Usted está aquí: sábado 20 de diciembre de 2008 Disquero Un ángel con violonchelo

Disquero

Un ángel con violonchelo

Pablo Espinosa ([email protected])

El nuevo álbum del violonchelista chino Yo-Yo Ma es, literalmente, un arcón de Navidad en el mejor sentido del término, es decir que su contenido es pletórico en concordia, humildad, armonía, salud, felicidad y, por tanto, ajeno a lo que muchos creen que es la tal Navidad.

Entre las 22 obras maestras que contiene hay cánticos celtas navideños del siglo XI, es decir, por completo ajenos a las chinguín bels, wiwichus y achimichús del mercado.

Inicia con un himno atemporal, un sonido venido de muy lejos: Dona nobis pacem (La paz nos sea otorgada) en la voz del violonchelo para enseguida abrir un desfile de celebridades que dejan de serlo para convertirse en personas de carne y hueso por obra y gracia de un ángel que tomó forma humana: Yo-Yo Ma, quien convoca a músicos de primer nivel para armar una fiesta de bondades y compartirlas con el mundo.

Los convocados: la pianista, cantante y compositora de jazz, Diana Krall; el legendario Dave Brubeck, el graciosísimo Paquito D’Rivera, el excelso Joshua Redman, la brasileirísima familia Assad, el trompetista Chris Botti, la soprano Renée Fleming, integrantes del Silk Road Ensemble (banda formada por Ma para grabar una serie de discos, que hemos reseñado aquí, y siguen la Ruta de la Seda) y James Taylor, entre otros músicos con quienes trabajó Ma por separado desde el 1º de enero de 2008, y publica ahora que están reunidos estos materiales de privilegio.

Entre otras maravillas, el joven hawaiano Jake Shimabukuru eleva a la condición de la poesía un instrumento, digámoslo sin ofensa, vulgar: el ukulele. Lo que es del vulgo aquí se convierte en poesía, efectivamente, por el toque angelical del joven de Honolulu, quien vierte magia a través de un simple ukulele. Algo semejante hace la maestra Cristina Pato, quien no se hace ídem con sus gaitas sino por el contrario, con su cabello teñido de verde añil y su banda de españoles le pone salero al asunto para que de nuevo eleve a la condición de sublime todo cuando Alison Krauss entona una antiquísima canción de Navidad y Natalie McMaster desnude sus pies y flote sobre el piso con más música navideña que no ha sufrido la contaminación del mero consumo.

Y todo esto con la sonrisa sempiterna y el sonido inconfundible del violonchelo del maestro Ma, a quien vemos en el disco dos de este álbum doble y que viene en formato dvd, mientras el primero es sólo de audio, conocer, entablar, recibir, ensayar, hacer música con todos estos maestros (por cierto, en el audio no vienen materiales que se completan en el devedé, como una afortunada versión de Take Five entre Dave Brubeck y Paquito D’Rivera) en un acto amoroso, espontáneo, libre, sincero, íntimo, familiar, verdadero. Navideño, pues.

 
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