Usted está aquí: lunes 15 de diciembre de 2008 Opinión Centenaria

Centenaria

15 de diciembre de 1908

El Diario*

Extravagancia de la moda

Sombreros monumentales

Los sombreros monumentales originan verdaderas molestias y hasta, en algunos casos, son un peligro para todo el mundo.

Esta observación la hacen ya, con vivas protestas, los periódicos de todos los países civilizados. Porque es sabido que á la misma moda, se le rinde culto, con ligeras modificaciones, lo mismo en Londres que en París; lo mismo en Nueva York que en La Habana.

Hay algunos sombreros tan enormes que sus dueñas para entrar en la casa tienen que quitárselos.

Claro está que la mayor parte de las señoras que se coloca sobre la cabeza estos “monstruos” no pueden utilizar los coches ordinarios. El relato de varios accidentes ocurridos hace varias semanas demostrará mejor lo que decimos.

En el bosque Edenwald, una señora, Mary Sassen, se había apartado de los lugares frecuentados por el público, sentándose á descansar junto á un matorral. Coronaba su monumental sombrero un enorme pájaro con alas extendidas. De improviso se oyó un disparo y la señora Sassen lanzó un grito de terror. Era un cazador que había disparado un tiro sobre el pájaro del sombrero. La pobre mujer fue llevada al hospital, donde le extrajeron más de 80 perdigones.

Un tren rápido de Nueva York estuvo detenido más de veinte minutos en “Liberty” estación, porque una señora no pudo salir por la portezuela de su vagón con el sombrero puesto.

Recientemente se produjo un gran desorden en un teatro de París, á causa de estos sombreros, y hubo que suspender la función.

Una inglesa, miss Guillete de Newark, salvó la vida á su perrito de una muerte segura, arrojando al agua el sombrero.

La señora Mary James, de Kansas City, atravesaba la calle en el instante que una señorita descendía del tranvía: la punta del sombrero de ésta la dejó tuerta á la tranquila transeúnte.

Por último, hace pocos días, en Cleveland, miss Celina Davis, se arrojó al agua cansada de la vida. Su inmenso sombrero hizo que el cuerpo de la suicida flotase el tiempo suficiente para ser salvada.

CAL

*Se publicó de 1906 a 1917

 
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