Usted está aquí: martes 6 de enero de 2009 Cultura “Ante la realidad no puedo inflar globitos y colgarlos en un museo”

■ El autorretrato es un pretexto para hablar del otro: Gustavo Monroy

“Ante la realidad no puedo inflar globitos y colgarlos en un museo”

Expulsión del paraíso, exposición que se inaugura el miércoles en el Centro Cultural Bella Época

■ La crisis actual no es económica “como nos la quiere vender el mercado”; es moral

Merry MacMasters

Ampliar la imagen Alguna vez fui monaguillo y por medio de esos ojos "veo el mundo y lo interpreto", confiesa Gustavo Monroy Alguna vez fui monaguillo y por medio de esos ojos “veo el mundo y lo interpreto”, confiesa Gustavo Monroy Foto: Rogelio Cuéllar

El pintor Gustavo Monroy (México, DF, 1959) tiene la costumbre de leer tres o cuatro periódicos todas las mañanas. Esto le genera una consciencia visual y al mismo tiempo política, porque “no sólo veo las fotos, sino leo”. Ese exceso de información es decantado en su taller, donde selecciona inconsciente y conscientemente las imágenes y las notas de los diarios, así como “lo que está en el aire”, porque también escucha los noticieros. Muchas veces encuentra que sus inquietudes temáticas se han adelantado a las fotos impresas.

Expulsión del paraíso se titula la exposición de 10 cuadros y una escultura de Monroy, que el miércoles 7 a las 17 horas será abierta en la galería Luis Cardoza y Aragón de la librería del Fondo Rosario Castellanos, en el Centro Cultural Bella Época, Tamaulilpas 202, colonia Condesa. La obra, fechada entre 2004 y 2005, es anterior a la que exhibe bajo el nombre de Polítika ficción (2008) en el Antiguo Palacio del Arzobispado, Moneda 4, Centro Histórico.

La obra de Monroy es de temática “fuerte” –en la expuesta en el Arzobispado abundan los decapitados, en particular su propia cabeza– en términos de las fuentes de donde salió: la cotidianidad mexicana, la violencia desbordada y su propia necesidad de decir algo, aunque cómo hacerlo ante algo tan agresivo. De allí que escogió abordarlo mediante el humor, el sarcasmo, la crítica política de algunos personajes y el uso de máscaras populares, una costumbre mundial.

A veces, reitera el entrevistado, el humor es “la única arma que nos queda. Es muy serio, pero puedes enloquecer de terror, porque ante el bombazo de Morelia es desesperanzador, decadente y triste que todo esto suceda. Como artista dices, ¿qué hago? Trato de sacarlo mediante esta especie de ironía, una obra de teatro que también usa estos elementos. Entonces, lo que hago con la pintura es recontextualizar. No estoy inventando nada, la realidad es un hecho que está allí, que es contundente, que nos abruma y nos rebasa.

“Ante tales hechos siento que de repente voy a los museos y veo obra que no corresponde a este sentir. Voy al Museo Universitario de Arte Contemporáneo, encuentro unos globos o un monito de plástico o una tontería, una ocurrencia; salgo, leo los medios y no veo esa realidad reflejada. No critico lo otro, sólo digo que ante esa realidad no puedo inflar globitos y colgarlos en un museo. A nivel personal necesito pintar esto, tratar de hacer algo con mi vocación y mis herramientas.”

Un factor que vincula ambas exposiciones es el uso del autorretrato, característica común a muchos artistas, pero que se acentúa en Monroy: “He utilizado el autorretrato como manera de hablar del otro, porque no soy diferente a mi vecino, a lo que siente, a lo que le pasa, a lo que puede imaginar o le puede doler. Pero, como no conozco a mi vecino, no le voy a preguntar si quiere que lo pinte para hablar de eso; entonces me pinto a mí mismo. En realidad es un pretexto para hablar del otro, más allá de un hecho narcisista”.

En la exposición Expulsión del paraíso, se hace evidente otra característica de la obra de Monroy: el empleo del simbolismo religioso. Explica que al ver, por ejemplo, un par de hombres cargando un cuerpo después de un acto violento, “no puedo desligarlo de la imagen sublime. Esto es terrible, pero bello. En lo personal me remite a un descendimiento”.

Para el artista la crisis actual no es económica “como nos la quiere vender el mercado, o los medios, sino moral. Es una crisis espiritual, muy profunda, que genera crisis económica porque los mercados están basados en la mentira. El arte es de las pocas cosas que no mienten. Mediante el arte no podemos mentir”.

Como parte de esa crisis moral, continúa, “se llega a escuchar que la religión, los dioses han fallado. Es al revés, el hombre le ha fallado a la religión. Por eso le puse Expulsión del paraíso y retomé una imagen de los frescos que pintó Masaccio, que para mí son una metáfora perfecta que habla de la época actual. Todos los días perdemos el paraíso. Parece que el propósito es destruir los pequeños paraísos que nos van quedando.

“Tenemos una gran incapacidad para vernos a nosotros mismos como el otro que somos; nuestro vecino somos nosotros, pero lo vemos como enemigo porque piensa diferente, porque cree en un dios distinto. No hay salida cuando se piensa así, pero en el momento que ves al otro como a ti mismo empieza la reconciliación, es el inicio de la compasión. Mediante la pintura intento meditar sobre eso.” Monroy pertenece a una familia “muy católica”, y alguna vez fue monaguillo, reconoce que por medio de esos ojos “veo el mundo y lo interpreto”.

 
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