

¿Quién se casa? ¿Quién ha regresado

de un lugar distante más allá del mar?

 

A veces ni te enterabas.

Comiste todos los alimentos sin saber.

Besabas las mejillas de quien pasara

abofeteando el tambor, enrojeciéndote la palma.

Más tarde

llena, enriquecida,

tenías una fiesta en la piel.

 

¿Dónde es que la pelea

se introduce en esta historia?

 

La lucha se extravió en alguna parte.

No es lo que nos gusta: comer, beber, pelear.

Los estudiantes se congregan silenciosamente

en el salón de clases

y la puerta del edificio

es arrancada por una explosión.

Pupitres vacíos

donde la risa solía sentarse.

 

Aquí vivía la risa

tintineando su monedero de morralla fina

y ahora se esconde.

Ya no llegará al zaguán como un vendedor de jabones,

el buhonero de las cerillas, el viejo italiano

de la fábrica de Nablus

con su mágico saco de palillos.

 

Nos han dicho que no estamos

cuando siempre estuvimos aquí.

Su goma de borrar no funciona.

 

Mira las fotos coloreadas a mano

de jóvenes demasiado perfectos e inmóviles.

Las bombas parten por la mitad

las frases de todo mundo.

¿Quién las hizo? ¿Conoce alguien

que las fabrique? El viejo taxista

menea la cabeza

yendo y viniendo entre Jerusalén y Jericó.

Ellos no verán, dice con lentitud,

la historia detrás de la historia,

siempre buscan la historia después de la historia

lo que significa que nunca comprenderán la historia.

 

Así que esto seguirá y seguirá.

 

¿Cómo lo soportamos, si sigue y sigue?

Ha durado demasiado.

Nadie recibe ya ni una pequeña postal

del lejano lugar más allá de los mares.

 

Nadie en la noche oye venir a los soldados

para arracar de su tibio sueño al olivo.

 

Rasgar raíces. No es noticia de primera plana

en tu país ni en el mío.

Nadie escucha el imperceptible sollozo

del terciopelo en el cajón del ropero.

 

Naomi Shihab Nye

Poeta, narradora y compositora palestino-estadunidense, nació en San Luis Misuri en 1952. Es hija el escritor Aziz Shihab, quien emigró a Estados Unidos en 1948, expulsado de su tierra al crearse Israel. Este poema es del libro Fuel (Combustible),Boa Editions Limited, Nueva York, 1998.  (Traducción del inglés: HB)

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