jornada


letraese

Número 150
Jueves 8 de enero
de 2009



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

opiniom


Católicas por el derecho a decidir

Como católicas y católicos
podemostomar parte
en la lucha de la humanidad
contra el VIH y el sida

En vísperas del VI Encuentro Mundial de las Familias damos una cálida bienvenida a la comunidad católica que se reunirá en nuestro país. Deseamos que los frutos de su reflexión recuperen el mensaje profundo de Jesús de Nazareth, quien nos mostró que lo realmente importante es la dignidad de las personas, su bienestar y alegría.

Al igual que nuestros obispos en el Concilio Vaticano II, anhelamos que la Iglesia entera examine los nuevos signos de esta época y los interprete desde la sabiduría del Evangelio, a fin de que todos los fieles comprendamos “el mundo en que vivimos, sus esperanzas, sus aspiraciones y el sesgo dramático que con frecuencia le caracteriza” (Gaudium et spes, 4). Desde esta perspectiva, el encuentro es una oportunidad para reconocer, palpar y comprender la actual variedad de formas de vivir en familia; para crear caminos en los que la institución católica se subordine al corazón, la vida y las necesidades de nuestras comunidades familiares, y para ofrecer respuestas nuevas a realidades nuevas: “vino nuevo en vasijas nuevas” (Mc. 2, 22).
En sociedades complejas y cambiantes como la nuestra:

• Es más saludable, amoroso y enriquecedor reflexionar sobre la pluralidad familiar en clave de esperanza, confianza y respeto hacia todas aquellas personas que se esfuerzan por crear espacios de afecto, respeto, intimidad, apoyo y seguridad en sus hogares, independientemente del modelo familiar que estén experimentando. Como iglesia necesitamos una actitud más misericordiosa y asertiva para buscar lo mejor de las distintas expresiones familiares en las que Dios está habitando y se está manifestando.

• A pesar de los múltiples conflictos que enfrentamos cotidianamente, nuestras familias son vitales en nuestra existencia, convivencia y vida espiritual. Y continúan ampliando el horizonte humano porque nos impulsan a apreciar, valorar, reconocer y legitimar social, legislativa, política y eclesialmente sus nuevas maneras de conformarse. Desde este enfoque, consideramos que no hay un modelo de familia cristiana. El mismo Jesús no se casó, no tuvo hijos y cuando le preguntaron por su familia respondió que era “quien cumpla la voluntad de Dios” (Mc. 3, 35). Lo importante para Jesús fue la multiplicación del pan, la salud de las personas, la compasión, que nadie apedreara a sus semejantes por juzgarse bueno y, ante todo, el amor a los demás como amor propio.

• Lo esencial de nuestras preocupaciones en cuanto a la familia debiera ser no el modelo sino el tipo de relaciones que estamos creando, los vínculos significativos que estamos tejiendo cotidianamente: el apoyo mutuo, la estabilidad, la convivencia, la suma de esfuerzos y patrimonios y la voluntad de unir afectos, independientemente de que la familia esté constituida por una madre soltera y sus hijos, por una pareja de lesbianas o de homosexuales o por un hombre divorciado y sus pequeños. Por ello, como católicas consideramos que los gobiernos estatales y federal deben continuar implementado políticas públicas y leyes que mejoren la calidad de la vida de las familias y aseguren el respeto de su pluralidad, en el marco de la justicia social, la laicidad y la vida democrática.

Llamamos al VI Encuentro Mundial de las Familias y a toda nuestra Iglesia Católica a:

• Favorecer la compañía, el acompañamiento, la escucha, el diálogo, la negociación, la confianza, el respeto, el cuidado, la amistad, la equidad, la libertad informada y responsable y el respeto a los derechos humanos en el seno de nuestras familias.

• Promover relaciones familiares sin violencia, sin sometimiento, sin manipulación y sin estereotipos.

• Impulsar nuevos lineamientos pastorales, refrescar contenidos, innovar métodos de evangelización y reformar el Código de Derecho Canónico para que sean acordes con las múltiples y coloridas relaciones familiares que están tomando lugar en nuestra comunidad eclesial.

Finalmente, les invitamos a que pidamos perdón a todas aquellas familias que hemos herido por imponer un modelo de familia cristiana que ni el mismo Jesucristo promovió, modelo único que ha excluido de la comunión eclesial a otras formas de convivencia doméstica igualmente amorosas y legítimas, en las que también está habitando Dios.


S U B I R