Directora General: CARMEN LIRA SAADE
Director Fundador: CARLOS PAYAN VELVER  
Domingo 18 de enero de 2009 Num: 724

Portada

Presentación

Bazar de asombros
HUGO GUTIÉRREZ VEGA

La autobiografía lectora de Michèle Petit
JUAN DOMINGO ARGÜELLES

Excepto las cigarras
HÉCTOR KAKNAVATOS

El palacio no nacional
RENÉ ASDRÚBAL ANDRÉS

Vida y locura de Ken Kesey
RICARDO VINÓS

El paraíso inocente de Subiela
JUAN MANUEL GARCÍA entrevista con ELISEO SUBIELA

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Columnas:
Mujeres Insumisas
ANGÉLICA ABELLEYRA

Paso a Retirarme
ANA GARCÍA BERGUA

Bemol Sostenido
ALONSO ARREOLA

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LUIS TOVAR

La Jornada Virtual
NAIEF YEHYA

A Lápiz
ENRIQUE LÓPEZ AGUILAR

Artes Visuales
GERMAINE GÓMEZ HARO

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Alonso Arreola
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Galileo, músico sideral

Este 2009 se festeja el Año Internacional de la Astronomía. A cuatro siglos de que el italiano Galileo Galilei demostrara los logros de su telescopio apuntado al cielo desde la Torre del Campanile de Venecia (1609), mucho han cambiado los conocimientos astronómicos sin que los hombres hayan perdido su fascinación inicial. Entre muchas teorías ampliamente superadas, una de las más poéticas es la de la “música de las esferas”. Creencia extendida en distintas culturas durante casi dos milenios, según ella existía una relación directa entre la armonía sideral y la armonía terrestre. Desde luego y para comodidad de los antiguos teólogos, la separación entre los fenómenos de arriba y los de abajo era definitiva, pues ninguno debía explicar al otro lo que negaba al método científico.

Así, de la aritmética pitagórica a Platón, pasando por Boecio, Copérnico, Bruno y Kepler (quien incluso compuso seis melodías correspondientes a cada uno de los planetas conocidos en su tiempo), a muchos resultó atractiva la idea de que cada esfera produjera un sonido al recorrer su órbita, y que la unión de todas integrara un acorde divino íntimamente relacionado con el orden del universo. (De ahí que durante muchos años y hasta el Renacimiento proliferaran imágenes de ángeles tocando instrumentos musicales.) A ello hay que sumar un asunto importante: la definición de música era distinta a la que conocemos hoy. Relacionada con la dualidad entre el alma y el cuerpo, entre el cielo y la tierra, entre lo religioso y lo instrumental, la música como mero arte es proporcionalmente reciente, por no hablar de la música como simple entretenimiento, algo realmente nuevo.

Incluso Newton y Einstein, a quienes se deben muchos de los más importantes avances en cálculo espacial y mecánica cuántica, creían en la armonía del universo; claro que ellos pensaban en términos geométricos y no musicales. Sin embargo, conforme la tecnología avanza se han obtenido pruebas irrefutables del sonido producido por los cuerpos celestes. Tal vez la más controversial sea la descubierta por Arno Penzias y Robert Wilson (1965), quienes accidentalmente grabaron lo que para científicos como Stephen Hawking es el eco de la gran explosión original, del B ig Bang. Ello les valió el premio Nobel. O sea que, a final de cuentas y pese al debate, gracias a esta “música celeste” se descartó el modelo del universo estático, según el cual todo en el espacio permanecía estable, ajeno a la expansión de las galaxias.

Otro ejemplo de estos rastros sónicos es el del satélite trace , un telescopio ultravioleta que ha capturado ondas ultrasónicas provenientes del Sol, imposibles de escucharse por el oído humano debido a su bajísima frecuencia (un ciclo cada cinco minutos). Ello nos recuerda lo dicho por Pitágoras a propósito de que no podemos percibir los sonidos del cielo porque están ahí desde el principio de los tiempos, inseparables del silencio (idea ante la cual Aristóteles se manifestó en contra). Igualmente, distintas sondas de la nasa han grabado las “voces” de Saturno, la Tierra, Júpiter y otros “vagabundos” celestes, mismas que pueden escucharse en sitios como Youtube.com.

Eventualmente, estamos seguros, podremos conocer el acorde que soñaron los pitagóricos, sobreponiendo al sonido del Big Bang el de cada uno de los planetas. Quién sabe, tal vez en ese momento algo suceda en la bóveda celeste. Mientras llega el momento, celebremos a Galileo de Pisa, matemático y músico (tocaba el laúd), hijo de Vincenzo Galileo (también músico y compositor), y prestemos al cielo ya no los ojos, sino los oídos.

DE OTRAS ESTRELLAS

De entre los numerosos conciertos que habrá en México durante el primer trimestre de este astronómico año, recomendamos poner a salvo la cartera dejando pasar sin sufrimiento a Santana, Peter Gabriel, Simply Red, Alanis Morissette, Rihanna, Luis Miguel, Elton John, James Blunt, Razorlight, Chicago, The Doors, Bunbury y Los Fabulosos Cadillacs, para entonces invertir en algún boleto de Radiohead, Beirut, Larry Carlton, Opeth, Yes, Peter Murphy, Iron Maiden o Keane, sin olvidar la temporada 2009 de la Ofunam ni el ciclo de obras para violonchelo y piano que desde ayer presentan Carlos Prieto y Edison Quintana en la sala Carlos Chávez de la unam . Tal selección se basa en que los primeros, o han venido numerosas veces, o no tienen mucho qué aportar el día de hoy, o son francamente pobres en su propuesta escénica, o son extremadamente caros. En cambio, los últimos, aunque también hayan venido y sean veteranos, ofrecen un acercamiento ejemplar, casi “puro”, a muy distintos géneros. Del rock a la electrónica pasando por el jazz fusión, el progresivo, el metal, el gótico, el clásico y el pop, las fechas y precios de todos estos conciertos aparecen en la página de internet de Ticketmaster y en muy distintas carteleras impresas.