Usted está aquí: sábado 29 de noviembre de 2008 Disquero Llego oscuro y me voy como ángel blanco

Disquero

Llego oscuro y me voy como ángel blanco

Pablo Espinosa ([email protected])

La ignición es demoledora. Un estallido repentino que pone en ebullición todo el entorno. La potencia de la guitarra del maestrísimo Daniel Ash se combina, en dosis letales, con la hondura brutal del bajo de David Jay, mientras Kevin Haskins tunde a dos manos los tambores en un efecto de criatura mitológica, asestando manazos a una cacerola haciendo saltar de ella, volar, chisporrotear, chorros de agua y magma a mil centígrados.

Encima de esta aparición sónica, el gran vampiro, el flaco de ébano, el mítico, el guán enonli, señoras y señores, con ustedes el gran maestro Peter Murphy al frente de sus oscurísimas majestades los Bauhaus, una de las bandas definitivas del final del siglo pasado y que ahora, 25 años después de guardar silencio, retornan con nuevo disco que es en realidad su confirmación de que guardarán silencio definitivo.

Vaya coherencia, cuando los Bauhaus consideraron que no había nada pertinente que decir, callaron. Un cuarto de siglo después estiman pertinente transmitir las certezas que ocupan sus cabezas y ponen a girar por el planeta (en la web se puede “descargar” mediante iTunes el disco entero, mientras en las tiendas se puede adquirir el cd con su calidad de sonido impoluta) un álbum admirable con música de primerísimo nivel y nuevas formas de poesía que manifiestan el consabido nihilismo acompañado de un ya basta de tanto culto al consumo, ya basta de tanto Internet y tanto vacío existencial, lo que importa es ser mejores personas, dicen sin ningún asomo moral sino con la pujanza que caracteriza a los padres fundadores del género gótico, a los abuelos de las tribus dark, esa comunidad subversiva tan culta y de tan buen gusto musical.

El título hace honor a la alta estirpe de Bauhaus: Go Away White y reproduce en su portada, en un efecto fotográfico estupendo de difuminación que produce a su vez el efecto de un ángel blanco en fuga (Go Away White), a Bethesda, el Ángel de las Aguas Curativas que reposa en el Central Park de Nueva York.

El título viene de uno de los versos de la pieza Black Stone Heart: “I come with this darkness and go away white”.

El grupo se había desintegrado en 1983 y se juntaron en pocas ocasiones, una de ellas el 12 de octubre de 1998, donde 7 mil almas enfundadas en negro vivimos “una tocada densa y escalofriante”, como documentó Hermann Bellinghausen, en una ceremonia alucinante, un ritual de magia y erotismo, estremecimiento y furor, éxtasis epopéyico, como la que encierra éste, ahora sí literalmente, último disco de Bauhaus.

 
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