Usted está aquí: lunes 5 de enero de 2009 Opinión ¿La fiesta en paz?

¿La fiesta en paz?

Leonardo Páez

■ Descubrir el hilo negro

Luego de años de autorregulación, de jugarle al vivo sin resultados, de abonar el terreno para la dependencia taurina, los inefables promotores de México a punto están de descubrir si no la fórmula secreta del éxito, por lo pronto el hilo negro de la dinámica del espectáculo:

Dar más y mejores oportunidades a toreros con cualidades, no para ponerse delante del toro, pues esos sobran, sino con los recursos suficientes para interesar, en corto tiempo, por su manera de sentir y de decir el toreo, al gran público que posibilita el negocio taurino.

Cuidado entonces con andar buscando al nuevo mesías de nuestra fiesta, pues con el mangoneo de Manolo Martínez tuvimos para rato y el espectáculo de toros aún respira polvos de aquellos lodos. Procurar en cambio la consolidación definitiva de ocho o 10 nombres que a su oficio y estilo añadan otro ingrediente imprescindible para interesar a las masas: disposición a rivalizar, a competir con sus alternantes y a ganar la pelea, cada tarde, con cada toro. Claro, con estímulos económicos motivantes y la publicidad correspondiente. Así de complicado.

Los triunfadores de la primera parte de la temporada grande en la Plaza México, Fermín Spínola, Manolo Mejía, Uriel Moreno El Zapata, Jerónimo, Federico Pizarro, Guillermo Martínez, Humberto Flores, Víctor Mora, José Mauricio, Omar Villaseñor, Fernando Ochoa, Juan Chávez y Pepe López, ¿cuántas corridas han toreado por los estados luego de esos triunfos? La mayoría pocas o ninguna y a la México quizá vuelvan para alternar con quienes traen 60 o más corridas el año pasado.

Ello evidencia dos cosas: la cada vez más relativa valoración por parte del resto de las empresas de los triunfos alcanzados en la monumental, y la inexcusable renuencia de Espectáculos Taurinos de México, SA, (ETMSA), que controla ocho de las principales plazas de la República, y la Plaza México a coordinar esfuerzos. Sin un seguimiento planificado de esos triunfadores, toreando cada ocho días, pronto volverán a su anterior nivel.

El resto de este hilo negro, no por obvio menos encontrado, es tener presente que toro emotivo más torero competitivo, provocan pasión en el tendido. Inadmisible que a los diestros foráneos les echen novillones y los de aquí que torean ocasionalmente hayan triunfado frente al toro con edad y trapío. Ponce con reses de Teófilo Gómez o José Tomás con de la Mora, será esteticismo sin emoción.

 
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